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"Centros de investigación, trabajo y deportes", por Pedro Cuesta Escudero, Doctor en Historia Moderna y Contemporánea

'Centros de investigación, trabajo y deportes', por Pedro Cuesta Escudero, Doctor en Historia Moderna y Contemporánea

Reparto del trabajo doméstico

miércoles 25 de noviembre de 2020, 09:49h
'Centros de investigación, trabajo y deportes', por Pedro Cuesta Escudero, Doctor en Historia Moderna y Contemporánea
'Centros de investigación, trabajo y deportes', por Pedro Cuesta Escudero, Doctor en Historia Moderna y Contemporánea
Es de justicia, al incorporarse la mujer al mundo laboral, que en las parejas se distribuya por igual los quehaceres domésticos (cocinar, limpiar, planchar, atender a los hijos/as…) y evitar la injusta situación a que se ve sometida la esposa de tener que hacerse cargo ella sola de todo el peso del hogar, después de una jornada de trabajo como la del marido. Pero esas habilidades no se improvisan, hace falta un aprendizaje previo y también una educación que engendre hábitos para que se realicen esos trabajos de manera natural y no como hechos extraordinarios y excepcionales.
'Centros de investigación, trabajo y deportes', por Pedro Cuesta Escudero, Doctor en Historia Moderna y Contemporánea
'Centros de investigación, trabajo y deportes', por Pedro Cuesta Escudero, Doctor en Historia Moderna y Contemporánea

En el seno de las familias cada vez se hace más difícil ese tipo de educación, incluso se está generalizando el uso y abuso de las comidas prefabricadas y rápidas que tanto perjudican la salud, porque no hay tiempo para cocinar y, menos, para enseñar y aprender esos guisos que nuestras abuelas aún saben preparar. Y en la escuela, tal y como actualmente está diseñada, tampoco se puede llevar a cabo este tipo de educación.

Al sistema educativo actual le falta el espíritu de trabajo productivo y comunitario. Mediante esos trabajos se hacen los alumnos/as más activos, más útiles a los suyos y se les prepara mejor para la vida posterior. Esos trabajos no son estudios especiales, sino métodos de vida. En los antiguos hogares de siglos pasados con sus necesidades (confeccionar en parte los vestidos, fabricar el pan, elaborar la comida en cocinas de leña o carbón, atender a la iluminación con materiales que exigían una acción diaria para satisfacer esa necesidad, etc.) era un medio educativo muy superior al actual, puesto que el niño/a era uno de tantos factores del trabajo doméstico y constantemente debía poner en actividad sus facultades de observación, de ingenio, su inventiva, etc.

Las lecciones de cosas surgían a cada instante y con una fuerza sensible que no se tiene ahora. Todo esto ha desaparecido de los hogares actuales. Y en la escuela, que se conceptúa como el lugar de aprender lecciones, el que se realizara todo este trabajo productivo y común se consideraría un engaño, una pérdida de tiempo. Habría que cambiar esa concepción de escuela si queremos buscar la realización de finalidades comunes, una forma de cooperación que despierte energías. Sin embargo, si queremos dar a nuestros alumnos/as una educación íntegra, hemos de buscar la posibilidad para que ese tipo de educación se pueda realizar.

Contacto con el medio natural

Por otra parte, el alumnado del medio urbano mantiene escaso contacto con el medio natural. Es razón suficiente para considerar que se hace necesario que pase temporadas en contacto con la naturaleza, con los elementos naturales de primera mano. El respirar el aire del mar o de la montaña, el valor educativo del cambio de ambiente, del cambio de vida, el convivir con otra gente que la de casa, contribuyen de manera extraordinaria al desarrollo implícito de la formación integral de nuestros alumnos/as. Les acostumbra a ir por el mundo con los ojos abiertos viéndolo todo, a ser más solidarios y a resolver los problemas cotidianos del convivir. La superación de las barreras en la naturaleza refuerza la personalidad.

Hoy día se organizan colonias de verano –más bien campamentos– para el alumnado de las escuelas púbicas, pero tienen un carácter más vacacional que pedagógico, pues, generalmente no están dirigidas por sus profesores/as. De todas formas la vida sana y alegre que se realiza en la colonia enseña a saber cuidarse de uno mismo y educa los sentimientos de solidaridad, de simpatía y amistad. Los juegos libres, las excursiones, son poderosos elementos que con toda seguridad dejan huellas indelebles en la vida de los chico/as. El problema de las colonias es la masificación que obliga a un régimen más bien cuartelero para mantener el orden y la disciplina. Pierden la individualidad y la responsabilidad. También suelen haber escuelas-granja o escuelas de la naturaleza, que prestan un extraordinario servicio, pero de forma esporádica y voluntaria son visitadas por los escolares. Exactamente, son visitadas, a fin de observar, como si fuera un museo, pero no para comprometerse y participar en el desarrollo de dichos centros.

