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SIN LÍMITES, serie histórica llena de errores, por Pedro Cuesta Escudero autor de Y sin embargo es redonda. Magallanes y la primera vuelta al mundo

SIN LÍMITES, serie histórica llena de errores, por Pedro Cuesta Escudero autor de Y sin embargo es redonda. Magallanes y la primera vuelta al mundo
martes 05 de julio de 2022, 19:43h
SIN LÍMITES, serie histórica llena de errores, por Pedro Cuesta Escudero autor de Y sin embargo es redonda. Magallanes y la primera vuelta al mundo
SIN LÍMITES, serie histórica llena de errores, por Pedro Cuesta Escudero autor de Y sin embargo es redonda. Magallanes y la primera vuelta al mundo

Sin límites es la nueva miniserie histórica, coproducida entre España y Estados Unidos por Mono Films, Kilian Media y RTVE para Prime Vídeo. En ella se pretende narrar la hazaña que llevaron a cabo un puñado de hombres, dirigidos, primero por Magallanes y al final por Juan Sebastián del Cano, que demostraron, no por la teoría científica, sino por la experimental y palmaria, la esfericidad de la Tierra, la existencia de los antípodas, la seguridad de navegar el globo terráqueo en todas direcciones. Con este viaje la Geografía entra en una nueva fase, con una base sólida e indestructible.

SIN LÍMITES, serie histórica llena de errores, por Pedro Cuesta Escudero autor de Y sin embargo es redonda. Magallanes y la primera vuelta al mundo

Esperábamos un largometraje que hiciera justicia a tamaña hazaña. Sin embargo, en sus 6 capítulos de unos 40 minutos de duración, apreciamos un guion vergonzante y embustero, emocionalmente plano y bastante lineal, con grandes agujeros y fugas que nos dejan incrédulos y ojizainos. Es infumable, la producción muy pobre, los diálogos vacuos y las escenas de acción son de tele novela. Independientemente del guion, la banda sonora es horrible, por no decir inexistente, no se oyen más que ruidos sin fundamento que no permiten escuchar los pobres diálogos de los personajes; la fotografía es penosa, apenas hay variedad de planos y los efectos especiales de risa. Es un producto totalmente carente de rigor histórico, con numerosos deslices, conscientes e inconscientes. Esperábamos un producto de corte histórico y calidad suficiente por parte de nuestra acomplejada industria del entretenimiento, pero se ha hecho cine de comedia subvencionado de muy mala calidad. Los personajes no tienen garra, les falta profundidad.

Que todo suceda de noche es un truco bastante sobado para ocultar la precariedad escenográfica. Barcos que aparecen y desaparecen al albur, no ya de los elementos, sino de las ocurrencias de su director. Se había buscado un director inglés, Simon West, con la creencia de que le diera ese aire de superproducción de que son capaces los británicos, pero no se tuvo en cuenta que en la aulas inglesas se enseña que el primero que dio la vuelta al mundo fue el corsario sir Drake, que lo hizo, pero 50 años después y con la ayuda de dos pilotos españoles a los que hizo prisioneros para que sacaran su escuadra del estrecho de Magallanes.

Se inquirió un guionista, Patxi Amezcua, para que resaltase las virtudes y merecimientos de Juan Sebastián del Cano. ¿Nadie le dijo a este guionista que en 1519 NO existía la "Corona de España", sino que la expedición se hizo bajo el estandarte del Reino de Castilla, que junto con la Corona de Aragón, el Reino de Granada, el de Nápoles y un largo etcétera formaban esa monarquía compuesta que Carlos V acababa de heredar de sus abuelos los Reyes Católicos? Es tan incongruente como si en aquella época se hablase de "Reino Unido". Hay una asombrosa proliferación de anacronismos, conscientes o no: del uso del catalejo, inventado años después; las armas de fuego que salen en la serie son del siglo XVIII y en nada se parecen a los arcabuces del siglo XVI; ¿la imprecisa artillería naval del siglo XVI puede alcanzar a la primera el mástil de un buque enemigo en un tiro parabólico sin ni siquiera apuntar? o ¿reventar un cocotero a cientos de metros?; ¿nadie de los que hicieron la serie se dio cuenta que los marinos y oficiales navales del 1500 no vestían con unos atuendos propios del siglo XVII; ¿no sabían que el remate renacentista de la Giralda es posterior en varias décadas a los hechos descritos? Se ha señalado con suma agudeza que «Sin límites» parece inspirarse en la saga «Piratas del Caribe» y no tanto en los acontecimientos reales de la primera vuelta al mundo. La dirección y el guion no están a la altura de una hazaña histórica de la magnitud que fue la primera vuelta al mundo. Viendo esta serie no sientes la sensación de que estás ante un hecho grandioso. Una historia tan épica no tiene ni un solo momento emocionante durante los seis capítulos. El aburrido discurrir de esta historia no llega nunca a enganchar. Del Cano parece que lo sabe todo y además le saca las castañas del fuego a Magallanes. Ver para creer.

