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"Se llegó a conocer el mundo gracias a la búsqueda de las especias", por Pedro Cuesta Escudero autor de Y sin embargo es redonda.Magallanes y la primera vuelta al mundo y de Colón y sus enigmas y Mallorca patria de Colom

'Se llegó a conocer el mundo gracias a la búsqueda de las especias', por Pedro Cuesta Escudero autor de Y sin embargo es redonda.Magallanes y la primera vuelta al mundo y de Colón y sus enigmas y Mallorca patria de Colom
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martes 03 de mayo de 2022, 08:28h
'Se llegó a conocer el mundo gracias a la búsqueda de las especias', por Pedro Cuesta Escudero autor de Y sin embargo es redonda.Magallanes y la primera vuelta al mundo y de Colón y sus enigmas y Mallorca patria de Colom
'Se llegó a conocer el mundo gracias a la búsqueda de las especias', por Pedro Cuesta Escudero autor de Y sin embargo es redonda.Magallanes y la primera vuelta al mundo y de Colón y sus enigmas y Mallorca patria de Colom

La búsqueda de las especias, que solo se prodigaban en las lejanas Molucas, trajo consigo que se llegara a conocer el mundo. Las Molucas son un grupo de islas -Bachian, Machian, Motir, Ternate y Tidore- que pertenecen al archipiélago indonesio y están situadas al este de Malaca, sobre el borde del Océano Pacífico. Colom, patrocinado por Castilla, las busca por Occidente, y descubre América. Vasco de Gama, patrocinado por Portugal, bordeando África y yendo por Oriente llega a las Indias, a las puertas de esas islas de la especiería. Y Magallanes, que retoma el proyecto de Colom de llegar a las Molucas por Occidente, atraviesa el océano Pacífico, pero al morir en las Filipinas será Gómez de Espinosa el que llegue, por fin, a las Molucas. Y, como se sabe, Juan Sebastián del Cano rematará el viaje dando la vuelta al mundo.

'Se llegó a conocer el mundo gracias a la búsqueda de las especias', por Pedro Cuesta Escudero autor de Y sin embargo es redonda.Magallanes y la primera vuelta al mundo y de Colón y sus enigmas y Mallorca patria de Colom
'Se llegó a conocer el mundo gracias a la búsqueda de las especias', por Pedro Cuesta Escudero autor de Y sin embargo es redonda.Magallanes y la primera vuelta al mundo y de Colón y sus enigmas y Mallorca patria de Colom

El problema de la línea de demarcación extraído de las bulas alejandrinas de 1493 y, en consecuencia, del Tratado de Tordesillas que se celebró al año siguiente, anticipó una larga disputa donde estaba en juego algo más que las exóticas islas orientales. Dicha disputa por el control de las islas de la especiería entre Castilla y Portugal se desarrolló en el interior del sistema de la Monarquía autoritaria donde la cartografía, en muchos casos, fue considerada secreto de Estado. Pocas veces el poder de la imagen había sido tan decisivo para la resolución de una disputa científico-diplomática.

El Tratado de Alcaçovas-Toledo

El 4 de septiembre de 1479 se firmaba el Tratado de Alcaçovas-Toledo entre los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, por parte de Castilla y Alfonso V y su hijo Juan por parte de Portugal. El objetivo del acuerdo oficial descansaba en poner fin a las hostilidades provocadas por la Guerra de Sucesión Castellana (1475-79) iniciada como consecuencia de la muerte, en 1474, del rey de Castilla Enrique IV. Con el rey ya fallecido comenzaron los enfrentamientos entre los partidarios de Juana la Beltraneja, hija de Enrique IV y prometida con el rey Alfonso V de Portugal, y los defensores de Isabel I de Castilla, conocida como Isabel la Católica. El conflicto bélico duró alrededor de cinco años. Tras la guerra Alfonso V renunció al trono de Castilla y los Reyes Católicos cesaron en sus intentos por hacerse con Portugal. También se acuerda el futuro matrimonio de la infanta Isabel, hija de los Reyes Católicos, con D. Alfonso, nieto del rey portugués. La enorme dote pagada por los Reyes Católicos representa una especie de indemnización por la guerra tenida con Portugal. Se determina con claridad cuáles eran las políticas de ambas partes sobre las navegaciones atlánticas, tal vez el foco más espinoso de la rivalidad luso-castellana.

