nuevodiario.es

"LA DESCALIFICACIÓN", por Juan Saborido Gago exVEIASA-ITV-METROLOGIA

'LA DESCALIFICACIÓN', por Juan Saborido Gago exVEIASA-ITV-METROLOGIA
Ampliar
'LA DESCALIFICACIÓN', por Juan Saborido Gago exVEIASA-ITV-METROLOGIA

¿Por qué hablar de este tema hoy?, puede parecer simple mi exposición, pero, no es así, porque detrás de ella, hay todo un telón de fondo enmarcado en los actuales debates televisivos de cara a unas elecciones en Andalucía y que puede extrapolarse al parlamento u otros escenarios posibles.

'LA DESCALIFICACIÓN', por Juan Saborido Gago exVEIASA-ITV-METROLOGIA

Detrás de este enfoque inicial, hare hincapié en la moral y la ética.

Actualmente, descalificar a alguien o a algo se percibe como “normal”, y ello, porque se encuentra a la orden del día y en cualquier ámbito de nuestra vida, ya sea, en nuestras relaciones interpersonales, en los círculos de amistad, asociaciones (de cualquier ámbito) y en la política más que nunca, porque se muestra en la palestra de los diversos medios de comunicación y se practica como arma arrojadiza, sin ningún tipo de pudor, ni percatarse que estas formas actúan como un búmeran.

Qué nos dice la RAE sobre la acepción descalificar? : desacreditar, desautorizar o incapacitar a alguien o algo.

Esta acción va acompañada por un estilo de proceder que llega a ser hasta soez y falto de un cierto nivel humano, que se extiende como el polvo por todos los rincones de la vida social y lamentablemente donde mas se visibiliza es en la forma y el modo de “hacer política”, lo que produce un daño a la ya empobrecida imagen de sus representantes institucionales y desgraciadamente, por ende, desvaloriza a sus electores.

En este sentido, quiero traer aquí la figura de Sócrates de Atenas, este filósofo, apenas dejó nada por escrito, más aún, era reacio tanto a la lectura como a la escritura, ya que, según él, ésta no puede ser rebatida y los libros no responden a las preguntas que al lector le suscitan, por lo que se declaraba acérrimo defensor del diálogo, compuesto por preguntas y respuesta, a este modo de conversar se le denominó “mayéutica”. Su filosofía, se basa en el autoconocimiento del ser humano a través de la dialéctica y otros procedimientos como la ironía.

La dialéctica no solo es un medio de la conversación, es ante todo un arte, esta, ha variado a lo largo del tiempo, o mejor dicho, ha ido degenerando con el paso de los siglos.

Quiero exponer aquí de forma breve en qué consiste, no ya por mí, sino por otros autores:

la dialéctica, es el discurso en el que se contrapone en primer lugar, con una determinada concepción o tradición, entendida como una tesis, seguida por un segundo momento, la muestra de los problemas y contradicciones, entendida como antítesis. De esta confrontación surge un tercer momento llamada síntesis, es decir, una resolución o una nueva comprensión del problema”

Este modo de exposiciones ya no se da, (pongamos como ejemplo un caso flagrante en la renovación del poder judicial) sólo se habla del problema y no se crea un dialogo congruente, por el contrario, se vocifera se insulta y se rechaza por el mero hecho de ser presentado por una determinada línea ideológica y personificada en su representante, con lo que, no sólo se insulta al que lo propone, sino, a todos los que lo han elegido representante, pudiendo observar también, que en esa diatriba no existe una argumentación de verdad detrás de las críticas.

No es ya la insidia, ni las palabras malsonantes, sino, la moralidad y la ética de quien las pronuncia, en este sentido el filósofo, escritor, abogado y productor de televisión venezolano Arturo Uslar Petri expone “la palabrota que ensucia la lengua termina por ensuciar el espíritu. Quien habla como un patán, terminará por obrar como un patán. Hay una estrecha he indisoluble relación entre la palabra, el pensamiento y la acción. No se puede pensar limpiamente, ni ejecutar con honradez lo que se expresa en los peores términos soeces… es la palabra lo que crea el clima del pensamiento y las condiciones de la acción”

Relación entre palabra, pensamiento y acción.

Estos tres términos definen el nivel de altura de las personas, que traducido vendría a ser coherencia, es decir, que aquello que piensas, sientes y haces forman una unidad y no existe una dicotomía. Con ello, podría afirmar sin ánimo de equivocarme que actualmente en el elenco político no existe la coherencia, por regla general, y esto no es una falacia sino una realidad abalada por las hemerotecas de los diversos medios de comunicación; hay pocos políticos que una vez hablen y prometan se mantengan en dichas promesas.

Esto me lleva a incluir en este momento otro término muy importante en la dialéctica que hoy se puede poner en entredicho, dado la infinidad de casos que salpican a unos y a otros, se trata de la honradez, ésta es una cualidad de la persona, ya que el que la practica es un ser digno de confianza. Por lo general, la honradez tiene la cualidad de evitar un prejuicio a terceros de modo deliberado, en el caso de haber un acto deliberado de causar daño estamos hablando de deshonra.

Desde el punto de vista ético, la honradez conlleva implícitamente una justa valoración, no solo propia, sino también de los demás; conducta que buscará el bien propio sin perjudicar a los demás.

Si nos retrotraemos en el tiempo, se viene exigiendo por parte de todos, la importancia de la confianza en todas las actividades, tanto sociales, económicas, judiciales y políticas; para que sean transparentes, cosa que no lo son, ya que cuando esta confianza se quiebra, las consecuencias suelen ser a corto como a largo plazo nefastas.

Aquellas personas e instituciones que ocultan o falsean la verdad, utilizando normas preceptos o leyes, no son dignas de confianza, y significara que se encienda una luz roja de desprestigio y deshonra hacia lo que representan.

Para concluir, necesitamos de forma urgente que se vayan inculcando el valor de la honradez, ya que esta es una garantía para que en el futuro podamos crear una sociedad en la que merezcamos vivir confiando, no sólo, en las instituciones, sino, aquellas personas que las representan.

“El diálogo es, sin duda, el instrumento válido para todo acuerdo, pero en él hay una regla de oro que no se puede conculcar: no se debe pedir ni se puede ofrecer lo que no se puede entregar, porque, en esa entrega, se juega la propia existencia de los interlocutores.” (Adolfo Suarez)

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios