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Patrioteando por la red

viernes 13 de octubre de 2017, 11:13h

Si tuviera que redactar mi currículo para un trabajo decente, creo que debería de mentir rebajando mis talentos, porque de lo contrario no pasaría el corte del entrevistador de recursos humanos, por que donde voy yo diciendo que he sido entrenador toreros de salon, vulcanólogo, traductor de lenguas muertas, el negro que le escribió el libro a Ana Rosa Quintana, el ateo confeso que redactó los mejores pregones de Semana Santa sevillana, tahúr en las timbas más afamadas de la corte y sobre todo diseñador de slogans muy conocidos como ese de ¡! Soy español español oeee oeee ¡! Encargo este para el mundial en qué quedamos campeones.

Con este bagaje tan pintoresco, lo normal es que solo me admitan en este periódico digital, para dar un tono exótico e irreverente, que pueda su director presumir de tolerante demócrata en su línea editorial, que es lo que en verdad hago yo aquí, bajo el palio circunstancial de que en este lugar se respeta todas las opiniones, y para muestra este botón.

Si yo fuera decente, no participaría con mi frágil ortografía a cimentar este diario cuya línea editorial confunde la opinión con la información, que promociona el sangrante mundo de la fiesta nacional, que patriotea con editoriales envenenados, en la lógica de fomentar la mansedumbre frente a la valentía de la verdad circundante, si, esa verdad que se esconde entre los temores a un cambio sensato de tanta pornografía política en la que vivimos.

La ambigüedad está considerada como el punto equidistante entre la virtud y el vicio, aunque sus detractores son tan mayoritarios, que la convierten de facto en una opción plagada de controversia anuladora de éxitos o grandes metas, pese a tener a Miguel Bosé aún en el escenario de los suspiros.
Sin embargo no existe más finura dialéctica que saber si un gallego baja o sube, en su peculiar abstracción de lo ambiguo, el culmen diplomático rural, del eufemismo con retranca por los escarpados aspectos de la poca verguenza.
La soflama, método ajeno a las carambolas interpretativas, tiene de bueno que no admite la duda, sin embargo tanta claridad ciega la perspectiva del horizonte, dejando de ver las sensuales curvas que serpentean los acantilados previos al porvenir.

Tener opciones para elegir y no estar abocado por necesidades varias a no ser tú mismo, es el acto con más enjundia que una persona adulta puede celebrar, superando con creces cualquier aspiración material o emocional que el arte de vivir nos concede.
No confundir lo dicho anteriormente con el libre albedrío, que es prerrogativa innata en nuestro desarrollo conceptual, las opciones son el fruto del esfuerzo, de la constancia y la buena gestión que hacemos de nuestros recursos intelectuales, sociales o comunicativos de nuestros propios discursos en los escenarios donde actuamos.
Nuestro talento, tiene valor que se cotizan en el parqué bursátil de cualquier civilización ordenada, todos y sin excepción poseen algunos que los identifican como seres humanos únicos, y desde que pasamos de la huella dactilar a ser considerado un mero numero prescindible, todo lo dicho no tiene sentido ni razón cartesiana que lo entienda, por eso valoro lo irreverente, la rebeldía y si me apuras, lo revolucionario.

Y a pesar de todo lo dicho, si puedes ver este relato desordenado, recuerda que no es por la bondad de su director, sino por los tres espacios publicitarios que insertaran en mi narrativa, que aquí el que no corre vuela. De todas formas Gracias Gabriel por tu amistad y consideración.

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