Centros ubicados en plena naturaleza

No hay que cambiar el sistema de centros escolares que existen. Pero como la sociedad actual mantiene un escaso contacto con el medio natural, se hace imprescindible complementarlos con otros centros ubicados en plena naturaleza para que se pueda desarrollar una educación integral de todos nuestros alumnos/as. Unos centros que sean diferentes de las colonias, las escuelas-granja, las escuelas campestres, las casas de campo o los campos de trabajo, aunque compartan muchas de sus características. Unos centros que los alumnos/as lo sientan como suyos, trabajando por su mejora y participando, incluso, en su diseño, y donde los tutores/as pueden llegar a un conocimiento mejor de los educandos, porque se muestran con mucha mayor naturalidad al hallarse libres de la disciplina reglamentada que se necesita para el orden de las clases. Unos centros que sean de investigación, trabajo y también ocio y recreación.

Unos centros donde los chicos/as pueden aprender a cocinar y a responsabilizarse de mantenerlo limpio. Unos centros donde ir los fines de semana para practicar actividades y deportes al aire libre, como alternativa del “botellón” y de cuantas acciones que perjudican la salud física y moral de nuestra juventud. La escalada, el “raftin”, los cañones, las “vías ferratas”, tirarse en parapente, subir en globo, o sea deportes de aventura que entusiasma a la juventud, como también los náuticos, la espeleología, el montañismo, el senderismo, todo tipo de excursiones, a pie, a caballo, en bicicleta, orientación en el medio natural, safaris fotográficos, etc., se plantean como alternativas a los deportes tradicionales competitivos y se deja de lado la rivalidad por acercarse a la parte lúdica y recreativa de la práctica deportiva. Si la competitividad es un aliciente, también conviene la cooperación y la superación de uno mismo. Serían centros, también muy interesantes, como punto de reunión para que toda la familia pueda disfrutar del deporte, de la naturaleza, del descanso y de una buena y sana gastronomía.

Variedad de objetivos

A través de estos centros se conseguiría reintegrar mejor nuestra riqueza paisajística, la mejor forma de cuidar, potenciar y disfrutar los parques nacionales, los ambientes marineros, rurales o montañosos, los yacimientos arqueológicos o los monumentos históricos que con tanta abundancia y variedad se nos presentan. Se diversificaría y potenciaría el turismo. Desde estos centros se podría investigar el mejor modo de luchar y de aprender a luchar contra cualquier degradación, como la contaminación, la deforestación, la erosión, la desertización, la despoblación. Esos centros, además de su carácter específicamente educativo y docente y también turístico y deportivo, deben cumplir un papel destacado de restauración y conservación de monumentos, de investigación ensayando nuevas formas de cultivos, de abonos, de riego… y de preservación de la flora y la fauna salvajes. Serían un ejemplo de reciclaje de aguas residuales, de aprovechamiento de las aguas, de la energía: un modelo en la comarca de conservación y mejora de la naturaleza y, al mismo tiempo, de explotación agrícola y ganadera. Cumplirían un similar papel al que desempañaron los Paradores Nacionales, pero en este caso abarcando otros fines, además de incrementar la oferta turística. Y, al igual que ellos, establecidos y patrocinados por la Administración pública, pero con posibilidades de autofinanciamiento.

Es por ello que quien dirija estos centros habría de ser, además de un pedagogo/a y educador/a, una persona con las suficientes habilidades y conocimientos para que pudiera dirigir todos estos fines encomendados. Tanto el director/a como un buen y experimentado cocinero/a deberían ser funcionarios de la Administración con el sueldo correspondiente y con derecho a participar de las ganancias. El resto del personal que se precise sería contratado por el director/a y retribuidos con los beneficios que se engendraran con los huertos, invernaderos, piscifactorías, cría de caballos, corderos… y su utilización turística. Los fines de semana, días festivos e, incluso, entre semana y periodos vacacionales, siempre que no perjudique el trabajo educativo del alumnado, que es su principal función, estos centros podrían explotar su restaurante, bar, guías, albergues y bungalós, así como el alquiler de bicicletas, caballos, canoas, veleros, tablas de “surfing”, etc.

