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"Ferrer i Guardia y la Escuela Moderna", por Pedro Cuesta Escudero, autor de “La Escuela en la reestructuración de la sociedad española (1900-1923)” Editorial Siglo XXI, Madrid 1994

'Ferrer i Guardia y la Escuela Moderna', por Pedro Cuesta Escudero, autor de “La Escuela en la reestructuración de la sociedad española (1900-1923)” Editorial Siglo XXI, Madrid 1994
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miércoles 30 de diciembre de 2020, 11:02h
'Ferrer i Guardia y la Escuela Moderna', por Pedro Cuesta Escudero, autor de “La Escuela en la reestructuración de la sociedad española (1900-1923)” Editorial Siglo XXI, Madrid 1994
Francesc Ferrer i Guardia nace en Alella en 1859 del seno de una familia de labradores pequeños propietarios y muy religiosa y tradicional. A los trece años termina su instrucción de una manera bastante rudimentaria (es la instrucción que recibían los hijos de los labradores y artesanos en pueblos de poca importancia: leer y escribir más o menos correctamente y las cuatro reglas aritméticas), lo que quiere decir que fue un autodidacta aventajado. Y entra a trabajar de dependiente en una tienda de ropas de Barcelona, donde su patrón, librepensador y anticlerical acérrimo, le hace cambiar radicalmente de pensamiento.
'Ferrer i Guardia y la Escuela Moderna', por Pedro Cuesta Escudero, autor de “La Escuela en la reestructuración de la sociedad española (1900-1923)” Editorial Siglo XXI, Madrid 1994

Después de cumplir el Servicio Militar obtiene el cargo de revisor de tren en la línea Barcelona-Port Bou-Cerbere. El jefe republicano Ruiz Zorrilla se aprovecha de sus continuas salidas y entradas de España para que llevase instrucciones a sus correligionarios del interior. De esta manera Ferrer mantiene contactos con republicanos y anarquistas, tanto exilados como activistas de dentro del país, con cuyas ideas revolucionarias se va orientando hacia preocupaciones por otra sociedad mejor y más justa. Se inicia en la francmasonería lo que le facilitó la amistad con intelectuales como Odón de Buen y Rodríguez Méndez, Rector de la Universidad de Barcelona, o el dirigente anarquista Anselmo Lorenzo.

Se casa con Teresa Sanmartí, con la que tiene tres hijos. Resulta un matrimonio turbulento, hasta que ella se une a un aristócrata ruso y marcha con él a Ucrania, quedándose Ferrer al cuidado de sus hijos. Más tarde se casa consensualmente con Leopoldine Bounard, profesora de cierto renombre en el movimiento librepensador parisiense y con la que tiene a su hijo Riego. En 1886 se ha de expatriar, tras su participación en el fallido pronunciamiento militar zorrillista de Villacampa. Se establece en París que, tras varios trabajos, se estabiliza como profesor de español en el liceo Condorcet, consiguiendo abundante clientela y considerable prestigio. Empieza a ser conocido y valorado en círculos de exilados republicanos. Su vinculación al Gran Oriente francés le permite establecer contactos diversos con otras sociedades librepensadoras francesas llegando a disponer de buenas amistades como la de Juan Grave, Reclús, Kropotkin, Malato, Robín y otros intelectuales republicanos y anarquistas, Pero Ferrer i Guardia cada vez se va decepcionando más de la vía insurreccional y del revolucionarismo burgués encarnado en la masonería y en el republicanismo. “Sólo hallé- explica Ferrer- ideales insuficientes, en ninguno reconocí el propósito de realizar una transformación radical que, descendiendo hasta lo profundo de las causas, fuera garantía de una perfecta regeneración social”.

La Francia republicana, con su exacerbado nacionalismo y su exagerado militarismo en busca de la “revancha” del desastre de Sedan y que convierte a la escuela en la antesala del cuartel, donde se exhiben ante el público aplauso los batallones escolares, le decepciona. No puede ser esta la meta de la revolución. Y Ferrer i Guardia se inspira en ideólogos humanitaristas, pacifistas, antimilitaristas e internacionalistas: Malatesta, Reclús, Kropotkin, Su esfuerzo revolucionario se decanta, única y exclusivamente, en favor de la educación y de la enseñanza para que cada uno pueda hacer uso racional de su independencia. Cree firmemente que en la educación está la clave de todo regeneracionismo de la sociedad, pero empezando desde la más tierna infancia.

