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ACTOS DE MALA FE, por Juan Saborido extrabajador de Metrología de VEIASA-ITV

ACTOS DE MALA FE, por Juan Saborido extrabajador de Metrología de VEIASA-ITV

martes 02 de noviembre de 2021, 10:05h
No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia” (Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu 1689 – 1755)
ACTOS DE MALA FE, por Juan Saborido extrabajador de Metrología de VEIASA-ITV
ACTOS DE MALA FE, por Juan Saborido extrabajador de Metrología de VEIASA-ITV

Actualmente estamos ante uno de los grandes retos de la humanidad, ésta se encuentra en una encrucijada y ante un gran paradigma, la Gran Prueba como expone el poeta, traductor, ensayista, matemático, filosofo, ecologista y doctor en ciencias políticas Jorge Riechmann Fernández: <<Soñamos con un curso civilizatorio diferente, que hubiera buscado otras metas y fomentado otros valores: acoger al extraño, cuidar lo frágil, hacer las paces con la naturaleza, aceptarnos como vulnerables seres mortales que somos>> pero asistimos atónitos a grandes cumbres donde se redactan grandes propuestas programáticas que difícilmente se llevan a término, por las mismas razones por las que se reúnen.

Puede parecer algo extraño, pero actualmente es algo muy normal, en eso reside lo realmente anormal y estrambótico. Es cierto, y no voy a negar que también hay muy buena fe por parte de una gran cantidad de personas en este mundo, y no sólo a nivel personal sino de grupos de muy diversa índole. Pero no es menos real y veraz que existe hechos que indican todo lo contrario, y también que se encuentra en nuestras relaciones cotidianas, que se ven salpicadas de muy mala fe; es lo que voy a intentar exponer con meridiana claridad.

Tal vez pueda pareceros que en mis artículos existe cierta connotación negativa o pesimista, desgraciadamente me he movido en una realidad laboral donde las relaciones han ido empeorando con el paso de los años. Mi última pertenencia a una empresa (VEIASA-ITV-METROLOGIA), me ha enseñado mucho y he visto de todo, desde un deseo profundo de crecer y luchar por construir una empresa pública eficaz y con el mejor servicio al ciudadano, a hasta que por último se ha trastocado en un empeño de dividir más que unir, por una dirección de empresa cada vez más torticera, que se ha ido anclando en directrices del pasado, y que modifica el servicio por el beneficio, entonces esto no es ser pesimista, sino que al contemplar la realidad me veo obligado a exponerla tal como la percibo.

Qué se entiende por mala fe.

La mala fe, desde el punto de vista jurídico, hace referencia a un elemento ético de contenido negativo. Podría definirse como la ausencia de buena fe, que sería lo opuesto. La mala fe lleva implícita malicia, falta de rectitud, una voluntaria y consciente ilicitud en el obrar, cuando no una intención punible y culpable de engañar.

La mala fe es un elemento esencial del dolo, este puede considerarse como un engaño o maquinación fraudulenta y lleva aparejado e incluye mala fe del sujeto, que la incita. Puede decirse que, aunque puede haber mala fe sin dolo, no se concibe un dolo sin mala fe.

En qué circunstancias se presenta.

Creo que no me dejarían publicar este articulo porque no habría espacio suficiente, dada la infinidad de actuaciones concretas y reales que se producen en nuestra realidad cotidiana, en las que la mala fe se encuentra implícita, ya sea de un modo inconsciente como conscientemente y sobre todo aquellas que se realizan de una forma premeditada.

Los espacios más fragantes van desde la propia corona, pasando por los diversos dirigentes políticos, el mundo financiero, el mundo empresarial, los diversos medios de información, el mundo religioso, y me quedo corto. Algunos me dirán “paparruchas” pues que sepan que si se entretienen en indagar en las diversas hemerotecas verán que se encuentran plagados de infinidad de casos. Y si tiene cierto interés en la lectura sería bueno que lean la historia en general y verán si ha existido o no mala fe a lo largo, no sólo de nuestra propia historia, sino en la historia de la humanidad.