Multitud de inexactitudes históricas

Esta serie va a hacer mucho daño, pues al no ajustarse a la verdad histórica creará confusión. A ningún profesor/a se le ocurrirá pasar esta serie a sus alumnos/as en ninguna clase de Historia, pues la desinformación estaría servida. ¿A cuento de qué se han cometido tantos desmanes, errores y gazapos? Comprendo que tres años de viaje no se pueden comprimir en unas horas de película, que hay que acortar y suprimir. ¿Pero de verdad hacía falta presentar a Juan Sebastián del Cano en las tabernas como un putero borracho? ¿ Es verdad que Magallanes sacó de la cárcel a del Cano? ¿Es imaginable que el portugués Fernäo de Magalhaes irrumpiera violentamente en el trono del recién llegado de Flandes Carlos I para convencerle de que conocía la ruta a las islas Molucas? El rey Carlos I no estaba en Sevilla, sino en Valladolid y después marchó a Zaragoza y a Barcelona para ser jurado rey. Carlos I no estuvo, pues, en Sevilla para presenciar la partida de la escuadra magallánica como vemos en la serie. Es algo que no tiene ni explicación ni enjundia.

¿Y qué ha pasado con su socio Rui Faleiro que no aparece por ningún lado? ¿Y el cardenal Fonseca o el factor Aranda o el banquero Cristóbal de Haro? Magallanes no vino a Sevilla con su mujer Beatriz, sino que la conoció y se casó con ella en la misma ciudad hispalense. No hay ninguna presentación de los mandos de la escuadra. Los capitanes, como D. Juan de Cartagena, primo carnal del cardenal Fonseca, que fue nombrado veedor general y capitán de la tercera nave. Gaspar de Quesada, también capitán de otra nave. Luis de Mendoza como tesorero y Antonio de Coca como contador de la armada. Todos son de familias de noble nacimiento. Su orgullo hacía que les rechinaran los dientes al tener que obedecer al Capitán General Magallanes, al considerarlo de inferior categoría nobiliaria. Tampoco son presentados los pilotos, aprobados por la Casa de Contratación, Andrés de San Martín, Juan Rodríguez Mafra, Juan Rodríguez Serrano, Basco Gallego y los portugueses Juan López Carballo, conocedor de las tierras del palo brasil por haber estado en ellas con Álvarez Cabral y Esteban Gómez, que había ido a la corte en solicitud de una escuadra para hacer descubrimientos. Al quedarse en tierra Ruy Faleiro, por motivos de salud, que había reservado para si la nao de mayor tonelaje, la San Antonio, la capitanea Juan de Cartagena y también con el cargo de “persona conjunta”, la segunda autoridad, después de Magallanes.