Con este tratado de Alcaçovas, ratificado en Toledo por los Reyes Católicos, Portugal se garantiza las islas Madeira, Azores, Guinea, Cabo Verde y las islas que salieran desde las Canarias hacia el sur, porque a partir del paralelo que se establece al sur de la isla La Gomera, sería de exclusividad portuguesa. Los Reyes Católicos se comprometen a condenar a los marinos andaluces que sobrepasen ese paralelo, aunque fuere para pescar. La ocupación de Fez es asignada a Portugal, mientras que Castilla se reserva la conquista de las islas Canarias. A través de la bula Aeternis Regis de 1481 del papa Sixto IV se confirma el articulado del tratado de Alcaçovas.

Este tratado supuso un triunfo para Portugal al hacerse con la prerrogativa en la expansión naval por la costa africana. A Castilla le queda el derecho de navegar con total libertad hacia el norte de dicho paralelo y hacia poniente. Esto significa que no existía ningún pacto que prohibiera a los navegantes castellanos poner rumbo hacia la inmensidad del Atlántico Occidental. Pero hasta entonces nadie pensaba en navegar hacia el oeste. Solo se daba un gran rodeo, volta a Mina, para coger los vientos favorables durante el regreso a casa desde Guinea. Por eso se sabía de la existencia del Mar de los Sargazos, que habían de atravesar.

Las Bulas Alejandrinas

El Convenio de Alcaçovas entre Castilla y Portugal dura hasta el 4 de marzo de 1493, día en que el almirante Cristóbal Colom llegó a Lisboa para comunicarle al rey de Portugal Juan II, apodado el Príncipe Perfeito, las noticias de su gran hallazgo al oeste del Atlántico. Se desencadena de nuevo una larga etapa teñida de rivalidades y reivindicaciones entre ambas potencias. Se inicia un periodo de tensión diplomática en el que las protestas y los requerimientos tanto por parte lusa como castellana constituyen el caldo de cultivo de un problema político, económico y religioso que se resolvería en términos científicos con métodos cartográficos. Muy pronto los Reyes Católicos tomaron conciencia de la importancia que tendría una representación visual para la defensa de sus intereses. No en balde, las demandas a Colom desde la Corte para que presentase una carta náutica a modo de pintura, donde figurasen las zonas recién halladas, fueron una constante. La cartografía sería la herramienta más útil y eficaz dada las dimensiones del problema. El mapa informaría a todos y cada uno de los implicados qué era aquello que Colom decía haber descubierto y dónde se encontraba.

Frente al descontento portugués los Reyes de Castilla y Aragón solicitan ante el Papa valenciano Alejandro VI la concesión de las islas descubiertas por Colom: “Tuviese por bien de les conceder así las yslas descubiertas como las que por su mandado se descubriesen en el dicho mar Océano, para que con más justo título las pudiesen poseer”. Alejandro VI responde a las peticiones con una serie de bulas. La primera bula papal Inter Caetera del 3 de mayo de 1493 manifiesta expresamente que, a cambio de conceder la potestad de estos territorios a los Reyes Católicos, éstos tenían el deber de someter a las naciones bárbaras a la Fe Católica. “Todas y cada una de las tierras e islas ya citadas, así las desconocidas como las hasta ahora descubiertas por vuestros [de los Reyes Católicos] enviados y las que se descubran en adelante, que bajo el dominio de otros señores cristianos no estén constituidas en el tiempo presente” Aunque Alejandro VI, con su cargo de Papa recién estrenado, alegaba apoyar a Castilla de la misma forma que a Portugal se le adjudicaron algunas partes de África, Guinea y la Mina de oro por concesión apostólica, lo cierto es que la bula Inter Caetera anula por completo el monopolio portugués de descubrimiento y posesión de las Indias Orientales. A su vez Colom propone la creación de una raya limítrofe e imaginaria que delimite las aguas de Portugal con las de Castilla, una línea que mostrase las islas descubiertas dentro del término de Castilla. Esa raya meridiana debería pasar por donde detectó la misteriosa declinación magnética en el viaje de ida.

