En 1938 acabó en manos de Franco y de su esposa y hasta ahora ha sido un lugar de reunión para toda la familia. Tras la muerte del dictador se empezaron a escuchar las primeras voces que pedían la restitución de la propiedad a Sada y que ahora han tomado más fuerza que nunca. Si finalmente el Ayuntamiento consigue recuperar el pazo, los Franco no tienen de qué preocuparse, pues disponen de un gran holding inmobiliario repartido por toda España que hoy descubrimos en Vanitatis.

A pesar de ser el inmueble más conocido de la familia Franco, el pazo de Meirás no es ni mucho menos el más valioso que poseen en Galicia. Según la escritora Pilar Eyre, “Carmen Polo tenía otra casa en el barrio viejo de A Coruña, el palacio Cornide. Se trata de un edificio de 879 metros cuadrados con un valor muy superior al del pazo de Meirás y que ha pasado desapercibido para el público”.

Además, la familia sigue manteniendo otra propiedad en tierras gallegas, la casa natal de Francisco Franco, en Ferrol. Es un inmueble austero que recibió el Generalísimo como parte de la herencia paterna y que la familia cedió al Ayuntamiento. La mujer del dictador decidió modificar su decoración para hacerla parecer un pequeño palacete, un hecho que disgustó a Pilar, hermana de Franco, ya que consideró que deshonraba la memoria de su padre y que no se adecuaba a la vida que habían llevado.

El número 8 de la calle Hermanos Bécquer de Madrid es la joya de la corona de todo el entramado inmobiliario del que dispone la familia Franco. Se trata de un inmueble señorial, ubicado en el barrio de Salamanca, del que Carmen Franco es dueña en su totalidad. Es allí mismo donde tienen su sede algunas de las sociedades más importantes de la familia como Fiolasa S.A., con activos superiores a los 20 millones de euros, o Proazca S.A., que tiene una facturación anual cercana a los 2 millones de euros.

En Madrid, la familia Franco también tiene un gran número de pisos en alquiler. Además, en la capital disponen de muchos locales comerciales y plazas de garaje que les reportan unos beneficios anuales muy altos. En la misma provincia también tenían el palacio del Canto del Pico, que servía como segunda residencia a Franco y que la familia vendió en 1988 por 300 millones de pesetas, unos 1,8 millones de euros.

Franco era un gran amante de la caza y la pesca. Tanto que solía dedicar la mayor parte de su tiempo libre a estas dos aficiones. En una de las escapadas que realizó por el sur de la provincia de Madrid recayó en la finca de Valdefuentes, por aquel entonces propiedad del conde de Romanones. Le gustó tanto que decidió comprarla a través de una de las sociedades que ahora son parte de la familia. El valor de la finca es altísimo. A la muerte del dictador se cifró en "10.000 millones de pesetas. Pero una parte de ella, 3,3 millones de metros cuadrados, ha sido recalificada y, antes de que estallara la burbuja inmobiliaria, estaba previsto construir una urbanización de lujo, con un valor incalculable", según se recoge en 'Franco confidencial', de Pilar Eyre.

Cristóbal Martínez-Bordiú, yerno del dictador, y Nenuca, como era conocida en la familia Carmen Franco, recibieron como regalo de un constructor de la Costa del Sol un gran chalé en la urbanización Los Monteros de Marbella. Se trataba de una gran propiedad en la que el marqués de Villaverde, su mujer y sus hijos solían veranear cuando no se encontraban en el pazo de Meirás.

Resulta complicado hacer un cálculo preciso de la riqueza de la familia. Algunos autores como Mariano Sánchez Soler, autor de 'Franco SA', han asegurado que a la muerte del dictador, acaecida en 1975, el hombre que había dirigido el destino de España durante 40 años legaba a sus familiares una cifra cercana a los 600 millones de euros. Este montante se repartiría ente fincas, casas, sociedades, negocios y depósitos en cuentas bancarias, no todas en España