nuevodiario.es

BLANCO O NEGRO, por José Biedma López

Flores de albaricoque
Ampliar
Flores de albaricoque
BLANCO O NEGRO, por José Biedma López

El color blanco es el espectro de claridad máxima y obscuridad mínima. “Blanco” y “brillante” fueron sinónimos en lenguas antiguas; el blanco de la cal de los pueblos andaluces refleja la luz y en parte dispensa del calor que la acompaña. El blanco se asocia simbólicamente tanto al renacer como a la muerte, con énfasis en la idea de resurgimiento y de pureza. En nuestro imaginario cultural del blanco, subyace paradójicamente tanto la idea de renovación y despedida, como la de sumisión iniciática asociada con el sudario final, traje definitivo.

Durante siglos, el blanco estuvo asociado en Occidente al gozo, solaz y alegría; y su contrario, el negro, al duelo y la tristeza. En el capítulo X del Libro primero del Gargantúa, Rabelais explica que este significado no se debe a ninguna imposición humana, sino que nace del consentimiento general, lo que los juristas llaman ius Gentium y los filósofos consensus.

Hoy sabemos que otros pueblos como el japonés representan el duelo con el color blanco. Se dice que “para gustos, los colores”. El mismo Rabelais reconoce la excepción de los antiguos siracusanos y algunos argivos “que tenían el alma al revés”. La referencia procede de Plutarco, según el cual los siracusanos en los funerales de Timoleón ostentaron sus mejores galas y los habitantes de Argos vistieron túnicas blancas en señal de duelo. En el guión y procesión penitencial del Señor de las Angustias (angustias de la Madre, porque el Cristo yace ya en sus brazos muerto y por tanto no padece), las túnicas de los penitentes lucen un inmaculado blanco, con una gran cruz negra en la capa. No es casual. La estética reza mucho.

El mismo significado de la muerte es ambiguo, la mística la desea como liberación final, segura la santa de la gloria que alcanzará su alma en su fusión con la Deidad, principio y final de la vida, como el blanco apaciguador de la boca final del túnel que ven los moribundos, y Fauré compuso un Réquiem más luminoso que tenebroso.

Rabelais considera no obstante natural la asociación del gozo, del solaz, placer y delectación jovial con el blanco. “¿No es la noche funesta, triste y melancólica?” y “la claridad, ¿no alegra toda la Naturaleza?”. En Mateo, XVII, se dice que en la Transfiguración del Señor sus vestidos se hicieron blancos como la luz, con cuya blancura luminosa daba a entender a sus tres apóstoles –según Rabelais- la idea y figura de los goces eternos, pues la claridad es regocijo de todos los humanos. De esta misma manera, de blanco, vio San Juan en su Apocalipsis vestidos a los fieles en la celestial y beatífica Jerusalén.

Otros ejemplos paganos añaden solidez a la tesis: quien entraba triunfalmente en Roma debía hacerlo en un carro tirado por caballos blancos (como son la mayoría de los cartujanos). Mucho más dudosa es la leyenda de que el león, cuyo rugido espanta a todos los demás animales, acata y reverencia al gallo blanco. Añade Rabelais, para más efecto suasorio, que han aparecido diablos en forma leonina y al encontrarse con un gallo blanco se esfumaron repentinamente y que por esta razón los galos, blancos como la leche, que en galés se dice “gala”, llevan plumas blancas en sus bonetes y por insignia la flor más blanca de todas: la flor de lis.

Será verdad que lo blanco esparce y disgrega la vista, expansiona el corazón y los espíritus vitales y que el vestido blanco ilumina siempre la cara de la guapa o del carilindo; a casi a todos favorece, desde luego, pero se ensucia fácil; el negro, su contrario, adelgaza y siempre resulta elegante. La corte de Felipe II vestía de negro; a los franceses esta austera moda española les asustaba.

Negro y blanco puros son raros en la naturaleza, que tiende más fácilmente al gris. Lo mismo pasa en la moral con el bien y el mal. Personalmente, me gustan los colores indefinidos, intermedios, como ese verde azulado que ahora está de moda y al que llaman cerceta. Ni helado ni abrasado, cromáticamente tibio.

Del autor:

https://www.amazon.com/-/e/B00DZLV35M

https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1636897

https://aafi.es/NOCTUA/noctua00.htm
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios