China está llevando a cabo una política dura contra las protestas en Hong Kong, continua con la represión de los uigures en Xinjiang y ha emprendido acciones comerciales contra Australia y Canadá, que recordemos detuvo a Meng Wanzhou hija del dueño de Huawei y su directora financiera.
Precisamente mientras se llevaban a cabo las reuniones de Anchorage, un empresario canadiense, Michael Spavor, compareció en una sala de audiencias en Dandong, China, acusado de espionaje, un caso presentado en evidente represalia por la detención de Meng Wanzhou en Canadá.
Antony Blinken, Secretario de Estado y máximo representante estadounidense, emitió un comunicado plagado de quejas contra las represiones y agresiones de China. El comportamiento de China, dijo, amenaza un orden global basado en reglas.
En el plano militar, China mantiene la presión sobre Taiwán a la que considera una isla rebelde y según funcionarios estadounidenses ha seguido realizando ciberataques contra objetivos estadounidenses. Estas acciones constituyeron la sustancia de la crítica pública y privada de Estados Unidos hacia China en Anchorage.
Yang Jiechi por su parte, miembro del Politburó chino y enviado de mayor rango de Xi Jinping, respondió con fiereza al discurso de Blinken, acusó a Estados Unidos de entrometerse en los asuntos internos de su país y denunció su larga historia de intervenciones militares y criticó los abusos racistas contra los “negros”.
Tal confrontación directa en público es inusual en la historia de la diplomacia de ambos países que siempre ha estado marcada por intercambios francos, pero siempre en privado y con un talante pacífico de cara al publico. Sin embargo, esta retórica tranquila habría sido utilizada por Donald Trump que hubiera acusado a Joseph Biden de pusilánime, por eso algunos analistas han sugerido que la explosión de Alaska fue solo una exhibición de cara al público nacional. Es posible que, a pesar de toda la franqueza y dureza ante el público, haya habido algún avance más constructivo en privado.
Aun así, la reunión de Anchorage probablemente marcó el tono de una relación antagónica entre las dos potencias más importantes del mundo. El equipo del presidente Joe Biden ha señalado que no habrá deshielo en las relaciones entre Estados Unidos y China después del profundo congelamiento que hubo bajo el mandato de Donald Trump.
La apuesta de Joe Biden por el Quad (en inglés Quadrilateral Security Dialogue), un diálogo estratégico informal entre Estados Unidos, Japón, Australia e India, el apoyo político abierto a Taiwán y el compromiso con los aliados del noreste de Asia indican un fuerte grado de compromiso de Estados Unidos para enfrentarse al desafío emergente de China.
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