Cien metros mar adentro, junto con 10 kilogramos de pulpo, encontró una barra de metal. De regreso a casa, desconociendo el valor de la pieza, se la dio a sus hijos para que jugaran hasta que su hermano le advirtiera que podría tener algún valor. Y juntos, fueron a la joyería “La Esmeralda”, cuyo propietario se las compró por 11 mil pesos mexicanos.

Así fue como durante casi un año, los hermanos Hurtado estuvieron rescatando piezas de valor incalculable, que el joyero les compraba por algunos miles de pesos para luego fundirlas y hacer anillos de graduación.

Parece que el humilde pescador hizo demasiada ostentación de su riqueza, que hasta se compró un colchón nuevo. El caso es que Raúl Hurtado fue a parar a la cárcel.

En total, fueron rescatadas 58 piezas: barras, fragmentos, brazaletes y pendientes de oro de un valor histórico extraordinario. Este tesoro es conocido como “las joyas del pescador” y se exhibe actualmente en el Baluarte de Santiago, en Veracruz.

Ahora el pescador sigue como siempre. Consigue llegar a duras penas a fin de mes vendiendo pescado, y recuerda con pesar que tuvo entre sus manos el fabuloso tesoro de Moctezuma.