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Los Especialistas de la Armada de las promociones XX y XXI conmemoran en San Fernando el 50 aniversario del ingreso en la Armada

Los Especialistas de la Armada de las promociones XX y XXI conmemoran en San Fernando el 50 aniversario del ingreso en la Armada
miércoles 20 de noviembre de 2019, 20:36h
El pasado sábado día 16 de Noviembre, la localidad de San Fernando fue el escenario elegido por los Especialistas de la Armada de las promociones XX y XXI al cumplirse el 50 aniversario del ingreso en la Armada Española. El acto estuvo coordinado por el Alférez de Navío retirado, el mazarronero Escribiente Juan José Arróniz Navarro, que recibió a sus compañeros de armas a las puertas de la Parroquia Vaticana y Castrense de San Francisco de Asís, donde tuvo lugar la sobria y emotiva efemérides militar

Situado en el Altar Mayor de la parroquia castrense, Juan José Arróniz realizó un saluda en forma de memoria histórica de aquel acontecer histórico centrado en la década de los 60, que por su interés reproducimos.

Corre la década de los 60.

En España, el 90 por ciento de sus habitantes viven en formación familiar. La gran mayoría en medios rurales, familias cristianas, apostólicas-romanas, formadas en el respeto de sus mayores, emergentes en una sociedad ávida de formación, empleo y trabajo. Una sociedad próspera y rica.

Nuestro “periplo” comienza corriendo el año 1969. Los Medios de Comunicación, concretamente la radio y la televisión nos cuela en los oídos y nos mete por los ojos:

Muchacho, la Marina te llama.

No le hablan a la juventud de “puestos de trabajo”, les alientan con el siguiente argumentario: “No necesitas nada, te proporcionamos comida, alojamiento y un sueldo acorde con tu rango…”. Los convencen con una profesión y una carrera donde pueden llegar a ser “Jefes en la Marina de Guerra Española”.

Algunos conocidos y/o amigos ya han ingresado y en sus permisos cuentan y no acaban de la bonanza de su “empleo como Especialista de la Armada”.

Con la vista puesta en el futuro, aún estando aportando a la familia el tan necesario sueldo de aprendiz, ayudante, etc. los muchachos españoles nacidos entre 1950/53 hacen lo posible y lo imposible por obtener el permiso paterno para ingresar en la Armada Española como Personal Especialista.

Así se formó la “Leva del 69”: Bajan los gallegos, suben los canarios, los payeses catalanes, el arriero maragato leonés, los mineros y pescadores del Cantábrico, el trashumante extremeño, los de Castilla la Vieja, los agricultores riojanos y navarros, el jornalero andaluz, el “Ché” valenciano, el de la huerta de Murcia, el vendimiador castellano-manchego, el empleado de Madrid, el turista mallorquín, el erudito de Salamanca y los labriegos de Zamora, Ávila y Valladolid.

Todos y cada uno de ellos salimos de nuestros hogares, llenos de entusiasmo, esperanza e ilusión para ingresar en el Centro de Formación de Especialistas y Cuartel de Instrucción de Cádiz, donde, recibidos por el personal de guardia durante dos días, se nos “adapta” a la nueva vida, en este orden: barbería, ducha, primera ropa de faena, zapatillas de lona negra y goma, número de rancho y la litera.

De nuestra incorporación queda documento gráfico, más o menos verídico, en la película “Cateto a Babor”, interpretada por el recordado Alfredo Landa .

Con este recibimiento comienzan las primeras desilusiones, el cambio de imagen no a todos les agrada, no gusta ni soportan que les manden y mucho menos “esa obediencia ciega: usted se calla, aquí no opina………...” ya empiezan las primeras “deserciones”.

Durante sesenta días desayunando, trabajando, comiendo, cenando y durmiendo con “alguien” de la otra punta de España, hacen que ese extraño, hasta hoy, sea tu respetado amigo, inolvidable en adelante. El inadaptado, desapareció en los años y seguro que, como nosotros, en algún momento han comentado:” yo tuve un compañero en el CIM de Cádiz, cuando fui para Especialista, que era de ese lugar.”

Después, fuimos seleccionados por idoneidad para cada una de las especialidades y juramos fidelidad a la Bandera de España.

Ingresamos en las Escuelas de Especialidad, un período duro y difícil en régimen de una Escuela Militar, una cosa totalmente nueva y distinta de lo que vivimos y conocimos en la vida civil o el Centro de Instrucción.

Los Alumnos cursarán estudios paralelos de Formación Profesional y Formación Militar, durante los Cursos I, II y III, hasta su formación como Suboficiales Especialistas.

Comienza el verdadero periodo de adaptación a una vida tan distinta a la esperada o soñada. Aparece el compañerismo, respeto y hermanamiento. No hay listos ni torpes, no hay útiles ni inútiles, no hay trabajadores ni vagos, hay un grupo de chicos que, formando una piña, sacan adelante Instrucción Militar, desfiles, marchas, exámenes y todo lo que se presentaba para poder acabar el curso.

Después de un duro año son nombrados, con todo merecimiento, Cabos Segundos Especialistas.

¡Que orgullo lucir esos galones de color rojo con ese distintivo de Especialidad y volver a casa satisfechos por lo conseguido!!

Toca desarrollar los conocimientos adquiridos y para ello tenemos que cubrir las plantillas de todos los buques y dependencias de la Marina de Guerra Española. Volvimos a estar desperdigados por toda la geografía española, algunos coincidimos con viejos compañeros del CIM, de otras especialidades.

Entre maniobras con otras Marinas, viajes por los océanos, se pasó el tiempo, dos años.

