Baldo Cortón: “Hoy no hay partido político que no se divierta un día enredando ni grupo de presión filtrando medias verdades que son peores que las mentiras”

“Ahora más que nunca hay que averiguar qué hay detrás de lo que la fuente te cuenta, por muy confiado que estés en ella”; “Ahora comprendo que aquella minoría que no se veía delante de un ordenador quería aferrarse a un oficio que sabían que desaparecería con esas moderneces”; “Credibilidad la dan las buenas historias, las únicas, las que no cuenta nadie, en las que la persona de la calle cuenta su día a día y su problema, sin intermediarios”; “Algunas agencias de noticias, a mi juicio, realizan desde siempre un servicio público, incluso incómodo para algunos medios de gran tamaño”; “Las RRSS tienen un poder incluso desconocido para quienes las crearon y que temen lo que pueda derivarse en el futuro”; “Por desgracia en el mundo occidental se está cada vez arrinconando más a ese hipotético cuarto poder que simplemente se emplea como herramienta útil para llegar al gran público sin costes algunos”; “La inmediatez a veces destruye la verdadera noticia e incluso la destruye porque la audiencia se contenta con saber cuatro tontás y punto”.

P.- ¿Crees todavía en ese tópico, ahora más que nunca, de que un Periodista no es tan diferente de un detective?

R.-Sí creo en el tópico del periodista-detective, dado que más que nunca hay que averiguar qué hay detrás de lo que la fuente te cuenta, por muy confiado que estés en ella. Siempre recordaré cuando un ‘picoleto’, entrado en carnes, nos engañó a todos los periodistas en Santomera, cuando en 2002, una madre mató a sus dos hijos y nos hicieron pensar que habían sido unos magrebíes que entraron a robar. Aquello permitió que la mujer pudiera enterrar a sus hijos haciendo la pantomima del dolor minutos antes de ser arrestada, algo que no hubiera sucedido hoy en día con las Redes Sociales, que rápidamente hubieran difundido el bulo y el entierro hubiera acabado con un linchamiento público a la parricida. Pero aquello fue 2002 y hoy en 2020, no hay partido político que no se divierta un día enredando ni grupo de presión filtrando medias verdades que son peores que las mentiras, al igual que un virus aparentemente inofensivo es peor que el ébola que impide a quien lo coge subirse a un avión.

P.- Pero actualmente con tantas redes sociales y tantas y diferentes autopistas de la información esta profesión ya no es nada detectivesca

R.-La profesión siempre ha sido la misma y solamente cambia la máquina de escribir por el portátil. Hubo quien no quiso nunca ponerse delante de un ordenador y siguió escribiendo con su Olivetti. Entonces no lo comprendí, pero hoy comprendo que aquella minoría quería aferrarse a un oficio que sabían que desaparecería con esas moderneces, y parte de razón tenían. Hoy cualquier persona se hace pasar por Periodista tuiteando lo que le viene en gana desde su cómoda oficina e incluso dando a conocer mediante fotos y vídeos realidades que son tan sorprendentes que ocupan buena parte de los informativos televisivos ante la sorpresa de los responsables de los medios gráficos de los grandes mass media.

P.- Este es un oficio o profesión de 24 horas, pero ¿sin ser tan rentable, por qué se ama tanto?

R.-Antes sí que era un oficio de sol a sol con aquellos reporteros de traje y sombrero, con el sempiterno pitillo en los labios, durmiendo si hacía falta en la redacción mientras sonaba la emisora de la policía. Por cierto, recuerdo que cuando comencé en EFE en su sede en la calle San Cristóbal esquina Gran Vía teníamos una de esas emisoras para escuchar a la policía y era como una cantinela monótona hasta que escuchabas que no paraban de gritar y se agitaban, ahí te dabas cuenta que había ocurrido algo malo, lo que nos hacía levantar el culo ipso facto hacia el lugar de los hechos. Hoy hay jóvenes como Ana Lucas en el diario “La Opinión” que precisamente fue becaria en EFE y que está haciendo una labor encomiable sacando sucesos que hasta las propias Fuerzas y Cuerpos se sorprenden de la rapidez en que aparecen ella con el genial Israel Sánchez, un fotógrafo 10 que también pasó por EFE.

P.- Si existiera esta posibilidad, ¿qué es lo que crees que todavía le puede dar credibilidad a los Medios de Comunicación?

