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'El descubrimiento más importante del siglo', por Pedro Cuesta Escudero

"El descubrimiento más importante del siglo", por Pedro Cuesta Escudero

miércoles 24 de noviembre de 2021, 19:36h
'El descubrimiento más importante del siglo', por Pedro Cuesta Escudero

National Geographic publica un artículo que titula: Descubren huellas humanas de hace 23.000 años que cambiarán la historia del poblamiento de América. O sea, ese descubrimiento confirma que el hombre llegó a América diez mil años antes de lo que se creía. Hasta ahora se creía que los Clovis eran los primeros pobladores del continente, que llegaron hace 13.500 años. Esta creencia era la más aceptada entre los arqueólogos, que se basaban en los registros fósiles más antiguos hallados hasta entonces.

'El descubrimiento más importante del siglo', por Pedro Cuesta Escudero

Desde mediados de los 70, el descubrimiento de supuestas herramientas que datan de hace más de 16,000 años ha intensificado un debate sobre la aparición temprana de la humanidad en el continente: mientras algunos especialistas consideran que la humanidad llegó a América desde Asia antes de la última Glaciación (el periodo más frío de la Tierra en los últimos 30 mil años), otros afirman que la evidencia de supuestas herramientas no resulta concluyente. Sin embargo, un nuevo hallazgo, calificado por expertos como el más importante del .último siglo, hace cambiar la historia del poblamiento americano.

Huellas humanas aparecen en Nuevo México

Se trata del descubrimiento de un grupo de huellas que datan de hace 23.000 años y se mantuvieron conservadas durante milenios en el White Sands National Park, hoy un desierto de arena blanca y escasa vegetación, pero que hace miles de años era un pantano en Nuevo México, al sur de los Estados Unidos. A través de una datación por radiocarbono, el US Geological Survey determinó que las huellas tienen aproximadamente 23.000 años, un hito en la historia del poblamiento de América. En el paraje también se han encontrado restos de mamuts, perezosos gigantes, tigres dientes de sable, aves y otras huellas humanas. En las 80 mil hectáreas del parque se han encontrado miles de huellas humanas de adultos y niños prehistóricos; sin embargo, se trata del registro más antiguo de presencia humana en el continente. Estas huellas humanas aportan evidencia definitiva de que los seres humanos alcanzaron América del Norte antes de la última glaciación y no después, como se creía hasta ahora.

Las conclusiones del estudio fueron publicadas en Science y forman parte de una colaboración entre la Universidad de Bournemouth, el Servicio de Parques Nacionales y el Servicio Geológico de Estados Unidos, además de la Universidad de Cornell y la Universidad de Arizona. El estudio también confirma que existieron grupos humanos en América del Norte anteriores a los Clovis, quienes durante mucho tiempo fueron considerados los primeros pobladores del continente hace unos 13.500 años.

Las teorías que hasta ahora explicaban el poblamiento americano

Hasta ahora se había creído que los primeros pobladores de América procedían de Asia oriental, que cruzaron, hará cuestión de 20.000 años, por el puente de hielo que se formó en el estrecho de Bering durante la última glaciación. Una vez superado el inhóspito territorio cubierto de glaciares se encontraron con un nuevo paisaje, con nuevos recursos más abundantes y mejor clima, y desde ahí se expandieron por las Américas a una velocidad sorprendente: los restos más antiguos hallados de ocupación humana, en Monte Verde, en la Patagonia chilena, confirman que ya estaban allí hace por lo menos 14.400 años.

Cuáles fueron sus movimientos a medida que avanzaban por el continente y cómo interactuaron unos grupos con otros durante los milenios posteriores sigue siendo un rompecabezas. Y es que si bien tradicionalmente se había considerado que América sería, desde el punto de vista de genética de poblaciones, el continente más sencillo de entender por ser el más reciente, lo cierto es que la escasez de fósiles antiguos hace que todavía haya numerosas incógnitas.

