La auxiliar detenida podría de haber asesinado antes a varias personas más.

A mediados del verano de 2015 la muerte de varios paciente despertó las sospechas de los profesionales del centro. Algo estaba pasando en la unidad de medicina interna del Hospital Principe de Asturias. Sin embargo no ha sido hasta hace unos día y tras la muerte de una mujer de 86 años cuando los agentes de la policía hayan puesto toda la carne en el asador para investigar otras tantas muertes sospechosas.

En aquel entonces, a pesar de los indicios, los investigadores no encontraro base con la que poder demostrar que alguno de los empleados estuviera matando a los pacientes. No obstante la policía y la dirección del centro decidió instalar cámaras de vigilancia para lo cual solicitaron permiso a la autoridad judicial.

Fue a raíz del fallecimiento en el mes de julio de un paciente al que se le iba a dar el alta cuando sonaron las alarmas. "Su estado era bueno y su alta médica podría producirse en las próximas horas declaró un empleado. El repentino empeoramiento y la muerte al poco, hicieron sospechar a los responsables de la unidad de Medicina Interna que algo pasaba en la quinta planta del hospital. Este mismo patrón se repitió, supuestamente, en la muerte producida el pasado miércoles 2 de agosto que le costó la vida a una enferma de 86 años.

El estudio forense detectó que había fallecido de una embolia gaseosa masiva, o dicho de otro modo que la mujer había muerto por la presencia de aire en la sangre, un hecho más que sospechoso que hizo a los médicos poner el suceso nuevamente en manos de la policía.

Todo comenzó cuando tiempo antes los agentes de Homicidios que se hicieron cargo del caso comenzaron a recabar información, pidiendo los historiales clínicos de siete enfermos que habían estado ingresados en la misma planta, en el mismo sector, en la misma unidad y que aparentemente habían muerto en parecidas circunstancias. Al comprobar que tras las muertes podía haber habido un homicidio, solicitaron el listado de todas las personas que habían estado trabajando en ese departamento entre el 1 de enero y el 1 de agosto de ese mismo año, además de las quejas y sugerencias que habían recibido los trabajadores de ese área. A primera vista ninguno de los historiales hizo sospechar a los investigadores que hubiera habido muertes violentas sino más bien que se hallaban frente a casos fortuitos. Tanto es así que no se pudo incriminar a nadie. No obstante la juez permitió la instalación de la cámara de videovigilancia en el pasillo del sector B, algo que mantuvo en estricto secreto para no perjudicar la investigación.

Durante un tiempo no se produjo ninguna muerte más en extrañas circunstancias por lo que se expeculó con que las muertes investigadas hubieran sido circunsanciales y no homicidios. Durante ese tiempo se produjo una baja médica por un accidente laboral, esta era la de una auxiliar de enfermería, la mujer que ahora ha sido acusada de haber asesinado el 2 de agosto a una paciente de 86 años inyectándole aire en las venas. Tras comprobar su historial laboral los investigadores comprobaron que había estado de baja y por tanto sin ocupar su puesto de trabajo por una lesión entre el 16 de diciembre de 2015 y el pasado 5 de mayo. Con los ojos puestos en ella comenzaron a atar cabos y a ir trenzando fechas y horarios de trabajo con las fechas en las que se habían producido las muertes, hasta llegar a la última, la de la mujer de 86 años que ingresara el 28 de julio tras sufrir un cuadro de descompensación en el nivel de azúcar y que gracias a la medicación facilitada se recuperó en cinco días estando su alta encima de la mesa del facultativo para el día siguiente.

La muerte repentina volvió a poner a los médicos en alerta. Al comprobar como había sucedido el deceso vieron que no había un motivo aparente. Fue un hermano de la fallecida quien accedió a que se le practicara un TAC en el que se apreció una cantidad masiva de aire en los conductos sanguíneos, lo que incluía el corazón, las arterias pulmonares, las venas del cuello e incluso las suprarrenales. Fue entonces cuando la policía volvió a retomar el tema, aunque eso sí, esta vez los investigadores jugaban con ventaja y esa no era otra que la grabación de la cámara de vigilancia.De esta manera pudieron comprobar quienes fueron las personas que habían estado en contacto con la fallecida.

Días más tarde los agentes detuvieron a una auxiliar, la misma que estuviera de baja tras las extrañas muertes de los siete pacientes fallecidos con anterioridad. Una vez puesta a disposición judicial, se le tomo declaración, poco más tarde el jugado de instrución numero 2 de Alcalá de Henares a través de su titular la enviada a prisión.

Ayer la detención de la auxiliar de enfermería del hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, terminó ayer con un enfrentamiento en Twitter entre el portavoz de Sanidad del PSOE, José Manuel Freire, y el consejero de Sanidad, Jesús Sánchez Martos a raíz de la instalación de una cámara de videovigilancia en el lugar donde trabajaba la detenida.

“La primera obligación de la administración sanitaria es proteger a los pacientes, no obtener pruebas policiales” dijo criticando que no hubieran tomado medidas para evitar la muerte de la paciente de 86 años y de alguna manera culpándoles de la misma. La respuesta del consejero no se hizo esperar. Jesús Sánchez Martos acusó a Freire de“sacar rédito político en un caso tan serio”. “No puedo aceptar que trate de crear una alarma innecesaria sobre la seguridad y protección de pacientes y profesionales”. “El mensaje debe ser de tranquilidad y seguridad en ese gran hospital Príncipe de Asturias. Gracias al trabajo de todos ayudando a la justicia, la policía ha podido detener a esta persona, sin criminalizar su profesión, como sospechosa de la muerte de la paciente”, añadió.