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"Noche estrellada sobre el río Ródano: El beso y el amor bailaron en el salón del 'Gatopardo' del Colegio de Notarios de Madrid", por María Antonia García, Abogada

'Noche estrellada sobre el río Ródano: El beso y el amor bailaron en el salón del 'Gatopardo' del Colegio de Notarios de Madrid', por María Antonia García, Abogada
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jueves 15 de julio de 2021, 09:32h
'Noche estrellada sobre el río Ródano: El beso y el amor bailaron en el salón del 'Gatopardo' del Colegio de Notarios de Madrid', por María Antonia García, Abogada

Érase una vez en el Colegio Notarial de Madrid, donde se celebró ese enlace, siendo el fedatario público el artífice obstinado.Si él oficiaba,no hay templo más noble en la toda la Villa de la Corte que el palacete de su sede profesional.La novia olvidó el ramo en casa, hubo que dar la vuelta en el “uber”. Su conductor ni se inmutó:"no se preocupen,nos dará tiempo",decía.El novio, salió del vehículo como una exhalación y precipitadamente subió al ático y bajó. A su regreso portaba las turgentes peonías. Se reinició la ruta. Llegamos a tiempo.

En la puerta esperaban los progenitores del contrayente,el primo notario y su esposa(era divertido,parecían un obispo anglicano y señora).Subimos por la escalera de mármol al salón de celebraciones. Y aunque sabía que tenía que decir unas palabras después de la aceptación de los derechos y deberes matrimoniales, tuve que improvisar, apabullada por la visión que me evocaba el lugar, la maravillosa escena del “Gatopardo” de Visconti, cuando en un salón, parecido al que nos encontramos, otra pareja, representada por Alain Delon y Claudia Cardinale, giraban y giraban en un baile de ensoñación, iluminados por las luces de los candelabros y las lámparas bajo la mirada del actor Burt Lancaster, que representaba al príncipe Fabrizio, sosteniendo la esperanza vital del cambio para que todo permaneciese.

La luz del abrasador mes de Julio en Madrid se infiltraba por las ventanas, iluminando mágicamente el instante de ese compromiso personal que determinará sus vidas; y entonces, el salón se transformó en el escenario de una historia de cine.

Les recordé que todas las civilizaciones regulan las relaciones afectivas, y que aquellos artículos del Código Civil que de forma solemne y rigurosa les leyó el Notario, les habla del respeto, de las obligaciones, de la igualdad y de la ayuda mutua, pero ninguno susurra sobre el amor, ello sólo pertenece a la forma indescriptible de los enamoramientos, no se puede regular.

Les desvelé la percepción que tengo de ellos. Este novio, era el azul de la armonía, de la inteligencia, del equilibrio; ella, el amarillo de la luz de las estrellas, la brillantez hipnótica o la luz persuasiva, que se proyecta en el agua del azul de la rivera. Pertenecen, de forma mimética, al óleo que Vicent van Gogh pintó entre el desasosiego y la quietud de la obsesión por captar el anochecer. Ellos son la Noche estrellada sobre el río Ródano. Les indiqué, que cuando volviesen al Museo de Orsay, se buscasen escorados en una esquina del cuadro, y se observaran como dos amantes paseando su pasión por Arlés, atrapados en la obra de van Gogh.
El compromiso sentimental se firmó en una mesita decimonónica, en ese salón con aires sicilianos, rodeados de ecos de esas voces autorizadas que son los notarios; y sólo ése y no otro sería el pacto más trascendente en sus vidas; que casarse, no era sólo compartir la mesa y el tálamo, sino que transformará su hacienda, el estado civil, la descendencia...Y que este País necesita de personas comprometidas, y por ello, la sociedad debe protegerlos. Así lo sella el art. 39 de nuestra Carta Magna.
Les sugerí, que representaran, de forma apasionada, aquella obra realizada en estaño y oro, que su autor se inspiró en los iconos medievales de Rávena, y que cuando se inauguró la exposición en Viena, fue objeto de escándalo:"El Beso" de Gustav Klimt. Así lo hicieron, y tembló el Colegio de Notarios de Madrid, pues nunca antes, ningún escribano del reino había visto y sentido tanta pasión en dicha estancia. Esto es un pacto de amor, y aunque no se transcriba en el expediente matrimonial, pues ya se sabe cómo son los rigores deterministas del notariado, nunca reflejan amores, pero sí que el fedatario oficiante se emocionó, y el salón se transformó en el plató del film de Luchino Visconti reinterpretando a Lampedusa.

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