Si la primera bula de 1493 carecía de claridad científica y geográfica ante la solicitud castellana de un nuevo reparto de influencias, la promulgación de la segunda bula Inter Caetera del 4 de mayo del mismo año legitima definitivamente la propiedad de los nuevos territorios. El nuevo texto confería a Castilla por la autoridad apostólica la donación, constitución y asignación de: “Todas las islas y tierras firmes, descubiertas y por descubrir, halladas y por hallar hacia el occidente y mediodía, haciendo y constituyendo una línea desde el polo ártico, es decir el septentrión, hasta el polo antártico, o sea el mediodía, que estén tanto en tierra firme como en islas descubiertas y por descubrir hacia la India o hacia otra cualquier parte, la cual línea diste de cualquiera de las islas que se llaman vulgarmente de los Azores y Cabo Verde cien leguas hacia occidente y el mediodía; de tal forma, que todas las islas y tierras firmes descubiertas y por descubrir, halladas y por hallar desde la citada línea hacia occidente y mediodía, que por otro rey o príncipe cristiano no estuviesen actualmente poseídas”. Juan II rechaza contundentemente esta solución y el Papa promulga la tercera bula Examinae devotionis por la que ambos reinos deben rechazar iniciar una nueva guerra. Pero aquí no acababan los favores del Papa hacia los Reyes Católicos. El 26 de septiembre de 1493 Alejandro VI otorga a Fernando e Isabel la bula Dudum siquidem, la cuarta y última de las bulas alejandrinas por la que se ampliaba la donación a Castilla de todos aquellos territorios asiáticos que se descubrieran en adelante procediendo desde Occidente.

Una cuestión de importancia jurídica es que la bula la otorga el Papa a Isabel y a Fernando, en tanto que reyes de Castilla y León, no de Aragón, que queda al margen de la concesión. Además, los destinatarios son los reyes y sus herederos, no los reinos. Matiz importante porque, si las tierras hubiesen sido concedidas a los reinos, su jurisdicción marítima habría correspondido a los almirantes de Castilla.

El Tratado de Tordesillas

El rey portugués Juan II envía embajadores a la Corte castellana para intentar persuadir a los Reyes Católicos de la necesaria suspensión de sus viajes por miedo a que ultrajaran el área de su jurisdicción, al tiempo que organiza expediciones secretas para averiguar qué había descubierto Colom. Por otro lado, los Reyes Católicos despachan tres cartas a Cristóbal Colom entre agosto y septiembre de 1493 con el objetivo de anunciarle que partiera cuanto antes en su segundo viaje rumbo a las nuevas tierras y que a la mayor brevedad les enviara una carta de marear que certificara el éxito de su primer viaje. Igualmente remiten otras cartas a expertos en asuntos cosmográficos, entre las que destaca la enviada a Jaime Ferrer de Blanes en agosto de 1493 por la que se pedía al cosmógrafo catalán que se trasladara a Barcelona con sus mapas y otros instrumentos. Dados sus conocimientos en cosmografía, Ferrer debía contribuir a posicionar el meridiano. De acuerdo a un informe dirigido a los Reyes Católicos el 27 de enero de 1495, Ferrer utilizó para dicha labor lo que él denominaba una forma mundi en figura extensa, es decir, un mapa en el que representó la refutada línea de demarcación. La carta de marear que le piden a Colom llegó a manos de Fernando e Isabel a comienzos de 1494 -meses antes de la reunión de Tordesillas-; es una pintura en plano cuadrada con todas las islas descubiertas. Actualmente sólo existen testimonios escritos de esa carta.

Juan II, gran damnificado tras la publicación de las bulas, solicitó a Fernando e Isabel modificar la posición del meridiano trasladándolo más al oeste de lo estipulado en la segunda bula. “Estando los Reyes en Tordesillas, les vinieron enbaxadores de parte del rey de Portugal […] para concluir cierta diferencia que los Reyes Católicos y el rey don Juan de Portugal tenían sobre lo que estava por descubrir en el mar Oçeano”. Y portugueses y castellanos se reúnen en la localidad vallisoletana de Tordesillas para negociar. Juan II, el rey portugués, requiere que el meridiano divisorio se traslada más a occidente, en vez de las 100 leguas que establecen las bulas alejandrinas, a 370 leguas de las islas de Cabo Verde. En principio es incomprensible que se traslade la línea divisoria solo 270 leguas más, cuando la distancia que había que recorrer para llegar a las islas descubiertas por Colom es de 750 leguas. No hay más explicación que los portugueses a menos de 370 leguas de las islas de cabo Verde ya habían tocado tierra y lo mantenían en el más estricto silencio. Los portugueses solían tomar medidas para mantener en secreto sus descubrimientos. El autoritario y cruel Juan II exigía juramentos y utilizaba todo tipo de castigos, incluida la muerte más infamante, para disuadir que se filtraran las noticias de los descubrimientos. Con toda seguridad los portugueses habían descubierto lo que ellos creían la isla Brasil.