Llega el momento de decidir si volver de nuevo a la Escuela de Especialidad, para seguir con nuestra formación militar, o terminar el contrato contraído con la Marina de Guerra.

Ser Marino de Guerra es como un sacerdocio, la férrea disciplina militar, tan dura y sacrificada que solo los elegidos aguantan esas condiciones.

Ser Marino de Guerra no es producto de la casualidad. Es genético. Debe gustarte el orden, la disciplina y la aventura.

Ser Marino de Guerra, no es sinónimo de lujos y riqueza. Es sinónimo de vivir una vida con lo necesario, aún cuando eso incluye a tu familia.

Para ser Marino de Guerra, se debe entender que nada vendrá fácil ni gratis.

ANTES DE MARCHAR, DEBES APRENDER A CAMINAR BIEN.

ANTES DE CAMINAR, DEBES GANÁRTELO CORRIENDO.

ANTES DE MANDAR, DEBES APRENDER A OBEDECER.

El Marino Guerra es fácil de reconocer:

Es el que camina recto, aunque mayor intentando que su pecho sobresalga de su vientre.

Es el que cede su asiento donde esté.

Es el que abre la puerta.

Es el que llega temprano a las citas.

Es el que llega bien vestido con ropa que pasó de moda hace 4 años (acostumbrado a su uniforme, su vestimenta civil pasa a segundo plano).

Es el que en días de descanso andará haciendo deporte y para descansar, cambia de actividad.

Es el que come lo que se le sirve.

Es el que se duerme el último y se levanta primero, sabiendo que no tiene nada pendiente al arrancar el nuevo día.

Es el que se detiene ante un cortejo fúnebre.

Es el que se para en posición de “firmes” cuando se canta el himno o en presencia de la bandera.

Es el que se enoja cuando se le falta el respeto a los símbolos de su Patria.

El Marino de Guerra no es necesariamente un hombre en un uniforme con la cara camuflada y empuñando el fusil.

El Marino de Guerra abarca también a las mujeres y hombres que apoyan el funcionamiento de su Ejército desde un puesto administrativo, prestos a saltar y defender el honor de su Patria.

El Marino de Guerra es todo aquel que, habiéndose puesto un uniforme militar algún día, quedó enamorado del rigor y la disciplina y, aún en otra rama profesional, se emociona al ver soldados marchar y vuelve a sentirse joven.

Así pues la mayoría de los aspirantes que no lo entiende, que no son capaces de soportarlo y al no aceptarlo vuelven a casa de nuevo con los suyos, a la vida ordinaria que abandonaron.

Pero dentro de su corazón, como se ha demostrado a través de los años, siempre recordará: “Cuando fui a Canarias…..Cuando llegamos a Francia…. Aquel de Madrid, “El Vallecas”, que buen chaval,….. allí deje al “Sevilla”, casi un hermano…”

Los perseverantes, a los que nos forjaron para ser fuertes y superar todo tipo de adversidades, con todos los sacrificios han llegado a la meta del anuncio: Jefe en la Armada Española. Otros, siguiendo las pautas fueron Cabos Primeros y Suboficiales. Algunos han sido Profesores e Instructores en Escuelas de la Armada.

Ahora ya no somos esos adolescentes que ingresamos en el CIM, allá por 1969, sin saber realmente lo que queríamos ser ni adonde íbamos a llegar. Hemos navegado por esta vida llevando a nuestro cargo una familia y soportando las vicisitudes de nuestro sacerdocio naval.

Están presentes todos y cada uno de los que Dios llamó a su lado, esos hermanos con los que compartimos destino, cursos, navegaciones, alegrías y penas en la singladura de su vida.

Otros, en el transcurso del tiempo han retomado aquella vieja amistad y hoy algunos de ellos se encuentran presentes y orgullosos de haber permanecido un tiempo como Especialista de la Marina de Guerra Española y haber jurado su Bandera.

Con esta reunión hemos querido recordar nuestro 50 aniversario de ingreso en la Marina de Guerra Española y con ello, abrazar el recuerdo de tantos hermanos de las Promociones XX y XXI de Especialistas de la Armada que no han podido acompañarnos en este acto.

Desde aquí mi agradecimiento de todo corazón a todo el que ha hecho posible esta celebración y mi respeto y consideración a mis hermanos presentes y ausentes.

Tras la alocución, el AN (r) conmina a los presentes a ponerse en pie para entonar los habituales vivas en honor a la Armada Española, la Virgen del Carmen, el Rey y España, para seguidamente realizar la tradicional ofrenda floral en honor y gloria a los que dieron su vida por España, con la leyenda habitual de esta ceremonia: “Los ejércitos de España son herederos y depositarios de una gloriosa tradición militar, el Homenaje a los seres que la forjaron. Es un deber de gratitud y un motivo de estímulo para la continuación de su obra”.

Lucharon con valor, sirvieron con lealtad y murieron con honor.

La secuencia posterior está protagonizada por el oficiante de la Eucaristía, que dice lo siguiente: Lo demandó el Honor y obedecieron, lo requirió el Deber y lo acataron, con su sangre la Empresa rubricaron, con su esfuerzo la Patria engrandecieron, fueron grandes y fuertes porque fueron fieles al juramento que empeñaron. Por eso, como valientes lucharon y como héroes murieron. Por la Patria morir fue su destino, querer a España su pasión eterna, servir a los Ejércitos su vocación y sino. No quisieron servir a otra bandera, no quisieron andar otro camino, no supieron vivir de otra manera. Dios les bendiga y los ilumine en su marchar y en su actuar donde quiera que estén.

El acto conmemorativo culminó con la interpretación por parte de los asistentes de “La Muerte no es el final”.

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