Pondré sólo algunos casos en los que se suele observar que verdaderamente existe una mala fe. Normalmente la mala fe se encuentra “camuflada” con un sinfín de “buenas intenciones” que distraen el verdadero fin que se desea dar. Esto es muy actual y técnicamente se le denomina “estrategia”, y para ello se crean grupos especializados, donde un elenco de economistas y abogados asesoran y buscan los posibles resquicios que existen en las leyes, para colarse subrepticiamente sin que se dé cuenta de ello, esto no sólo afecta a la dignidad, del que representan, sino para no que se incurra en una posible ilegalidad.

Esto es muy común en las negociaciones de todo tipo, políticas, empresariales, sindicales, etc., “y si cuela mejor, lo firmaste”, o distes el “voto de confianza”, luego viene las lamentaciones y el rechinar de dientes. Por lo general se sustenta en la desinformación o la ignorancia o ambas a la vez. En las estrategias se suele adular “al sujeto de turno para que se crea superior” con sonrisas y agasajos y en el peor de los casos se le extorsiona o chantajea con frases como “en la calle hay cientos esperando”, utilizando la precariedad laboral que actualmente nos tiene acostumbrado este “sistema”, o no “sabéis lo mal que están los salarios en otras empresas” y para terminar la más reciente que resuena en todos los foros, “la pandemia nos obliga a remodelar todo” o “esto es lo que hay” o “la administración me lo impide”. De estos modos tan ofensivos y sobre todo crueles, se emplean en las actuales estrategias de las negociaciones y agüero que si nadie les pone “freno” se seguirá utilizando, si los agentes negociadores no se dotan de una mayor información, estudio e indagaciones, para no ser tan ingenuos de creer que los interlocutores o interlocutoras, que tiene frente la mesa, viene con toda la buena fe del mundo, sobre todo si es un empresario al estilo del “Buen Patron”, un político o un abogado, enviados para obtener resultados en beneficio, no del trabajador ni del resto de Andaluces, sino para las encuestas de los estrategas de la Junta.

Qué impulsa a tener una mala fe.

Ante todo, y por encima de todo un interés determinado, ya sea económico, como de prestigio, o de cierta posición en cualquier estamento, o puesto de trabajo. Este interés, que como podéis imaginaros puede ser muy diverso, pero que en ciertas circunstancias se encuentran dentro de unos límites, y este se rigen por dos reglas fundamentales: la ética y la moral, que por lo general son dilapidadas por la fuerza de ese propio interés, bajo el paraguas de la justicia.

El problema, a mi modo de ver, es más grave de lo que a simple vista aparece, ya que una persona puede esconder y tener mala fe y las consecuencias se limitan sólo a esa persona, pero cuando esa persona ostenta un cargo, de cierto poder, e implica a otras en ese acto, la cosa se complica y comienza a ponerse muy fea. Por la sencilla razón de que es un sujeto el que “maquina en la sombra” para que otros actúen de mala fe por él. Es lo que reflejan el dicho popular “tirar la piedra y esconder la mano”, este tipo de persona sí que se encuentra dentro del “dolo” y realmente son difíciles de detectar y demostrar su actitud. En algunas ocasiones este tipo de actuación va acompañada de una ignorancia supina, aunque no lo crea, por no decir de un problema psicológico preocupante.

Y lo peor de todo es que, hace ya unos años, probablemente a partir de finales del siglo XIX y principios del XX se comenzó a instalar, de forma muy sutil y delicada la indiferencia, una de las peores actitudes que las personas podemos adoptar, por ello, quiero citar un breve párrafo de Stéphane Hessel de su libro ¡Indignaos! “Es cierto, las razones para indignarse pueden parecer hoy menos nítidas o el mundo, demasiado complejo. ¿Quién manda?, ¿quién decide? No siempre es fácil distinguir entre dos corrientes que gobiernan. Ya no se trata de una pequeña élite cuyas artimañas comprendemos perfectamente. Es un mundo vasto, y nos damos cuenta de que es interdependiente. Vivimos en una interconectividad como no ha existido jamás. Pero en este mundo hay cosas insoportables. Para verlo, debemos observar bien, buscar.” Esto es claro y notorio, que en estos años la indiferencia no sólo se ha instalado, sino que se le ha unido a algo peor el miedo. Miedo a perder el puesto de trabajo, miedo a ser señalado, miedo a expresar lo que pensamos ese miedo es una de las peores cadenas que se le puede imponer a la persona.