Interesado por las cuestiones pedagógicas

Desde ahora Ferrer se interesa por todas las cuestiones pedagógicas. Y estudia y sopesa todas las teorías. Rompe lanzas y discute largamente con Grave, Malato, Paraf-Joval, Salmerón hijo y admira a Robin. Y acaricia la idea de forjar un movimiento pedagógico con las ideas que va recibiendo. Y los medios para materializar este ambicioso proyecto lo encuentra providencialmente en la señorita Mounier, dama rica y discípula de Ferrer en la Academia Filotécnica. Era católica convencida y observante escrupulosa. Recordaba rencorosamente cuando en tiempos de la Commune había sido insultada por los pilluelos de París cuando iba con su madre a la Iglesia. Ferrer i Guardia le hizo ver que esos míseros e ineducados, gérmenes del crimen y perturbadores del orden social, son así por culpa del privilegio, el cual, frente a tanta desgracia, permite que vivan disfrutando de grandes riquezas gracias a que explotan la ignorancia y la miseria, y pretenden seguir gozando eternamente los placeres terrenales en una vida ultraterrena, mediante el pago de ceremonias y obras de caridad. El premio a la virtud fácil y el castigo al pecado imposible de rechazar sublevó la conciencia de la joven dama, la cual al morir en 1901lega en su testamento su fortuna a Ferrer i Guardia para la creación de la Escuela Moderna sin ninguna cláusula restrictiva. Ya en su poder el capital legado Ferrer i Guardia busca entusiastas colaboradores y el 8 de Septiembre de 1901 inaugura en Barcelona la Escuela Moderna en un palacete de la calle Bailén.

Francesc Ferrer encuentra en la capital catalana el terreno abonado: medio siglo de enseñanza laica, preocupación masónica y anarquista por la enseñanza integral, racional y científica, numerosos librepensadores dispuestos a prestar su apoyo, nula inspección estatal, deseos de renovación y modernización de la enseñanza, deseo de instrucción y de cultura popular distinta a la ofrecida por la Iglesia y el Estado. Ferrer i Guardia no tuvo nada más que abrir su escuela, rodearse de buenos y prestigiosos colaboradores y poner en marcha la editorial que suministraría los libros de texto y de lectura que estas escuelas y centros necesitaban. Se inauguró con gabinetes de Física, Mineralogía y Zoología, colecciones de diapositivas. Las materias de estudio eran en un principio Castellano, Francés, Ciencias, Matemáticas, Música, Canto y Dibujo. Colaboran en la Escuela Moderna los catedráticos de la Universidad de Barcelona, Odón de Buen y Martínez Vargas, Anselmo Lorenzo, Mateo Morral (culto, de familia bien acomodada y conocedor de varios países e idiomas), Soledad Villafranca (muy interesada por esta obra) Salas Antón (famoso educador del proletariado catalán), Clemencia Jacquinet, Columber (periodista), Cristóbal Litrán (famoso anarquista reusense), Pau Vila (gloria que fue después de la pedagogía catalana y también geógrafo de prestigio internacional) También ofrecen su entusiasmo y apoyo Fabián Palasí, Ramón y Cajal, Enrique Lluria, Pi i Arsuaga.

El día de la apertura de la Escuela Salas Antón expone las líneas de la pedagogía que se iba a aplicar:

a) Hacer de los alumnos de ambos sexos personas instruidas, veraces y libres de todo prejuicio. b) Sustituir cualquier dogmatismo por el estudio razonado de las Ciencias Naturales. c) Excitar, desarrollar y dirigir las aptitudes de cada alumno, de forma que llegue a convertirse en miembro útil a la sociedad, capaz de mejorarla. d) Enseñar los verdaderos deberes sociales de acuerdo con la máxima “no hay deberes sin derechos, ni derechos sin deberes”. e) Educar sin distinción de sexo ni de clases sociales desde los cinco años.

Ferrer i Guardia atribuye a la educación el lugar más importante en la jerarquía de valores. La educación tiene por misión el preparar a los niños para que se hagan hombres. Cree que la escuela puede contribuir a cambiar las mentalidades, que conducirían a transformar la sociedad. Los dos pilares de la pedagogía ferreriana son la escuela activa y el papel formativo del trabajo.