Investigadores daneses han analizado 15 genomas antiguos – seis de los cuales tienen más de 10.000 años de antigüedad y corresponden a algunas de las momias naturales más antiguas conservadas- hallados en restos distribuidos desde Alaska hasta la Patagonia. Sus resultados muestran que las primeras poblaciones americanas se expandieron sumamente rápido, algo que se sospechaba por los restos arqueológicos hallados, pero que no se había podido confirmar. Y lo hicieron, además, de forma muy desigual. La velocidad con la que cubrían distancias enormes implica que esos primeros pobladores eran muy habilidosos moviéndose rápido por un terreno sin competencia y desconocido. Serían grupos de cazadores-recolectores no muy grandes, cuyo modo de subsistencia implicaba cubrir la mayor cantidad de terreno en el menor tiempo.

Según esos investigadores, una vez que los primeros pobladores procedentes de Beringia llegaron al sur del hielo, de ese único linaje surgieron el resto de grupos, que se expandieron hacia Mesoamérica y América del sur. Han visto que esa ola migratoria no se produjo solo en un único sentido ni tampoco una sola vez. Y, además, han observado que esos primeros nativos americanos volvieron a migrar hace unos 8000 años, aunque esta vez salieron de América central y se dispersaron hacia el norte y el sur. Sus pasos están grabados en el ADN de las poblaciones indígenas actuales de las que se dispone de su genoma,

La misteriosa población fantasma

Uno de los resultados, quizás más fascinantes de este estudio, es que los investigadores han identificado en cráneos fósiles del yacimiento de Lagoa Santa, en Brasil, la presencia de una misteriosa población de hace 11.700 años de antigüedad, que contiene en su ADN restos de ancestros de Australasia. Estas trazas solo están presentes en dos grupos humanos del Amazonas en Brasil. Pero, sorprendentemente, no hay rastro de ellos en las poblaciones de América del norte, lo que abre numerosos interrogantes.

¿Quiénes eran estos misteriosos pobladores que compartían parentesco con los habitantes de Papúa Nueva Guinea y las Islas Andaman? Fueron descubiertos -o al menos su huella genética- en 2015 por David Reich, genetista de la Escuela de Medicina de Harvard, y autor de uno de los trabajos que se publican sobre el poblamiento de América. Aunque, sin embargo, y paradójicamente, Reich en su nuevo estudio no encuentra esta señal en los restos que analiza y apunta que tal vez en su anterior estudio cometió algún error.

Es una población fantasma. Quizás los pobladores procedentes de Australasia llegaron a Brasil antes que el resto de nativos americanos. Ahora bien, ¿por qué solo se encuentra su señal en Brasil? ¿Por qué no dejaron rastro de su presencia en ningún otro lugar? O quizás, aunque es una idea loca, vinieron del Pacífico, aunque cuesta explicar que desde la costa pacífica atravesaron los Andes para ir a parar al Amazonas brasileño. Cualquier explicación que busquemos es cuanto poco rara, plantea Moreno-Mayar, quien asegura que “acabaremos por resolver este misterio, sin duda”.

Esta antigüedad está presente hoy en día solo en aborígenes de Papúa Nueva Guinea y las Islas Andaman, y también en dos tribus actuales del Amazonas, que tienen entre un 2 y un 3% de ADN de esa misteriosa población. “Probablemente, esta ancestralidad estaba presente en muchos individuos que habitaban Sudamérica durante el poblamiento temprano, antes de 8000 años atrás. Nosotros encontramos que después de 8000 años, otro tipo de ancestralidad procedente de Mesoamérica diluyó la australoasiática”, apunta este genetista Moreno-Mayar del Museo de historia natural danés.