Se ha modificado el modo de negociar.

Han pasado bastantes años desde que yo deje las mesas de negociación, mi última negociación fue con la empresa pública VEIASA, y las cosas han cambiado, ahora que estoy jubilado puedo, desde la distancia, ver las cosas desde otra perspectiva mucho más amplia. Es cierto que siempre, o casi siempre ha existido una “táctica” en toda negociación, pero poca “mala fe”; con el paso de los años he ido detectando una creciente “mala intención”. Desde que se denunció el III Convenio Colectivo (aún vigente). Se han ido produciendo modificaciones sustanciales en el convenio, en detrimento de las condiciones laborales logradas, por los trabajadores y trabajadoras, sin haber una comunicación clara y precisa, y sin documentación explicita que avale dichos cambios, es decir un oscurantismo al que se le llama mala fe en las negociaciones.

La última negociación en la que participe costo mucho tiempo y esfuerzo para llegar a ir equiparándonos con el modelo de funcionariado, y se lograron grandes mejoras tanto para los inspectores/as verificadores como para los inspectores/as de laboratorio, y tanto para las administrativas y administrativos, pero en esta última es de lo más patético que he visto en mis años, si todas las negociaciones que se efectúan en el territorio andaluz son del mismo calado vamos bien apañados.

Uno de los problemas que se enfrentan, los actuales representantes de los trabajadores, es la propia administración de la Junta de Andalucía desde que han aparecido los nuevos “señoritos” para hacerse cargo de los “chiringuitos” tal como aparecen dando “ordenes” a la dirección de VEIASA, tal como si fuesen los antiguos manijeros en el campo andaluz, y estos no mueven un sólo dedo sin tener su autorización. ¿Cuál es el interés que tiene la actual Administración de la Junta de Andalucía? Es lo que, de forma irónica nos presenta Moreno Bonilla, como un caramelo para los ayuntamientos y sobre todo para dar una imagen de cara a las futuras elecciones.

Otros de los retos a los que se enfrentan, en esta ocasión los propios trabajadores, son los propios representantes de los trabajadores, que tal vez por ignorancia o tal vez por falta de interés, o tal vez por alguna causa desconocida, dejan pasar la ocasión de profundizar y plantar cara a una dirección torticera y a una Administración oscura propia de siglos pasados. Y cuando surge una voz disidente se le acusa, se le señala con el dedo, porque ve y alza su voz en desacuerdo con esta mala fe y en el peor de los casos se le trata de apartar, porque estorba a los intereses ocultos de todo tipo.

¿Mala fe?

Creo que la historia deberá juzgar este modo de operar, que cada vez es menos claro y bajo oscuros intereses, tanto políticos como económicos. Los hechos son cómo señales indicadoras, al igual que cuando vemos las nubes por el horizonte decimos que vendrá la lluvia, así del mismo modo deberíamos saber interpretar los signos de los tiempos, que aparecen, tanto en los medios de comunicación, como en los mismos actos de una negociación, donde el engaño se cierne sobre el horizonte de los trabajadores y trabajadoras, creando un futuro incierto para nuestros hijos e hijas.)

Por último, quiero terminar, entresacando del Suplemento del Cuaderno (Crisitanisme i Justicía) n. 209 de junio 2018 algo que para mí es síntesis de mi propio sentir.

<<Sentimos una diversidad de emociones: dolor por las rupturas, solidaridad con quienes más sufren, incertidumbre por lo que vendrá, cansancio por la energía invertida, incomprensión entre tantos y hacia cada uno, miedo por el futuro, por las heridas ya abiertas y las que podrían abrirse. Si algo falta en este tiempo es el respeto hondo por la posición ajena. La voluntad de acogerla más allá de las razones, la aceptación de la diversidad de trayectorias y procedencias que tanto intuyen en cómo cada persona se ubica y actúa. Nada de lo anterior anula el debate y la discrepancia, solo los colocan en otra dimensión de posibilidad. Anhelamos más dialogo verdadero.>>

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