El alguacil mayor Gómez de Espinosa no existe en la serie, cuando fue un personaje de gran relevancia. Era el encargado de mantener el orden y que se cumplieran las leyes a bordo. Fue nombrado el 9 de abril de 1519. “Por la presente acatando los servicios que vos, Gonzalo Gómez de Espinosa me habéis fecho e facéis, e espero que me faréis de aquí en adelante, e vuestras suficiencia e habilidad, es mi merced que seáis mi alguacil del armada que van por nuestras capitanes Fernando de Magallanes e Rui Falero. E que todo el tiempo que durare la dicha armada, traer y traigáis vara de nuestra justicia e ejecutar los mandamientos que por los dichos nuestros capitanes fueren puestos e dados”. Llevaba a su cargo cinco merinos (jueces), uno por nave: Alberto, Yudícibus, Diego de Peralta, Juan de Sagredo y Juan de Aroche. (Son los que presidieron el juicio contra los sublevados en el Puerto de San Julián, que no figura en la serie) Después de comprometerse con su cargo ya no hubo más tumultos en la escuadra, como el que sufrió antes de su nombramiento por instigación del espía portugués Sebastián Álvarez. En los 41 días que estuvo la armada atracada en Sanlúcar de Barrameda no consintió que nadie de la escuadra estuviera en tierra, según la orden que recibió. Gómez de Espinosa tuvo un papel decisivo en la sublevación (omitida en la serie) del Puerto de San Julián. Las naos San Antonio, Concepción y Victoria se sublevaron y estuvieron en descarada posición de fuerza frente a la nao Trinidad y la Santiago, aunque ésta, en caso de combate poco contaba. La noche anterior Gaspar de Quesada y Juan de Cartagena, con la valiosa ayuda de Juan Sebastián del Cano, se habían apoderado de la nao San Antonio, encadenando a su capitán Álvaro de Mezquita y Gaspar de Quesada hiere de gravedad al maestre Elorriaga (semanas después moriría de la gangrena de las heridas. El capitán Gaspar de Quesada será el único ajusticiado por haberse manchado las manos de sangre) Ahora, y a la vista de todos, es cuando el alguacil Gómez de Espinosa y seis marinos de confianza, aparentemente desarmados, llevan un mensaje al capitán de la Victoria Luis de Mendoza. Van despacio, pausadamente, como si contaran cada golpe de remo. Desde las cinco naves todos los ojos están pendientes del bote que dirige Gómez de Espinosa con enervante parsimonia. Llagados a la Victoria los enviados de Magallanes ascienden por la escala de cuerdas que se les tiende. El alguacil, que va el primero, lleva el enrollado mensaje muy a la vista. El capitán Luis de Mendoza, vestido de armadura pero sin casco, sale a recibirles al portalón. Gómez de Espinosa hace entrega del escrito al capitán, que lo desenrolla y empieza a leer a la luz mortecina del frío ambiente de la mañana. Su gesto burlón se trueca en una mueca de dolor. El puñal oculto de Gómez de Espinosa le ha seccionado la garganta. Y en ese preciso instante trepan a bordo por estribor quince hombres bien armados al mando de Duarte Barbosa. La tripulación de la Victoria no presenta resistencia y Barbosa se hace cargo de la nao. En un momento ha cambiado la suerte. Ya son tres naves contra dos. El alarde de valor de Magallanes, secundado por el alguacil, ha hecho trizas a los sublevados. Ahora, con la mentalidad de nuestro tiempo, a Gómez de Espinosa se le denigra por haberse manchado las manos de sangre. No se piensa el desastre que hubiese supuesto el que hubiera triunfado la sublevación. Más de uno habría aparecido en el fondo del mar con una piedra atada al cuello. Y con toda seguridad el viaje de la primera vuelta al mundo se hubiera malogrado. Y uno de los responsables habría sido Juan Sebastián del Cano, el que se lleva en esta serie y en la conmemoración del 5º Centenario, todos los honores de ser el primero en dar la vuelta al mundo. Nada de esto sale en la serie.

Después de los sucesos de Mactán y de Cebú se hace con la dirección de la mermada escuadra el piloto Juan Carballo. Sólo quedaban dos naves, la Trinidad y la Victoria, porque la Santiago había zozobrado en las costas patagónicas, la San Antonio había desertado y la Concepción, carcomida por la taraza, hubo de ser quemada por no haber suficientes brazos para manejar los tres navíos. Y en la isla de Cimbambón, al norte de Borneo, donde reparan las naves a fondo, principalmente la Victoria, el 17 de septiembre de 1521 la tripulación destituye a Juan Carballo por estar hartos de su mal comportamiento y eligen a Gonzalo Gómez de Espinosa como almirante de la escuadra y capitán de la Trinidad. Juan Sebastián del Cano, por su eficiencia, sale elegido capitán de la Victoria. Habían elegido a Gonzalo Gómez de Espinosa Capitán general de la escuadra por ser un hombre de honor, recto, que había mostrado valentía y decisión cada vez que había sido necesario. Con él la marinería se sentía protegida. Y el 8 de noviembre de 1521 se alcanza el objetivo del viaje: llegar a las Islas Molucas desembarcando en la isla de Tidore. Los buenos oficios de los nuevos dirigentes hizo posible la amistad de los reyezuelos, incluso el rajá de la isla de Tidore se declara vasallo del lejano emperador D. Carlos, y los navíos son cargados de especias a rebosar.

Y por fin, llega el momento de retornar. Pero están en las antípodas, por lo que han de recorrer medio mundo para volver a casa. Escalofríos les entran a todos el tener que regresar por el estrecho de Magallanes. Por ello, Elcano, Pigafetta, Albo y otros piensan que retornar por el camino de los portugueses es lo más acertado, pues la ruta ya es conocida y no surgirían graves sorpresas. Espinosa, Mafra, Carballo, Punzorol, Pancaldo y otros creen, sin embargo, que regresando por el Pacífico norte se pueden coger los contralisios y a 1800 leguas, según sus cálculos, llegarían al Darién donde se encontrarían con Andrés Niño y Gil González Dávila que, como les comentaron en Sanlúcar de Barrameda, irían a ese lugar para construir carabelas, y los podrían ayudar a trasladarse al Atlántico. Y de allí a casa, sin ningún peligro de tropezarse con los portugueses, los cuales los eliminarían sin contemplaciones, pues piensan que el negocio de las especias es suyo. Y no contravenían lo capitulado con el Emperador Carlos de que no se violaría el tratado de Tordesillas, que les prohibían internarse en la zona de influencia portuguesa. Y se rotura el camino de retorno para sucesivos viajes. (Nada de esto se sugiere en la serie)

