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Las hurdes una tierra que engancha
Las hurdes una tierra que engancha

Las hurdes una tierra que engancha

Las hurdes una tierra que engancha
viernes 11 de agosto de 2017, 14:30h

Las Hurdes, esa tierra cacereña al norte de la provincia que te embauca por su endiablada ororafía, sus paisajes y sus gentes, bien merece una visita. Ascender por sus escabrosos valles, vergeles de vegetación donde se entremezclan los inmensos pinares con los campos de cerezos, las zarzas y jaras con los castaños y bruños en esas huertas robadas al monte que al amparo de un regato o río es la huerta de los aldeanos, resulta embriagador.

Pueblos en cuesta de calles estrechas y casas de piedra con tejados de pizarra apoyadas una sobre otra le dan un encanto particular y exclusivo a una comarca que hiciera famosa aquel viaje de Alfonso XIII en compañía del del doctor Marañón y aquel documental ( Tierra sin pan), donde Buñuel según unos plasmó la relidad y otros lo peor de una tierra que por fortuna ya no es lo que fué.

Lejos queda aquel aislamiento en el que vivió sumida durante siglos.Hoy las comunicaciones no son distintas a las de otras partes de España, una tierra donde se conservan las tradiciones las vestimentas y en el recuerdo terribles leyendas de seres mitológicos como el Macho Lanú y hambrunas legendarias por las que sus habitantes hubieron de emigrar.

Pueblos como Pinofranqueado y Caminomorisco, Casares de las Hurdes, Nuñomoral o Ladrillar cada uno con sus aldeas dan vida a los distintos valles que como venas en el cuerpo transitan al amparo de un rio, sangre de vida para sus gentes. Aldeas como las Erias, Cambrón, Cambroncino, Arrolobos, las Vegas de Coria, el Rubiaco, Cerezal , el Gasco, Martinladrán, la huertre, Carabusino, el Robledo, las Mestas, Cabezo o los dos Riomalo, el de arriba y el de Abajo son algunas que no todas las poblaciones de este lugar. Todas tan parecidas y a la vez tan distintas, todas bonitas y encanto diferente.

Agua por todos lados, piscinas naturales en los rios, cascadas como el Chorro de la Meancera o el Chorritero, merenderos por doquier, rutas señalizadas, restaurantes con encanto donde degustar la variada y rica gastronomía y alojamientos rurales de calidad permiten al visitante disfrutar de unos días de asueto que no olvidará.

Visitar las Hurdes es entrar en otro mundo, un mundo de gente amable y servicial dispuesta a enseñarte su tierra, llevarte a los distintos Centros de Interpretación de la Casa Hurdana, ubicados en un conjunto de viviendas y cuadras rehabilitadas en las distintas aldeas con el fin de poder mostrar al visitante cómo era la vida cotidiana en su interior.

Cesteros, colmeneros ,artesanos de la pizarra o el brezo, fabricantes de Jabones, de crecepelo y de unguentos para quitar el mal olor de pies, con sus tiendas en las bajeras de sus casas o exponiendo sus productos en tenderetes en una plaza o calle, te darán una idea de lo que la gente de aquella tierra es capaz de hacer, mientras te tomas un vino o un aguardiente que ellos mismos fabricany entre tanto te cuentan alguna de las muchas leyendas que por sorprendentes son tan propías de aquella comarca.

Las Hurdes aquella tierra apartada y desconocida de antaño bien merece el esfuerzo de ser visitada. Plantarse en ella es fácil, pasar allí unos días también, olvidarla, imposible. Hoy, al recordar los años de acogida allí aún me emociono y cuento los días para volver y recorrer sus pueblos, disfrutar de sus fiestas, sentarme con los amigos o coronar la sierra para llegar al mirador y contemplar el atardecer.

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