Educación científica y racional

Las mentes tradicionalistas y escolásticas no saben encajar el extraordinario desarrollo que experimentan las ciencias. La penetración del darwinismo y del pensamiento evolucionista en España suscita grandes resistencias en la Iglesia y en amplios sectores de la sociedad. Se oponen violentamente a la enseñanza y difusión de los nuevos descubrimientos científicos. El educador de Alella, sin embargo, proclama a la ciencia como la exclusiva maestra de la vida, frente a ese oscurantismo que en el terreno de la enseñanza ejerce la Iglesia, la cual prefiere mantener al niño en la ignorancia de esas verdades científicas que parecen entrar en contradicción con los dogmas religiosos. El laicismo ferreriano no se limita, pues, a una mera posición ideológica, sino que es un laicismo militante, combativo, frente a la enseñanza religiosa, frente a los “eternos apaga-luces”, que fundamentan sobre las tinieblas de la ignorancia popular el sostenimiento de sus privilegios.

Educación integral

El objetivo primordial de la Escuela Moderna es la formación integral del educando, o sea, que no hay que educar y enriquecer con conocimientos solo la inteligencia, sino que hay que educar al ser humano en toda su complejidad “El hombre- explica Ferrer- , en la unidad en su funcionalismo cerebral, es un complejo, tiene varias facetas fundamentales, es una energía que ve, afecto que rechazar o se adhiere lo concebido y voluntad que cuaja en actos lo percibido y amado. (…) Hemos de proponernos, como término de nuestra misión pedagógica, que no se den en un solo individuo dualidad de personas: la una, que ve lo verdadero y lo bueno y lo aprueba, y la otra, que sigue lo malo y lo impone”.

Coeducación y educación femenina

Para Ferrer i Guardia la educación femenina y la coeducación van unidas inseparablemente. “La naturaleza, la filosofía y la historia enseñan, contra todas las preocupaciones y todos los atavismo- explica Ferrer-, que la mujer y el hombre completan al ser humano, y el desconocimiento de verdad tan esencial y trascendental ha sido y es causa de males gravísimos. (…) O sea, si queremos una sociedad más justa hay que emancipar primero a la mujer. Y para emanciparla hay, en primer lugar, que educarla en la misma proporción que el hombre”. La educación mixta o coeducación se convierte en Ferrer en el ideal mismo de la educación científica y racional.

Educación moral: ni premios ni castigos, ni exámenes

Por otra parte, la Escuela Moderna tenía como base para todas sus actividades el más acendrado respeto a la personalidad del niño. La escuela se adaptaba a las necesidades psico-fisiológicas del niño y no la adaptación del niño a las necesidades programático-disciplinarias de la escuela. A pesar de lo que se dice de Ferrer i Guardia de tener una doctrina disolvente, por el mero hecho de poner en entredicho los esquemas morales católicos vigentes, no significa que no tuviera un sentido moral elevado, que se puede sintetizar en hacer el bien, por el mismo bien, sin esperar ni castigo ni recompensa. Es una moral que raya en el puritanismo, respeto a la mujer, igualdad de los sexos en la escuela, en el hogar, en la cultura, en la sociedad, amor a la naturaleza y a la cultura, lucha contra el alcoholismo, el tabaco, el juego de azar, el maltratar a los animales; amar al trabajo simplemente por ser útil a los semejantes, por los goces que representa su cumplimiento.

Cuando se educa, cuando se está procurando una formación integral sin especializaciones, cuando se busca que el alumno adquiera la aptitud necesaria para entrar en la actividad social, no tiene sentido el que se examine la aptitud o la incapacidad de nadie. Los exámenes no dan resultado alguno. ¿Cómo se puede evaluar la moralidad del alumno o el desarrollo de sus aptitudes que lo harán válido para integrarse en la vida social? Solo sirve para satisfacer vanidades de profesores y padres. Los exámenes producen daños morales. Los exámenes distorsionan por completo la enseñanza racional y científica. Pero no solamente rechaza los exámenes sino también todo lo relativo a premios y distinciones. Al no otorgarse premios se crea la imposibilidad de imponer castigos. Entonces, ¿cómo mantenía Ferrer el estímulo y el orden en la Escuela Moderna? “Al que sobresalía por bondad, por aplicación o por desorden- explica- se le hacía observar la concordancia o discordancia sirviéndole al profesor para una disertación a propósito”