Todos los miembros de la comunidad escolar tendrían un descuento en los gastos que originaran durante su estancia turística en el centro, así como todos los jóvenes menores de 25 años, acreditados con un carnet de joven, tendrían una reducción en los precios en los albergues y con derecho a cocina si así lo desearan. Lógicamente el centro se reservaría el derecho de admisión e impondría su normativa, que no sería otra que el respeto a las personas, las instalaciones y el medio ambiente. El consumo de drogas quedaría totalmente prohibido; y el alcohol y el tabaco lo serían también a menores de 18 años.

Adscritos a los centros docentes

Se instalaría un centro de investigación, trabajo y deporte por cada instituto (de cuatro líneas) y su escuela de primaria y escuela infantil adscritas a él. Es para que todo el alumnado infantil, de primaria y de secundaria lo sienta como suyo y pueda beneficiarse de él como mínimo una semana al trimestre, teniéndose en cuenta que se perdería toda eficacia si se acude a ellos en masa. Como máximo dos clases por nivel, o sea 50 alumnos/as; y aun así nos parecen demasiados. Pensamos que los alumnos/as de las escuelas infantiles y los del primer ciclo de primaria con pasar en estos centros un solo día y sin pernoctar tendrían suficiente. Los demás estarían toda una semana, de lunes a viernes.

Cuando el lunes llegaran los alumnos/as con sus respectivos tutores/as (o con los profesores/as que dirigieran algún tipo de investigación) el director/a del centro ya tendría preparado el programa de la semana para que sea desarrollado por equipos rotatorios. Uno de los trabajos sería en la cocina. Bajo la dirección del cocinero/a los alumnos/as elaborarían las comidas del día. No solo aprenderían a cocinar, sino también a saber administrar y servir a los demás. Aprenderían a comer comidas sanas y bien elaboradas con los alimentos recién cogidos del huerto o del invernadero. Lo importante es que no se pierda el hábito de la dieta mediterránea.

Otros trabajos serían cuidar el huerto o invernadero, la granja de animales, de los caballos, acompañar al pastor con las ovejas y estudiar de paso la flora y la fauna que encontraran, recolectar hierbas aromáticas, medicinales y frutos silvestres , arreglar caminos, limpiar los bosques para prevenir posibles incendios, hacer exploraciones, observar y filmar los animales salvajes, aprender las rutas culturales para después ser un buen guía turístico, restaurar los monumentos históricos, ayudar en las excavaciones arqueológicas, realizar trabajos de investigación, etc. Se percibiría una remuneración por esos trabajos que se abonaría en la cuenta abierta para el viaje de fin de curso o de etapa. En caso de lluvia o mal tiempo ya habría otras alternativas como modelar, pintar, elaborar productos artesanales para la tienda, de cuyos beneficios participarían los alumnos/as.

Centros de estudio, trabajo y deportes

También debe haber tiempo para el ocio, el deporte y el estudio o lectura de libros o trabajos con el ordenador. Alrededor del fuego del hogar u otros lugares, además de cantar, serían muy interesantes los contadores de cuentos (mitos, leyendas, anécdotas, relatos de largo argumento, aventuras), todo para potenciar la imaginación, porque la imaginación nos salva en la vida y mejora nuestros sentimientos. Narraciones habladas que iluminen las reuniones. Lecturas comentadas por personas cultas, que dan vida a la lectura para que no degenere en actos monótonos y poco agradables. Lecturas de obras dramáticas, poéticas, novelescas. El caso es que no haya tiempo para el aburrimiento y que cada uno ocupe su sitio debido. Ambiente familiar, vida sana, principio de colaboración en los trabajos y en los juegos; ambiente de libertad, de alegría y de capacitación. Y el viernes, después de dejar todas las instalaciones en perfecto estado de revista, los alumnos/as regresarían a sus casas.

El proceso de educación ha de partir, pues, de esa vida activa. El instinto constructivo de los niños/as y adolescentes, su espíritu de curiosidad y de investigación, su afán de clasificación y ordenación deben ser los fundamentos de la actividad, más que la recepción pasiva de las informaciones que se les pueda suministrar, como montar un museo con toda clase de objetos: cerámica, instrumentos, documentos, estampas, minerales, fósiles, herbarios, colecciones de semillas, plantas, etc. Para la exacta observación e interpretación justa de todo fenómeno biológico, aunque sea dentro de una actividad científica incipiente, como es la de los niños/as de edad escolar a quienes se inicia en los estudios de la naturaleza, es necesario seguir un camino previamente trazado, al cual no es posible sustraerse con pretexto de la elementalidad de esta enseñanza o la falta de preparación de los discípulos. A la observación que se hace en el laboratorio se complementa con la realizada en plena naturaleza, y viceversa. Para que la actividad sea realmente educadora ha de ser llevada a la mayor perfección posible, no a la chapuza, a la ocupación emprendida y abandonada o al “salir del paso”. El aliciente está en el carácter creador y productivo del trabajo. Todo verdadero trabajo crea algo, tiene un producto.