El que a última hora la Trinidad hiciera aguas, precisando una profunda reparación de meses, resuelve el conflicto. Elcano no quiere esperar tanto tiempo a que la Trinidad sea reparada y decide retornar cuanto antes con la Victoria por el camino de los portugueses, aunque sea sin su piloto Punzorol, quien no está dispuesto a salir en precarias condiciones para morir de hambre en altamar o a manos de los portugueses. Pero Francisco Albo, de la dotación de la Trinidad, se compromete a pilotar la Victoria y, además, se lleva los mapas que Magallanes tenía, donde se señala la posición de las factorías portuguesas. Y el cronista Pigafetta también se traslada a la Victoria. Y parten el 21 de diciembre de 1521.

Ni se insinúa en la serie que una vez reparada la Trinidad salen con dirección Pacífico norte, pero sufrieron un terrible tifón que destrozó la nave y no hubo más remedio que regresar a Tidore donde ya estaban los portugueses y los atraparon. Gómez de Espinosa al cabo de diez años pudo regresar a casa, cuando el Emperador Carlos V hubo vendido a Portugal las islas Molucas, ya que no las podía explotar, El viaje de retorno por el Pacífico norte lo encontraría más tarde Urdaneta, que hizo posible la colonización de las islas Filipinas.

Comprendo que en la serie se recorten hechos, y no se especifique todo lo ocurrido en el largo viaje de tres años, pero lo que no se entiende es que se intercalen hechos inexistentes como una batalla naval contra los portugueses antes de llegar a las Canarias o que en el Rio de la Plata sean asesinados muchos a manos de los nativos, copiando lo que le había ocurrido a Solís en un viaje anterior. A partir de esta batalla inexistente vemos que en esta serie desaparece la nao Santiago. Inaudito, pues la nao Santiago la envió Magallanes para explorar desde Puerto de San Julián donde habían pasado la invernada. Precisamente un buzo argentino amigo nuestro, Daniel Guillén, halló los restos de dicha nao Santiago cerca de la desembocadura del rio de Santa Cruz. Investigadores del CSIC en el Centro Nacional de Aceleradores confirmaron, tras realizar los pertinentes análisis y aplicar el método carbono 14, que esos fragmentos de madera pertenecen a la nao Santiago, el más pequeño de los barcos que componían la Armada de las Especias. Después de cinco siglos sepultados bajo el mar, el hallazgo de estos restos es de los más importantes. Daniel Guillén me comunicó que regalaba una pieza de ese hallazgo a un museo español. Puesto al habla con el Museo Naval de Madrid desestimaron este desinteresado regalo.

Hay licencias en la serie que no se entienden y son un grave atentado a la verdad histórica, como que salgan en la misma nave Trinidad Magallanes y Juan Sebastián del Cano pilotándola. Del Cano salió de maestre de la nao Concepción, bajo las órdenes de Gaspar de Quesada. Los nativos de Mactán no invadieron Cebú para combatir a los extranjeros, como podemos ver en la serie. Además el rajá Lapu Lapu, había enviado una embajada a los españoles acatando el vasallaje del lejano emperador Carlos V de la Cristiandad, pero no se sometía a la autoridad del rajá Humabón de Cebú, como pedía Magallanes a todos los rajás de todas las islas, porque siempre había estado en guerra con él. Humabón le pide a Magallanes unos cuantos de sus soldados con sus armas de fuego y derrotaría al andrajoso de Lapu Lapu. Magallanes le contesta que quien tenía que castigar a ese rajá díscolo era él, pues sus órdenes eran claras y no las acataba. Humabón le ofrece mil de sus soldados, a lo que Magallanes le responde que un almirante de toda la Cristiandad rebajaría su dignidad mandando todo un ejército sobre ese andrajoso. Y salió con cuarenta, pero las chalupas no logran acercarse a la costa porque una barrera de apretadas rocas coralíferas les corta el paso. Se ven obligados a saltar al agua cuando aún falta bastante para llegar a tierra firme. Las pesadas armaduras hacen difícil la progresión y se han de abandonar las grebas y las armaduras de brazos y piernas. Así es como se tenía que haber planteado esta escena en la serie. Pero ni esto han acertado los de la serie para dar más verosimilitud y emoción a la escena.

Incomprensiblemente también vemos en la serie que en vez de desembarcar en las islas de Cabo Verde para adquirir víveres, se ven asaltados por los portugueses, pero al verlos tan decaídos piensan que tienen la peste y les dejan continuar. Y al llegar a Sanlúcar de Barrameda, no hay ninguna emoción en el desembarco de los dieciocho supervivientes pero se permiten otra licencia cuando Juan Sebastián del Cano entrega la bandera de Magallanes a su esposa Beatriz.

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