Coeducación de clases sociales

Otro de los puntos de la pedagogía ferreriana, quizás el más novedoso y el más controvertido, es el que el mismo Ferrer vino a llamar como “coeducación de clases sociales”. “La coeducación de pobres y ricos- explica- , que pone en contacto unos con otros en la inocente igualdad de la escuela racional, esa es la escuela buena, necesaria y reparadora”. Ferrer i Guardia no duda que los “oprimidos, los explotados, los expoliados han de ser rebeldes porque han de recabar sus derechos, pero se niega a reducir la educación al papel de un simple instrumento de la lucha de clases. “Hubiera podido fundar una escuela gratuita- afirma-, pero una escuela para niños pobres no hubiera podido ser una escuela racional (…) Una escuela para niños ricos no hay que esforzarse mucho para demostrar que por su exclusividad no puede ser racional”. En la práctica lo resuelve al crear la Escuela Moderna “adoptando un sistema de retribución acomodada a las circunstancias de los padres, no teniendo un tipo único de matrícula, sino practicando una especie de nivelación que iba desde la gratuidad, las mensualidades mínimas, las medianas a las máximas”.

Cosmopolitismo y antimilitarismo

“Tengo la intención de fundar una escuela emancipadora – explica Ferrer a su amigo Prat- que se encargará de apartar de los cerebros aquello que divide a los hombres, el falso concepto de la propiedad, la patria y la familia, a fin de conseguir la libertad y el bienestar”. No cabe duda que el racionalismo científico ha de rechazar forzosamente todo lo que se base en sentimentalismos y pasiones, lo que la razón y la ciencia no pueden explicar de forma coherente. Ferrer i Guardia tenía al mundo como su patria y consideraba como una locura social la existencia de las naciones políticas, la diferencia de clases, los odios raciales o religiosos. Los odios, las guerras, la miseria, el atraso y otras calamidades que azotan la humanidad considera Ferrer que se debe, en gran parte, a las fronteras políticas, a la incomunicación y a los egoísmos de las clases dominantes. Y para poner fin a todo ello es preciso forjar una mentalidad cosmopolita en la juventud a través de la educación. El cosmopolitismo encierra la idea del pacifismo. Y del pacifismo se pasa inadvertidamente al antimilitarismo.

“Hubo quien – escribe el educador de Alella- inspirado en mezquindades de patriotismo regional, que me propuso que la enseñanza se diera en catalán, empequeñeciéndose la humanidad y el mundo a los escasos miles de habitantes que se contienen en el rincón formado por parte del Ebro y los Pirineos. Ni en español lo establecería yo- contesté al fanático catalanista-, si el idioma universal, como tal reconocido, lo hubiera ya anticipado el progreso. Antes que el catalán cien veces el esperanto”

A pesar de que Ferrer i Guardia procuraba huir de toda alharaca provocadora, la progresiva influencia de la Escuela Moderna hizo que la España inquisitorial la descubriera. El programa del tercer año fue a parar a “El Noticiero Universal” y al “Diario de Barcelona” que no tardan en publicar: “Hemos visto el prospecto de un centro de enseñanza establecido en nuestra ciudad, en el que se prescinde de dogmas y sistemas, pues se propone librar al mundo de dogmas autoritarios, sofismas vergonzosos y convencionalismos ridículos”. “¿Qué es la Escuela Moderna?- se pregunta el diario jesuítico “El Corazón de Jesús” de Bilbao- Un sistema educativo sin Dios (…) Es el punto de partida de publicaciones inmorales y de libros asquerosos, de reuniones blasfemas, de espectáculos irreligiosos y de discusiones ateas”. Había más escuelas laicas, pero la Escuela Moderna era la más peligrosa porque tenía un ideal y unos objetivos pedagógicos definidos. Solo faltó el atentado de Mateo Morral. La Escuela Moderna fue clausurada y Ferrer encarcelado y procesado.

La enorme presión de la opinión internacional libra a Ferrer de la pena de muerte pedida por el fiscal. Cuando los sucesos de la Semana Trágica se busca un culpable que cargue con todas las culpas. Esa cabeza de turco fue Francesc Ferrer i Guardia, que es detenido el 31 de Agosto de 1909. Y para evitar que se libre de condena como en 1907 por debilidad de la justicia ordinaria civil, se le juzga por lo militar y en la madrugada del 13 de Agosto de 1909 cae ensangrentado por las balas bajo los muros del castillo de Montjuich, tras haber proclamado su inocencia que, incluso a sus propios verdugos conmociona:¡APUNTAD BIEN!¡SOY INOCENTE!¡VIVA LA ESCUELA MODERNA!.

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