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'Muerte al felipismo', por Pedro Cuesta Escudero autor de Atrapado bajo los escombros

"Muerte al felipismo", por Pedro Cuesta Escudero autor de Atrapado bajo los escombros

miércoles 28 de junio de 2023, 07:58h
'Muerte al felipismo', por Pedro Cuesta Escudero autor de Atrapado bajo los escombros
'Muerte al felipismo', por Pedro Cuesta Escudero autor de Atrapado bajo los escombros

Hoy no reseñaré en el diario otra noticia que la que tengo entre manos. Es una bomba. La he rescatado del libro que publiqué en 2011. Me estoy refiriendo al “disquete” que me encontré en el Mercedes matrícula de Madrid. Lo trascribo literalmente y espero por nuestra higiene democrática que abra los ojos a muchos.

MUERTE AL FELIPISMO

“Ya está bien la broma de tres legislaturas seguidas con mayoría absoluta socialista. Hemos de hacer algo antes que la situación se nos vuelva irreversible. Hemos de acabar de una vez por todas con el felipismo. Las cosas han de retornar a su orden natural. Y lo natural y lo lógico es que el Poder lo hemos de ostentar los que tenemos el poder económico. Nosotros somos los que hemos de poner a los gobernantes para que gobiernen según nuestras decisiones. Siempre ha sido así. Nefastos recuerdos tenemos de cuando se subvirtió ese orden natural cuando la República.

No es lógico que nosotros nos esforcemos por crear riquezas para que vengan a disponer de ella y, lo que es peor, que nos maniaten con absurdas disposiciones y nos acribillen con impuestos, que a lo único que conduce es a la paralización del proceso productivo. Y repartiendo miseria no se alcanza felicidad. Si no queremos tener hipotecado el futuro de nuestras empresas y negocios se hace necesario como primera providencia el despido libre. Ya se sabe que si las empresas no marchan viene la quiebra y el cierre. Y todos perdemos porque el paro se incrementa sobremanera. La política felipista nos ha conducido a la tasa de paro más alta de Europa. Y el colmo de los colmos es que los parados están subvencionados, precisamente, con nuestro dinero. Además, la mayoría de la gente que está en el paro prefiere cobrar el paro a someterse a la disciplina del trabajo. Y así no vanos a ninguna parte. También con nuestro dinero se pagan las pensiones, la sanidad, los estudios. Hoy todo el mundo quiere estudiar carreras universitarias. ¡Claro, pagando Rita! Esta es la gran obra del felipismo. ¿Hasta cuándo se puede sostener esta situación?

En los países más ricos y adelantados, EE.UU., Japón, Reino Unido, cada cal corre con los gastos de sus colegios, de sus pensiones y de sus médicos y medicinas. Por eso son los países más ricos y adelantados, porque esos gastos quedan dentro del proceso productivo. En esos países el Estado solo tiene carácter subsidiario y se ocupa de las situaciones extremas, pero no como un deber sino como una atención. Mientras que aquí el gasto público tiene hipotecado el proceso productivo. Y como se comprenderá así no podemos seguir adelante. Su queremos salvar a España de la ruina hemos de actuar decididamente y sin escrúpulos. Aún estamos a tiempo, pues en cuanto nos hiciéramos con el gobierno lo primero que haríamos sería desmantelar el llamado Estado de Bienestar. Empezaríamos rebajando los impuestos y privatizando las empresas de carácter público y así dejaríamos al Estado tan debilitado que, para que no quebrara, no tendría más remedio que dejar de hacerse cargo de los enormes gastos que supone el Estado de Bienestar. La gente ya se esforzaría a financiarse la educación de sus hijos, sus médicos y sus pensiones. Se generalizarían los seguros privados y eso es bueno para la economía. Y el proceso productivo quedaría libre de trabas y gravámenes y nosotros podríamos dedicarnos sin miedos ni recelos a la noble tarea de crear riqueza.

Pero hemos de recuperar el poder político. Y como hemos visto en las últimas convocatorias electorales no es tarea fácil con el juego limpio democrático, por la sencilla razón de que nosotros somos menos. Además, los socialistas tienen una suerte de voto cautivo a través de los subsidios del paro, del PER, del pago de las pensiones, de las becas y de las más variada subvenciones y prebendas. Los socialistas tienen su fuerza en la presión y coacción que ejercen en las zonas más atrasadas de España, en gentes ignorantes y manipulables a las que hacen creer que a la revolución igualitaria se llega a través de ellos. Nos costó el sacrificio de ganar una guerra para que ahora nos arrebaten la partida de una manera suave y casi imperceptible. Y es que Felipe Gonzáles es terriblemente peligroso. No solamente porque tiene carisma entre los suyos, sino porque es endiabladamente prudente y cauteloso. No se deja llevar por revolucionarismos (sic) infantiles, ni por posturas intransigentes. Intuye que un paso en falso puede significarle un gran fracaso o, en todo caso, tensar la cuerda con el peligro de romperse, como le ocurrió a Allende. Ha aguantado, por ello, dos huelgas generales que le han montado (sic) los sindicatos y los comunistas. Y también sabe dar pasos atrás cuando le conviene, como cuando lo de la OTAN.

