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Solo para mis ojos.

martes 10 de octubre de 2017, 07:13h

Pensamos que todo va a seguir igual, que nunca cambiará nada, nuestra posición social, nuestro estado laboral, la familia, amigos, entorno, en resumen el mundo particular que cada uno nos hemos creado y que es el que nos brinda el apoyo y descanso para afrontar la realidad global en la que nos movemos y luchamos cada día.

Pues amigos, nada más lejos de la verdad. Todas nuestras vidas están basadas en alcanzar unas metas arquetípicas que viajan con nosotros en la memoria genética de la humanidad, objetivos que han ido variando con el paso del tiempo pero cuyo fin sigue siendo el mismo, nuestra zona de comodidad, ese espacio donde nos sentimos seguros, donde controlamos el antes y el ahora, haciendo planes para el después.

Pasa el tiempo y cuando pensamos que ya tenemos afianzado todo, nuestro rumbo bien trazado y nuestra vida completa y establecida....

Una mañana cualquiera, no elegida y sin nada en particular, te levantas y te das cuenta que todo ha cambiado, por una decisión, acontecimiento o por el simple aleteo de una maldita polilla en la habitación de tu vida, todo se ha roto y lo hasta ahora vivido por ti y los que te rodean ha perdido el sentido, el antes quedó como un recuerdo que no llegó a nada, el ahora es un malestar y desconcierto insoportable, el después, no puedes ni entreverlo, no existe.

El azar?, no, definitivamente no se trata de algo fortuito, es el fruto de una decisión, meditada o no, pero que probablemente condicione el resto de nuestra vida y las de los que nos rodean. Nos vimos seguros, casi en la obligación moral de actuar así, pensabamos que era lo adecuado, primero para nosotros y despues para el resto, todos aceptarían la nueva situación y los que no acabarían amoldándose, al fin y al cabo todo es cuestión de acostumbrarse.

Error!, grave error, estamos acostumbrados a tomar decisiones de manera tan subjetiva y poco analítica que la parte que más pesa son nuestros propios objetivos, obviamos las responsabilidades adquiridas hacia los demás y aquí es dónde empiezan los verdaderos problemas. Se nos hincha el ego cuando pensamos que hemos sido muy valientes al romper con todo y elegir otro camino, lo que no nos damos o no queremos darnos cuenta es que no tenemos que ser valientes o cobardes, hay que ser práctico y pensar en las consecuencias globales.

A lo largo de mi vida he podido ver muchos casos de esa índole, muy pocos acabaron bien o al menos sin salir demasiado perjudicados no alcanzaron los objetivos previstos. En la mayoría de esas situaciones ni tan siquiera se tuvieron en cuenta los posibles daños colaterales.

Un ejemplo muy de moda en estas últimas semanas sería el independentismo catalán, ha quedado plenamente de manifiesto como todo un pueblo ha sido dañado no por un ideal, no, por las decisiones mal tomadas por parte de sus dirigentes que valiéndose de él han causado toda una serie de actuaciones que no han hecho más que enturbiar y enrarecer la convivencia entre ellos mismos y con el resto del país, sin profundizar en las consecuencias socio económicas que quedaran lastrándolos. Tenemos que acudir a nuestra historia más amenudo, en ella podemos constatar lo que anteriormente dije sobre las decisiones valientes.

"Sé tu mismo", "Puedes con todo", "Cuando una puerta se cierra, otra se abre", "Hoy he decido ser feliz", "Aparta de tu vida a quien no te aporta nada"....

Definitivamente, las grandes frases no surgieron para todos los intelectos, además, son susceptibles a la interpretación y un fuerte vehículo que hábilmente manejado puede condicionar a masas con una ingente carencia de múltiples necesidades.

Estamos capacitados para tomar unilateralmente decisiones que afecten a otros que dependen de nuestra guía y cuidados?.

Mi opinión es que mayoritariamente no, somos por naturaleza individualistas y precisamente eso es lo que nos lleva a la gregaria precarietud en la que vivimos. Es muy fácil ponernos una bandera en la mano, el dejar una familia y vivir la vida, el pensar que decidimos nosotros cuando realmente estamos siendo guiados por otros, lideres, intereses, amigos, familia.

La flor más bonita no tiene por que ser la que mejor fragancia desprende, pero una vez que la has comprado, es tuya y te has gastado el dinero en ella. Como todo en la vida, las indicaciones, consejos, opiniones vienen bien, pero solo eso, el olfato para encontrar la verdadera flor, debe ser nuestro y desarrollado por nosotros mismos, tras muchisímos fallos y aciertos.

Todo esto, es solo para mis ojos, ya que es mi prisma, mi forma de ver la vida e intentar enterderla, no os dejéis llevar por lo aparentemente saciador para vuestros anhelos y sueños, hay mucho más en juego.

Intentando analizar, salir de esos círculos cerrados e insanos, os sentiréis mal, desplazados, asustados incluso, solos, muy solos, pero.... creed, el fin, merecerá el precio pagado, no seréis manipulados, no seréis abocados al febril borreguismo que os coarta el decir vosotros mismos, el sentiros dueños de vuestro pasado, presente y futuro.

Las grandes frases, no, no están para seguirlas a pie juntillas, están para enterderlas, saber el contexto del que nacieron y para ayudar a dar a luz las nuestras propias.

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