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lunes 02 de octubre de 2017, 11:32h
Loli Castaños
Aunque parezca que es patrimonio de los andaluces reírse de todo, hasta el punto de convertir un entierro en una sesión de patio de verano, siempre que el muerto no sea un familiar directo claro, es algo que recorre el país de norte a sur, el español es chistoso por naturaleza, será ese recurso que tiene, a modo de válvula de escape a tanta concentrada resignación a pensar que las cosas, o se arreglan solas, o no tienen arreglo
En tiempos de Franco, dicen que
soltaban un burro y allí por donde iba, se presentaban las máquinas y hacían la carretera.
El español ha sido muy dado al costumbrismo de dejar las riendas de su destino en manos de cualquiera que parezca que sabe por donde va,aunque la lógica del burro, en el trazado del camino, solo sea adecuada a los límites de sus hechuras
quizá lo que le movía en esta creencia, fuese ese punto de echar palante, entre el fatídico "a las penas puñalá y tragar con alegría las ruedas de molino que a modo de consuelo le van dando cada día, convertidas en actos de fe.
Cuando se quiere llevar a la práctica los fundamentos de una democracia que dice, que toda persona tiene derecho a expresar su opinión y votar para decidir su futuro, si no te gusta la forma en el que de está trazando este..Y se encuentra con una rotunda negación primero y
la contraposición de unas fuerzas públicas que no saben bien cuál es su papel, si de extras con guión o meros paseantes y después y aún así conseguir mantener la serenidad suficiente para no tirar por la senda del monte , además de un avance en lo social, también lo es en lo humano, que sea un país dónde hasta ahora la gente, parece ser que es quien sigue a Vicente, aunque éste, sólo este buscando buenos pastos y no sepa que es lo qué hay al final del camino.
Es difícil querer ser español en un lugar dónde se cambian las leyes a conveniencia, se encarcela nada más que a los miembros de la sociedad que estorban en las calles, porque no interesa su integración si no tienen para ejercer el libre comercio del consumismo y no dispone de fiscales que los defiendan..y cuyo único derecho reconocido de sus habitantes, sea mantener una cotización continuada, para que el sistema funcione.
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