Editorial : Para liderar el PSOE de Andalucía hace falta como mínimo, tener verguenza.

Escuchar a Susana Díaz con esa habitual soltura tan suya y tan cínica como indigna, que ha llevado consigo la mayor bajada de bragas de una política en activo, en los más de cuarenta años de democracia, abochorna a gran parte del socialismo andaluz.

“No siempre hemos compartido posiciones políticas, pero tiene toda mi lealtad y mi apoyo y yo cuento con el suyo para recuperar el gobierno en Andalucía” ha dicho. Para decir esto no sirve cualquiera, solo aquel o aquella que carece de escrúpulos. Susana, culpable de la división del socialismo en Andalucía y de la llegada al poder de la derecha, aquella que fue okupa en Ferraz, que mandó a la "autoridad única" para hacerse cargo del local, que golpeó, pateó y se meó en el socialismo y en los socialistas, tiene estómago para esto y para más. Tanto es así que llevando su ética al límite de la indignidad ha culpado a "otros" de intoxicar la mala relación entre ella y aquel al que quería "muerto".

Pero en esa palabrería rebuscada y aprendida, polpulista e infame, ha ido a más, hasta el punto de buscar la manera de hacer sentir mal a cuantos socialistas la critican porque "todo el que ama a España, todo buen socialista, lo que quiere es que en Andalucía gobierne el PSOE", liderado por ella, claro está. Así quién la critica, aquel que no la quiere, el que la considera culpable de cuanto ha sucedido en la debacle socialista y ahora la ve como la perdedora de la Junta, es según ella un mal socialista.

“La gente está cansada de quienes no vienen a construir sino a enfrentar, dividir y bloquear”,ataca. Sin embargo, ¿no es esto cuanto hizo ella? Y lo hizo no con los contrarios sino con sus propios compañeros, con aquellos que apostaron por Sánchez y no por ella, a los que bloqueó su entrada en las listas andaluzas.

Para la expresidenta andaluza, “es impensable que ninguna fuerza constitucionalista impida que el gobierno eche a andar”, esto que dicho así suena tan bonito, es algo que ella llevó a cabo ayudada por la baronía y los diputados susanistas en el congreso.

A nadie se le olvida que Díaz impuso, dar el Gobierno A RAJOY para IMPEDIR QUE SU ENEMIGO, Pedro Sánchez, consiguiera llegar a la Moncloa, plaza que se había reservado para ella.

Díaz que ha lamentado que Vox utilice Andalucía como “moneda de cambio” no ha explicado porqué Vox está en el Parlamento Andaluz y menos aún parece dispuesta a asumir responsabilidades políticas, que pasan sí o sí, por dimitir.

Sin embargo tras su infame proceder al cargar su mala relación con Sánchez a los que" intoxicaron", es evidente que la que fue sultana andaluza, no está dispuesta a asumir su derrota e irse.

Por tanto ya no valen los paños calientes y si Díaz no se va, no queda otra opción que cesarla desde Ferraz, antes de que la militancia se ponga de nuevo en pie y lo exija. En Andalucia no se la quiere y si se presenta el PSOE, volverá a perder.

Ahora Pedro Sánchez sabe que la pelota está en su tejado y que más pronto que tarde la tendrá que coger. Cuanto antes mejor, así evitará que esta señora vuelva a insultar la inteligencia del militante socialista andaluz.