El 7 de junio de 1494 se firmaba el Tratado de Tordesillas entre los Reyes Católicos y Juan II, un pacto en el que se acordó levantar un mapa donde quedase representada, no ya una determinada masa terrestre u oceánica, sino una línea de demarcación o meridiano cero que separase los intereses territoriales de ambas Coronas. Dicha línea imaginaria debía constituir la frontera que delimitara las posesiones de lusos y castellanos. Según lo pactado era necesario trazar una línea recta a través del Océano Atlántico que pasase a 370 leguas al oeste de la isla de Cabo Verde. El tratado estipulaba que todas las tierras que se encontraran al este y al sur de la raya pertenecerían a Portugal y el resto sería patrimonio de Castilla. Según el documento original el Rey de Portugal solicitaba a los Reyes de Castilla: “Que se haga e sennale por el dicho mar océano una raya o lina derecha de polo a polo, conviene a saber del polo ártico al polo antártico que es de norte a sul, la / qual raya o lina se aya de dar e dé derecha como dicho es a trezientas e setenta leguas de las yslas del Cabo Verde hazia la parte del poniente”. En el documento existente en el Archivo de Indias leemos: “…por contrato público con los Embajadores Castellanos en el año 1494, ordenaron: que pues el orbe, o globo de la habitación humana, que consta de mar y tierra, corresponde a los grados de la Esfera celeste, se partiese entre los dos Reyes por medio, lanzando una línea, o meridiano por ambos polos, Norte, y Sur, la cual prosiguiese rodeando tierra y mar, y dividiendo el globo en dos mitades. Ordenose, que la parte hacia el Oriente quedase para Portugal, y la Occidental para Castilla. Y que así lo señalasen las cartas de marear. Que la línea tocase un cierto término y señal en la tierra, en que cada una de las partes fundase su principio. Este, por consentimiento de ambas, se asentó trecientas y sesenta leguas de Caboverde para Occidente, y así cayó la línea y Meridiano sobre la tierra que llamamos del Brasil, hacia lo más Occidental de la boca del río Marañón, que corre por allí en la parte del Norte. Esta línea corta la misma tierra, y de la del Sur más adelante del río de la Plata: desde donde Portugal para el Oriente, y Castilla para el Occidente comenzaron a contar los grados de latitud: y cupieron a cada parte ciento y ochenta, por ser toda la redondez de trecientas y sesenta grados”. ”. También se acuerda en este Tratado de Tordesillas que “al norte del cabo Bojador, ambos reinos pueden pescar y asaltar la costa. Se hicieron dos ejemplares del tratado, uno se guarda en Lisboa y el otro en Sevilla.

Problemas que planteó el Tratado de Tordesillas

Más que una solución el Tratado de Tordesillas planteó una serie de inconvenientes difíciles de resolver. En 1494 aún no existía ningún método fiable para poder determinar la longitud con total precisión. El establecimiento de una unidad de medida para computar la distancia no planteó serios problemas al principio, pero sí los provocaría más tarde con el descubrimiento de las islas Molucas. Cuando el portugués Pedro Álvarez Cabral dijo haber descubierto el Brasil, los Reyes Católicos comienzan de nuevo a preocuparse por la línea de Tordesillas y más aún cuando se reavivó el conflicto por el derecho de la Especiería y los intereses proyectados en el Extremo Oriente. Por su parte el rey Manuel I de Portugal, llamado el Afortunado, sintió la necesidad de confeccionar cartas de marear donde apareciera la línea de Tordesillas. Con la información obtenida en la expedición de Cabral se construyó el planisferio de Cantino de 1502. El planisferio de Cantino, así llamado porque fue adquirido por Alberto Cantino, un emisario del duque de Ferrara, es el mapa portugués más antiguo en el que aparecen los descubrimientos portugueses del siglo XV. Representa ese tipo de mapas que denominamos “cartografía oficial”, aquellos mapas patrocinados por la Corona y estuvieron estrechamente vinculados a la idea de soberanía territorial, sistema político donde la monarquía constituye una unidad geopolítica definida y delimitada.