Un éxodo en forma de estrella

El segundo de los estudios, coliderado por el genetista de Harvard David Reich y el arqueo-genetista del Instituto Max Planck Cosimo Posth, se centra en tratar de dilucidar qué ocurre en América central y del sur. Para ello analizan 49 individuos que abarcan 10.000 años de antigüedad, hallados en yacimientos en Belice, la región andina central y al sur de América del sur. Concluyen que la mayoría de ancestros de América Central y del Sur llegan al menos en tres oleadas de pobladores procedentes de Norteamérica que, a su vez, descienden de un único linaje de migrantes que cruzaron el Estrecho de Bering hace 15.000 años. Además concluyen que en los milenios siguientes se produjeron otras dos migraciones de norte a sur. “Nuestro conjunto de datos revela un origen común de los americanos del norte, centro y del sur, así como dos intercambios genéticos antes desconocidos entre el norte y el sur de América”, afirma en un comunicado de prensa David Reich. Cosimo Posth, coautor del trabajo, añade en una entrevista a Big Vang que casi todas esas poblaciones surgen “de una radiación en forma de estrella del primer linaje en al menos tres ramas distintas, Casi todas las poblaciones del centro y del sur de América -remacha- vinieron de la misma población de origen, que ya se había diversificado antes de expandirse por América del sur”.

El trabajo también aporta nueva información acerca de la cultura Clovis, que se distribuyó sobre todo por América del Norte hace unos 13.000 años. Hay pruebas arqueológicas que señalan que no arribaron a América del sur. Sin embargo el análisis de genomas antiguos demuestra lo contrario, que sí se expandieron hacia tierras australes y dejaron descendientes. “Más sorprendente aún que este descubrimiento, es cómo esa ancestralidad de los Clovis luego se diluye, aunque no sabemos por qué, hace unos 9.000 años”, señala Posth.

La clave, la patata andina

El último de los trabajos, recogido en Science Advances, se centra en la prehistoria genética de los Andes. Los investigadores analizan cómo las primeras poblaciones se adaptan a las condiciones de extrema dureza de las elevadas altitudes de la cordillera andina. También analizan qué ocurre cuando esas poblaciones se encuentran con los conquistadores españoles.

Existen pruebas arqueológicas que señalan que la primera ocupación humana de los Andes comenzó hace 12.000 años. El investigador John Lindo, de la Universidad de Emory, ha liderado este estudio en que se han recopilado genomas antiguos de hace entre 6.800 años y 14.000, y han comparado el de los habitantes de zonas de altitud elevada y de altitud baja en poblaciones prehistóricas y actuales. Así han visto que las poblaciones andinas de zonas montañosas se establecieron hace entre 9.200 y 8.200 años, antes de lo que anteriores estudios habían apuntado.

A diferencia de otros grupos humanos que viven en condiciones similares, como los habitantes del Tíbet o de Etiopía, los andinos se adaptaron a la altura mediante mutaciones en genes relacionados con la salud cardíaca. También han visto que su adaptación a las duras condiciones fue de la mano con la domesticación de la patata, un tubérculo que ha sido la base de su dieta durante miles de años. Los científicos han encontrado genes asociados a la digestión del almidón en los habitantes de las regiones de mayor altitud, pero no en aquellos que viven en altitudes más bajas.

El estudio analizó siete genomas antiguos completos de la región del lago Titicaca de la zona montañosa de los Andes peruanos que datan de ente 1.800 y 7.000 años de antigüedad. Luego compararon los resultados con 64 genomas actuales de poblaciones que viven a altitudes elevadas en la cordillera andina y poblaciones que habitan en zonas de altitud menor. “Los genomas de estos pueblos nos muestran una adaptación a la hipoxia o falta de oxígeno en el aire; a una digestión de alimentos con almidón, como la patata; y en los genomas actuales, además, hemos visto una clara evidencia de genes de resistencia a las enfermedades europeas”, explica Mark Aldenderfer, arqueólogo de la Universidad de California. “El impacto de la llegada de los colonizadores europeos en el siglo XVI –añade- es enorme, mucha gente murió de enfermedades o por agresiones. Pero nuestro descubrimiento demuestra que al menos en las poblaciones que vivían en altitudes elevadas la población no sufrió un declive tan grande como las de altitudes menos elevadas”

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