Rusia, uno de los aliados de Al Asad, califica de acto de "bandolerismo estatal internacional" la actitud del presidente norteamericano.
Si recuerdan Trump ordenó la retirada de sus tropas del norte de Siria en octubre, pero no tardó en afirmar que retendría cerca de 500 soldados para resguardar las instalaciones petroleras con ayuda de las fuerzas kurdas.
El secretario de Defensa de EE.UU., Mark Esper, detalló que las tropas estadounidenses permanecen en el norte de Siria para proteger las instalaciones, no solo de los combatientes del autodenominado Estado Islámico (EI) sino también del gobierno ruso y del régimen sirio.
Las fuerzas rusas están ayudando a Damasco a tratar de recuperar el control de las instalaciones petroleras del país.
Los dos países firmaron un acuerdo bilateral de cooperación energética en 2018 que otorga derechos exclusivos a Moscú para reconstruir el sector petrolero y gasífero sirio.
Por su parte, Trump no ha ocultado su propio interés en beneficiarse del petróleo que sus tropas están protegiendo.
El sector petrolero y gasífero ha contribuido enormemente a los ingresos del gobierno de Al Asad, a pesar de que su país cuenta con reservas relativamente pequeñas en comparación con las de otros países en Medio Oriente.
En 2018, Siria contaba con una reserva estimada en aproximadamente 2.500 millones de barriles de petróleo. La vecina Arabia Saudita tenía alrededor de 297.000 millones, Irán 155.000 millones e Iraq 147.000 millones.
La mayoría de los campos petroleros sirios se concentran en la provincia de Deir ez Zor, en el este, cerca de la frontera iraquí.
Pero su producción petrolera se ha derrumbado desde que comenzó el conflicto en 2011.
En 2008, Siria produjo 406.000 barriles por día (bpd), de acuerdo con la revisión estadística de British Petroleum de este año.
En 2011, la producción cayó a 353.000 bdp y en 2018 se desplomó y alcanzó solamente 24.000 bdp, lo que representó una reducción de más del 90%.
El gobierno sirio perdió el control de la mayoría de los campos petroleros del país.
A medida que la guerra civil se intensificó, las instalaciones pasaron a manos de grupos de oposición y luego a Estado Islámico.
Para 2014, EI había logrado apoderarse de la mayoría de los campos en el este de Siria, incluido el más grande, Al Omar, también en Deir ez Zor.
Las ventas de petróleo se convirtieron en una de las mayores fuentes de ingresos para el grupo islamista, generándole cerca de US$40 millones al mes en 2015, según el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Pero EI perdió el control de los campos petroleros ante las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) lideradas por los kurdos y respaldados por EE.UU.
Los campos petroleros sirios sufrieron grandes daños como consecuencia de los ataques aéreos estadounidenses que buscaban interrumpir una de las principales fuentes de ingresos de los islamistas.
Sus militantes también destruyeron gran parte de la infraestructura petrolera cuando se dieron cuenta de que los campos petroleros caerían a manos de los kurdos.
En 2017, las FDS, lideradas por los kurdos, comenzaron a tomar el control de los principales campos petroleros en el noreste de Siria y a lo largo del río Eufrates.
Desde entonces, el grupo ha logrado reparar las instalaciones y revivir parcialmente la producción.
Jonathan Hoffman, portavoz del Pentágono, dijo recientemente que los ingresos de los campos petroleros no van a Estados Unidos sino que van a las FDS.
Por su parte, Charles Lister, miembro principal del Middle East Institute con sede en Washington, EE.UU., afirma que "las Fuerzas Democráticas Sirias y sus aliados en el este del país actualmente controlan aproximadamente el 70% de los recursos petroleros nacionales, así como una serie de instalaciones valiosas de gas".
Lister agrega que "aunque la mayoría de estas instalaciones están operando muy por debajo de sus niveles de producción anteriores a la guerra siguen siendo una fuente importante de ingresos para las FDS".
Y a pesar de que la ofensiva turca en el norte de Siria ha provocado que las fuerzas kurdas pierdan cantidades significativas del territorio que controlaban, la mayoría de los campos petroleros al este del Éufrates permanecen bajo su control.
El gobierno de Al Asad parece desesperado por tener acceso a los campos petroleros sirios pues sin ellos necesita importar grandes cantidades.
Pero como consecuencia de las estrictas sanciones de EE.UU. y la Unión Europea, a Damasco se le está haciendo cada vez más difícil retomar el control.
Su principal proveedor de petróleo ha sido Irán, sin embargo, sus suministros están limitados por otras sanciones aún más estrictas impuestas por el gobierno de Trump a cualquier empresa o país que haga negocios con Siria.
Fuente BBC news