Ciudadanos ya tiene gestora pero el partido está más dividido aún, que cuando Rivera lo dejó tras el fracaso electoral.

La gestora que se hará cargo del partido hasta el 15 de marzo, fecha en la que nombrará a su nuevo presidente. Pero elegir a los miembros de la gestora no ha sido fácil

Voces criticas, como la de Ignacio Prendes o Francisco Igea el vicepresidente de Castilla y León HAN DEJADO CLARO que Ciudadanos está más dividido que nunca.

Las palabras de Francisco Igea lo dejan patente: "He de decirlo, porque si no lo digo reviento: me produce bochorno que haya una votación del debate posterior, bochorno me da una votación a mano alzada. Bochorno que alguien haga una cuestión de orden y no se le deje hablar. ¿Esto es un partido liberal?"

Los críticos ven en los electos, más de lo mismo gente de Albert Rivera, como José Manuel Villegas o Fran Hervías y en consecuencia , lo s mismos que dirigieron la política que les llevó al fracaso en las urnas, No hay caras nuevas a pesar de que ambos anunciaran que abandonaban la formación, no lo han hecho, argumentando que pretenden garantizar una buena transición del partido, cuando lo que pretenden es imponer a Inés Arrimadas para olvidando el centro, permanecer en la derecha.

Para Melissa Rodríguez cercana a Arrimadas y portavoz de la gestora, Ciudadanos tiene como reto principal: "recuperar el centro político de España" algo que los críticos no ven posible, mientras los que perdieron las elecciones no se aoparten de la dirección.

Ayer fue un Congreso para muchos de " paripé y continuista" donde las diferencias hicieron que saltaran chispas y donde si no hubo tongo, cerca estuvo.Garicano e Igea pidieron a Arrimadas que se parara la votación sobre la gestora al desecharse el voto secreto mientras el sector riverista con Arrimadas a la cabeza , echaron en cara a los críticos su mal perder. Tal fue la situación que el consejero canario Javier Amador, que anunció su baja del partido a los pocos minutos de abrirse las puertas de la sala en la que se celebró la reunión, al comprobar que la "única estrategia de los riveristas era copar la gestora y aplastar a la discrepancia".

La indignación en algunos consejeros llegó cuando los de Arrimadas descartaron el uso del voto secreto, a pesar de que se había colocado una urna para ello y como el presidente del Consejo General, Manuel García Bofill, anteponía esa votación al debate sobre los nombres que les acababan de presentar.

Ante esto Garicano se acercó a Arrimadas "pidiéndole que parase" esa imposición pero Arrimadas delegó la decisión en Bofill.

Arrimadas y los suyos habían preparado el congreso a conciencia y en vez de voto secreto, hubo mano alzada con cartulinas verde, blanca o roja.

Se empezó preguntando cuántos votos en contra había, seguidamente cuántas abstenciones y luego cuantos votos a favor. El espectáculo fue tan dantesco que hubo muchos que ni levantaron la cartulina. Sin embargo la cosa no acabo ahí. Faltaba que Bofill colocara la guinda al pastel que Arrimadas había preparado y ante la sorpresa de todos Bofill dijo que valían tanto las manos alzadas como las que no, contabilizándose 117 'síes' donde había apenas la mitad y anunciando que la lista había contado con el 91,4% de apoyos de los presentes.