A partir de los primeros años de la nueva centuria florecería la idea de un antimeridiano como derivación de la llegada de los portugueses a la India -gracias a la ruta abierta por Vasco de Gama en 1498- y del progresivo desvelamiento del litoral americano del Atlántico. Esto a su vez hizo pensar en la posibilidad de que existiera otro litoral en la parte occidental de América y, por tanto, la necesidad de localizar un estrecho a través del cual acceder al otro lado. Los éxitos de los portugueses en su camino a la India, propiciaron que en 1505 el rey Fernando reuniera en Toro, a Fonseca, la gran autoridad en la cuestión de Indias, Vicente Yánez Pinzón y Américo Vespucio con el objetivo principal de replantear la búsqueda del estrecho que Colom no pudo localizar. Tres años después, en marzo de 1508, el rey volvió a congregar en la conocida como Junta de Burgos a Juan de la Cosa y Juan Díaz de Solís, además de los participantes en la Junta de Toro. En Burgos se ratificaron algunas medidas adoptadas en Toro y, entre otros puntos, se decidió crear el puesto de Piloto Mayor en la Casa de la Contratación de Sevilla y preparar una expedición para dar finalmente con un paso marítimo. Estas juntas de Toro y Burgos surgieron del interés político y económico por anticiparse a Portugal en la lucrativa explotación de la Especiería.

La circunnavegación de Magallanes-Elcano

En 1512 Fernando el Católico propone a los miembros de la Casa de la Contratación que se trace un contrameridiano en Oriente que impidiera el monopolio portugués de las codiciadas tierras, pues en 1511 Alburquerque ya había llegado a Malaca y no tarda en enviar naves exploradoras para que descubrieran las Molucas. Además la bula Praeclarae devotionis concedida en 1514 por el Papa León X por la que se otorgan a Portugal las tierras de Oriente complica aún más la situación de Castilla en el Sudeste asiático. Tras el descubrimiento en 1513 por Vasco Núñez de Balboa el denominado Mar del Sur, Fernando el Católico ordena a Solís que busque un paso a ese Mar del Sur a través de la costa sur de Brasil. Como consecuencia de la muerte de Solís en 1515 a manos de un grupo de nativos en el Río de la Plata la expedición no llegó a buen puerto. Al año siguiente moriría el rey Fernando. Aunque el meridiano de Tordesillas fue representado en el mapa de Cantino de 1502, el antimeridiano sobre una carta habría que esperar al menos hasta unos años después del hallazgo de las Molucas.

Fernao de Magalhaes, que había estado siete años en las Indias orientales a las órdenes de Almeida y de Albuquerque, y el eminente astrólogo Ruy Faleiro, proponen en 1518 al joven rey Carlos I el mismo proyecto de viaje de Colom de llegar a las Indias por Occidente, por estimar que por ese derrotero se llega antes a las Molucas, cuya situación conoce gracias a la amistad que le une con Francisco Serraö, el único cristiano que ha pisado esas tierras. Y presentan un mapa del famoso geógrafo Martín Behaim y una nota de Shöner donde señalan que a 40 grados de latitud sur hay un ancho paso que une el Atlántico con el mar que descubrió Balboa. Y el 10 de agosto de 1519 parte Magallanes de Sevilla con cinco navíos con destino a las Molucas.