Todo trabajo improductivo no es trabajo, es una carga, un castigo. Es conveniente hacer sentir el goce de la producción y la satisfacción interior de la dignidad humana alcanzada por el trabajo. El trabajo ha de ser para cubrir las necesidades que tiene la vida social. Solo así el alumno/a concederá un valor positivo a la actividad realizada y tendrá interés para él. Ha de ser un trabajo social, de colaboración y de ayuda mutua, de tal suerte que todo el centro se convierta en una verdadera “comunidad de trabajo”. La enseñanza es enseñanza del trabajo, es decir, no se trata de tener oyentes pasivos, sino que los grupos y los individuos se auxilien en el trabajo, que lleguen a desaparecer los límites entre muchachos/as y adultos.

Se ha de estudiar bien la comarca donde se asienta el centro, estudiar su estratigrafía, la morfología o relieve del suelo y su influencia sobre el hombre, sobre la vegetación y las viviendas, las diferentes clases de tierras de labor, producción agrícola, ganadera, minera y forestal, clima, trabajo de las aguas y demás agentes erosivos.

Es muy conveniente y positivo el intercambio de alumnos/as de distintos centros de investigación, trabajo y deportes para que conozcan y se familiaricen de todos los ambientes y ámbitos, tanto marineros, como rurales o de montaña. Y no solo entre los de la misma Comunidad Autónoma, sino también de todas partes, incluso del extranjero. Es la mejor forma de eliminar el provincialismo miope. Y sería interesante que fueran los mismos alumnos/as los que establecieran ese intercambio a través de Internet u otros procedimientos. Y una buena costumbre sería que cada grupo de alumnos/as visitante regalara al centro de investigación un árbol para que quedara constancia futura de su paso por él y sea años después un aliciente como punto de reunión de amigos de la época escolar.

En las ciudades se instalarían los suficientes albergues para que puedan acoger a todos los escolares venidos de fuera que vayan a visitar sus museos, monumentos, industrias y cuantos centros de interés posean. Para esas visitas no estaría de más utilizar a jubilados y personas voluntarias con los suficientes conocimientos para que sirvieran de guías a los diferentes grupos. También esos albergues servirían de hospedaje a estudiantes por unos precios mucho más asequibles que los de las pensiones o alquilando pisos.

Objetivos

Algunos de los objetivos que se podrían conseguir en un centro de investigación, trabajo y deportes situado en un ambiente rural serían:

- Aprender el carácter nutritivo de los alimentos y saber cocinarlos.

- Conocer plantas hortícolas y su valor alimenticio.

- Aprender a preparar la tierra para plantar.

- Conocer el sistema de riego por goteo, su instalación y su importancia en el aprovechamiento del agua.

- Reconocer diferentes especies de plantas y su utilidad.

- Aprender a realizar técnicas de cultivo: siembra por semillas, por plantones, por bulbos, por tubérculos.

- Aprender el cuidado de las plantas, los jardines, los prados.

- Conocer usos medicinales de algunas plantas.

- Aprender a realizar herbolarios y la clasificación científica de las plantas.

- Conocer aparatos caseta meteorológica, reloj de sol, medir con el nomon, etc.

- Construir comederos y bebederos para las aves y demás animales salvajes.

- Tener conocimientos prácticos de micología.

- Conocer técnicas de tratamientos de plagas a base de insecticidas biológicos,

- Valorar los muchos beneficios que la naturaleza nos proporciona en su conjunto.

- Despertar en los alumnos/as un sentimiento de amor y respeto hacia el medio ambiente, favoreciendo su conservación y protección. Que los alumnos/as conozcan, respeten y valoren la Naturaleza.

- Aprender nociones básicas sobre orientación, de día y de noche, la escala, la leyenda de mapas, las curvas de desnivel y el plano.

(Extracto del libro de Pedro Cuesta Escudero POR UNA ESCUELA PÚBLICA DE CALIDAD. Bases para una educación íntegra)

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