La situación no es nada fácil y otra intentona como la de 23 F hoy día ya no es factible. Están vigilantes y después del 27 O nos segaron la hierba de nuestros pies de tal manera que hemos de abandonar definitivamente esa posibilidad. O nos resignamos o no queda más opción, si queremos desplazar a los socialistas del Gobierno, que recurrir al chantaje organizado y dar golpes por donde más les duela sin ningún tipo de miramiento. En primer lugar hemos de golpear el compacto cuerpo socialista a fin de que se resquebraje y fraccione. No es la primera vez que dentro del PSOE surgen divisiones y posturas antagónicas. En el 36 las rivalidades entre los prietistas y largocaballeristas facilitaron el que nuestros padres ganaran la guerra. Y el tándem Guerra González, que aparece tan compacto, podría romperse si actuamos inteligentemente y en consecuencia. Más de una vez han dejado escapar divergencias. Y si hundimos a Guerra dejamos el camino expedito para acabar con González. Esa sería una vía, pero no es suficiente. Si realmente queremos acabar con el felipismo hay que atacar simultáneamente desde varias direcciones. Si golpeamos sin ningún tipo de escrúpulos podríamos conseguir que al PSOE le pase como a la UCD, que se desintegre o, al menos, que quede tan debilitado que lo dejemos fuera de combate durante muchos años. Podremos golpear por el flanco que los socialistas se sienten más seguros y donde, a buen seguro, más daño les podremos propinar. Los socialistas esgrimen una superioridad moral, pues a nosotros nos ligan a la corrupción de la dictadura franquista, mientras ellos se pavonean de cien años de honradez. ¿Y si descubrimos a la opinión pública que no son tan honrados como fanfarronean? Pues por ahí es por donde debemos atacar, haciendo ver a la opinión pública que el felipismo patrimonializa (sic) el Estado. Hemos de promover campañas acusándoles de corrupción, de malversación de fondos públicos, de apropiaciones indebidas. Hay que hacer ver que los gobernantes socialistas son gentuza sin escrúpulos, unos facinerosos que se apropian del dinero que religiosamente pagamos todos los españoles con nuestros impuestos. Es lo que más impresiona a la gente y lo que no perdona. Hay que hablar de fraudes, de paraísos fiscales, de edenes caribeños, de comisiones millonarias. Aunque no haya pruebas, a través de nuestras acusaciones e insidias se les obliga a defender su inocencia. Y el escándalo que ello genera siempre deja posos de duda en la opinión pública.

Además entre los innumerables cargos públicos que ocupan los socialistas ha de haber a la fuerza algún corrupto. Que no son ángeles puros y a muchos los podemos sobornar. El dinero es muy tentador. Y, cuando a algunos lo tengamos cogido por los cojones, se promueve una campaña por todo lo alto para que todo el mundo se entere. Pero el quid de la cuestión estriba en generalizar el delito, en promover un linchamiento moral a todos los socialistas en general y al felipismo en particular. Hay que hacer ver que todos son corruptos. Y para que esas campañas sean lo más devastadoras posibles precisamos una maquinaria mediática que comprende prensa-radio-televisión. Para formar la opinión pública en el sentido que apuntamos necesitamos buenos comunicadores, opinantes, tertulianos radiofónicos. Hemos de atraer a los directores de los periódicos. Nos hemos de hacer con los medios de comunicación libres. En cuanto a los públicos hemos de mantener la permanente acusación de que el Gobierno los monopoliza para manipular a la opinión pública. Hemos de movilizar a comentaristas sin escrúpulos que esperen sustanciosas canonjías. Muchos saben que apostando descaradamente por nosotros siempre se sale bien librado. Ellos saben que el dinero lo tenemos nosotros. Los que lo tienen magro son los que apuestan contra nosotros, pues si ganamos ya pueden hacer las maletas. También hemos de atraer a cuantos estén movidos por resentimientos y rencillas personales contra los felipistas, los que esperaban chollos cuando al principio los apoyaban, pero no han visto colmadas sus ambiciones. Los izquierdistas conversos nos son de gran utilidad porque conocen mejor que nosotros las interioridades y flaquezas de sus antiguos correligionarios. Pero no es necesario que se pasen a nuestras filas. Nos son más útiles si siguen conservando sus ideas izquierdistas. La credibilidad de los renegados y resentidos siempre queda bajo sospecha, pero si es la izquierda pura la que habla de corrupción y malversación de caudales públicos del gobierno socialista, su fuerza argumental es tremendamente impactante. La gente de la calle queda más afectada si las acusaciones provienen de los de Izquierda Unida, por la sencilla razón que la gente se siente más próxima a ellos que a nosotros.

Esto nos tiene que hacer reflexionar y modificar actitudes heredadas del pasado. Actualmente nuestros rivales, a los que tenemos que combatir y ningunear, son los socialistas. Sin embargo los comunistas, los feroces enemigos de ayer hoy día no nos representan ningún peligro. Su revolución ya no se la creen ni ellos y su programa político no nos debe inquietar porque no tiene ni pies ni cabeza. El contacto entre IU y la realidad es bastante problemática. Sin embargo, a los que aún le representan una fuerte rivalidad es a los socialistas al disputarles un buen sector del electorado. A nosotros no, porque nadie del centro y de la derecha osaría votar comunista. Además, los comunistas aún continúan con la vieja polémica de que la socialdemocracia es la gran traidora a los ideales de la izquierda. Y eso lo hemos visto todos durante el referéndum a la OTAN y durante las huelgas generales. Los dirigentes de IU tienen una inquina irremediable al felipismo. Su ambición, además, les anima a pensar que pueden liderar toda la izquierda. Por eso su obsesión es acabar con el felipismo. No será difícil, pues, atraerlos para que colaboren en nuestras campañas contra el socialismo. Por ello es por lo que hemos de cambiar actitudes pasadas para colaborar con los dirigentes de IU. Hemos de ayudarles en todo lo que sea posible. Les hemos de ceder parte de nuestros medios de comunicación para que ellos puedan expresarse con mayor libertad. No decimos que sean páginas del ABC, porque se vería demasiado, pero si algún otro periódico de gran tirada para que la opinión pública quede convencida de que el felipismo es corrupto.

También estás con nosotros personas de gran valía de la judicatura, del ejército, de la universidad, de la Iglesia y de las más variadas profesiones. Por supuesto, les han parecido muy bien nuestros planteamientos a los nuevos dirigentes del PP. A los intelectuales que aún sigan defendiendo el felipismo les tachamos de pesebristas (sic), que es lo que más les duele de no tener independencia. Con este amplio frente antigubernativo (sic) hay que conseguir crear un ambiente e intimidación y amedrentamiento de los discrepantes, hasta el punto de que a quien se le ocurra salir en público defendiendo al Gobierno se le confunda de agente de la intoxicación o de estómago agradecido.

Otro flanco que también debemos dinamitar y en el que los socialistas ponen su orgullo y su énfasis, es el de ellos se sienten los más democráticos y respetuosos de la legalidad. Aquí el golpe resulta mortal. Además, sería la represalia que se merecen por habernos desmantelado todo nuestro operativo de lucha contra ETA. Se nos viene acusando de guerra sucia el que venguemos las atrocidades etarras, como la que segó la vida del almirante Carrero Blanco. Pues ahora la guerra sucia se la van a tragar los felipistas. Así acabamos con el mito de chiscos buenos y respetuosos con la ley. ¿Es imaginable mayor impacto el que se diga que Felipe González es el creador o jefe de una banda terrorista? Y no será difícil adjudicarle esta imputación, pues en la etapa de los GAL también había implicados en esa trama miembros de los aparatos del Estado e incluso responsables políticos. Sabemos que es una canallada y muchos no lo aprueban, pero si nos andamos con escrúpulos no vamos a ninguna parte. Si estamos decididos a dar el golpe démoslo en donde más daño haga. Indudablemente que será un balón de oxígeno para ETA, pero también sería catastrófico para nuestros intereses que el felipismo acabara con el terrorismo. Entonces sí que no habría fuerza humana ni divina para desbancarlos del poder. Mientras ellos manden nos interesa que la lucha antiterrorista se debilite. Cuando tengamos el poder ya acabaremos con los etarras, aunque sea de una manera drástica.

La jugada debe ser doble: por una parte se presenta a los felipistas como terroristas que cometen crímenes, que secuestran, torturan y asesinan y que, para mayor desvergüenza, se quedan con los dineros de los fondos reservados. Y como hubo secuestros, torturas y asesinatos, que defiendan su inocencia. Y si lo consiguen, por no haber pruebas en su contra, que quede en el ambiente el hecho de que es inaguantable que el Jefe del Gobierno no estuviera informado, habiendo por medio miembros de los aparatos del Estado y responsables políticos. De momento y para que esos delitos no prescriban, hemos conseguido que un grupo de ciudadanos, tildados de progresistas de izquierdas para no crear suspicacias, presenta ante el juzgado una querella del primer delito atribuido a los GAL, el secuestro de Segundo Marey.

Por otra parte, la política antiterrorista puede ser muy rentable electoralmente siendo duro en su tratamiento, aunque ello, en principio, no sea eficaz para la lucha y sirva para desbaratar la mesa de Ajuria Enea, que, por cierto, es una baza del felipismo. De momento, intransigentes, nada de diálogo con los etarras y exigencia del cumplimiento íntegro de las penas. Nada de reinserción de los asesinos. Todo ello sirve para desacreditar al felipismo, da a entender que existe benignidad en el trato de los etarras, y así podremos capitalizar la comprensible irritación de las gentes ante los execrables atentados terroristas.

Que no quede publicista político que no esté convencido de que el gobierno felipista es corrupto y de que presidente es el organizador o el encubridor de los GAL.”

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