Al regreso de la nao Victoria a Sevilla en 1522 dirigida por Juan Sebastián del Cano la querella de las Molucas llega a su punto más culminante. Por un lado, el rey portugués Juan III protesta por el robo de especias en este viaje de Magallanes-Elcano y, por otro lado, al emperador Carlos no le agradó saber que en Cabo Verde hubieran quedado prisioneros algunos miembros de la tripulación. Y premia a los supervivientes dándoles renta con que viviesen y honra a su capitán Juan Sebastián del Cano nombrándole caballero y le concede un escudo con un globo terráqueo con la leyenda trenzada en su torno que dice: PRIMUS CIRCUNDIDISTEME. La vuelta al mundo provocó dos efectos apreciables, uno, el problema de la línea de demarcación resurge teñido de un nuevo tinte político y, dos, la cartografía se sitúa más que nunca en el centro del conflicto. La guerra diplomática entre Castilla y Portugal coloca a la cartografía en el centro de la batalla. La utilidad de los mapas para los intereses oficiales de las Cortes estimuló una nueva concepción cartográfica de la administración, ya no sólo dirigida a los fines prácticos de la navegación, sino también al mundo convulso de la diplomacia política. Los cartógrafos, sabedores de que en las disputas diplomáticas la localización por coordenadas de un lugar primaba por encima del descubrimiento físico, procuraron, en la mayoría de las ocasiones, situar las preciadas islas de las Molucas del lado de quien le proporcionaba el sustento. O sea, el problema fue fundamentalmente cartográfico. Los mapas tenían la capacidad de mantener o de transformar el statu quo de una soberanía territorial. El cartógrafo Nuño García de Toreno confeccionó una carta de Filipinas con los datos que Francisco Albo le facilitó tras la expedición, donde aparece dibujado el antimeridiano de las Molucas. La carta de Toreno constituye un buen ejemplo de propaganda para reafirmar los derechos de Castilla ante las Cortes europeas, ya que representa las islas Molucas colocadas del lado castellano. Del año siguiente data el mapamundi de Turín (1523) realizado con la misma información que el de Toreno. Este planisferio constituye la primera copia del Padrón Real de la Casa de la Contratación.

Portugal, por su parte, acorta la distancia a la isla de Gilolo para demostrar que las Molucas se sitúan dentro de su demarcación más de diez grados. Por otra parte los cartógrafos portugueses apuestan por la imprecisión e inexactitud cartográfica o llevan a cabo la llamada “política del silencio (política do segredo) en aquellos asuntos relacionados con las actividades marítimas y los descubrimientos. Los mapas fueron considerados arcana imperii (secretos del imperio), esto es, documentos secretos tan sólo a disposición del monarca y oficiales autorizados. La retención o distribución de información era considerado un asunto de Estado.

El emperador Carlos V vende a Portugal las islas Molucas

Al regresar a Tidore Gómez de Espinosa y 17 supervivientes después de su fallido tornaviaje se encuentran al portugués Antonio de Brito con siete navíos que los reducen y apresan y se apoderan de toda la documentación. Tras la desastrosa expedición de Loaisa, a quien el emperador Carlos había enviado como gobernador de las Molucas, solo arriban 105 de los 405 que salieron. Y allí han de luchar contra los portugueses, durando la guerra varios años. Los portugueses recibían refuerzos constantemente, pero los castellanos solo fueron auxiliados por una sola flota que Hernán Cortés les envió desde Nueva España.

Mientras castellanos y portugueses pelean con armas en Tidore, y en todo el Maluco, sus reyes en Europa lo hacen con sutilezas a través del Derecho y la Cosmografía. Dada la disconformidad de ambas partes en marzo de 1524 se llegó a un acuerdo mediante la Junta de Vitoria por el cual se designaron tres astrólogos y tres pilotos para determinar la posición del contrameridiano. La reunión de Vitoria fue la antesala de las Juntas de Badajoz-Elvas celebradas en mayo de ese mismo año con el objeto de acabar con la disputa. El debate científico estuvo inexorablemente unido a la resolución del problema de la determinación de la longitud. Sin embargo, los puntos de vista no pudieron ser más opuestos. Si se acusaban a los portugueses de alterar las distancias y malear las cartas, los cosmógrafos castellanos hacían pasar el contrameridiano por Malaca, e incluso, por el Ganges. Pero por mucho que se demostrara que las Molucas caían en la zona castellana, cuando se tenía que regresar a la Península había que hacerlo forzosamente atravesando la zona portuguesa, lo que complicaba la solución. Por eso cuando el cartógrafo Diego Ribeiro realiza en 1529 un mapamundi situando las Molucas a 172’5 grados al oeste de la línea de demarcación de Tordesillas, o sea 2’5 grados dentro de la zona castellana, permite al Emperador ceder en Zaragoza al rey de Portugal: “Todo el derecho, acción, dominio, propiedad y posesión o casi posesión, y todo el derecho de navegar y contratar y comerciar por cualquier modo que sea […] por precio de 350.000 ducados de oro […] que valgan en Castilla 375 maravedís cada ducado”.

Desde Alcaçovas hasta Zaragoza hemos visto como la historia produce ejemplos cartográficos que mezclan estos tres elementos: esplendor estético, rigor científico e interés político-financiero.

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