R.-Credibilidad la dan las buenas historias, las únicas, las que no cuenta nadie, en las que la persona de la calle cuenta su día a día y su problema, sin intermediarios, en la que el investigador que se pasa horas al microscopio te explica su logro, sin que su jefe aparezca a ponerse la medalla, en la que el agente te narra lo vivido, sin que el portavoz periodístico del cuerpo lo recorte y ofrezca en bandeja, a veces varios días después, y en el que el soldado te diga al oído y con miedo que lo que pasa es esto y no lo que los altos mandos están diciendo. Pero pocos son los afortunados en llegar a ese tipo de historias cercanas porque cada vez más hay quien se encarga que ningún Periodista se acerque ni de lejos a ellos. Siempre recordaré un congreso de emergencias poco después del terremoto de Lorca en el que el entonces jefe del ramo y hoy dirigente de VOX decía sin cortarse un pelo que lo que había que evitar en una catástrofe era que los plumillas se acercaran y lo mejor era tenerlos a buen recaudo. Así todos estuvimos en aquel Mayo de 2011 en una nave sin poder ni siquiera entrar al recinto donde se encontraban los vecinos que se habían quedado sin casa. Aquella noche entré yo con una cámara de vídeo pequeña grabando a los vecinos con la mala fortuna de que cuando salí para enviar las imágenes no tenían sonido y tuve que recordar lo que me habían contado. En esas condiciones es difícil trabajar, pero se hace lo que se puede. En aquel terremoto Israel Sánchez logró la mejor instantánea acudiendo al epicentro con su cámara poco después del primer temblor al que sucedió otro que se llevó por delante la vida de varias personas, alguna de ellas justo delante de su objetivo.

P.- Las agencias de noticias siguen ocupando todavía ese espacio de la comunicación veraz, exacto y más fiables, informativamente hablando

R.-Algunas agencias de noticias, a mi juicio, realizan desde siempre un servicio público, actualmente incomprendido e incluso incómodo para algunos medios de gran tamaño que preferirían que no existieran porque entregan a los pequeños medios de provincias valioso material con el que poder completar un papel digno en su territorio. Restando a los pequeños, la tarta del pastel sería más a repartir entre los grandes, pero precisamente para esos pequeños fue la razón de ser del nacimiento de EFE, para que tuvieran noticias de cualquier punto del mundo al que jamás podrían acceder por su tamaño, además de noticias de todo el territorio nacional en el que por falta de presupuesto tampoco podían mantener a un corresponsal. Desgraciadamente día a día están desapareciendo esos Medios de Comunicación locales, que para mi entender son y han sido siempre la más valiosa joya del periodismo. Son los más cercanos a los problemas de la gente. Nadie puede saber mejor que el diario “Progreso” de Lugo el problema de la industria láctea o de Alcoa, antigua Alumina Aluminio, de cuyos entresijos no he leído absolutamente nada en absoluto, solamente cuestiones superficiales, cuando hay detrás historias apasionantes como los barcos cargados de bauxita procedente de Guinea Conakry, que desde hace años han traído marineros de esa parte de África a la Mariña, creando tres generaciones de gallegos de color que el grupo Os Resentidos retrató perfectamente en el vídeo de Galicia Sitio Distinto.

Además, las agencias a veces cuentan lo que nadie quiere contar o porque no le es rentable o porque piensan que no es de interés para su hipotética audiencia.

P.- Hablemos ahora de ese gran poder social que tienen las RRSS

R.-Un poder incluso desconocido para quienes las crearon y que temen lo que pueda derivarse en el futuro tras descubrir engaños masivos e influencia de masas para cambiar gobiernos simplemente observando perfiles de Facebook. Prefiero no hablar de ellos y hacer lo que hizo valientemente Neil Young, darse de baja de todas ellas, o lo que hacen los magnates de Sillicon Valley, prohibir a sus hijos que entren en redes sociales.

P.- ¿Hemos ascendido de influencia desde que se nos considerara el 4º Poder?

R.-Lo de cuarto poder es una etiqueta magnífica que desgraciadamente no sirve para nada en dictaduras y dictablandas, donde la libertad de prensa no existe ni en pintura. Por desgracia en el mundo occidental se está cada vez arrinconando más a ese hipotético cuarto poder que simplemente se emplea como herramienta útil para llegar al gran público con un mensaje propagandístico ahorrándose así el coste publicitario.

Si no adivina qué dirigentes de partidos del arco parlamentario han apuntado algún periodista o medio como incómodo.

P.- ¿Las tvs y las emisoras radio, después del face y twitter, se han quedado para contar sólo los reality show, cada vez también más interesados en tu vecino o en el mío?

R.-Lo triste es que en España las tres grandes se copien la fórmula a pie juntillas copiando y pegando incluso los testimonios y noticietas, con comentaristas que luego pasan a la política asesorando al jefe del gobierno, y gritonas que se pasean por varios medios repitiendo las mismas milongas mientras engordan su cuenta bancaria.

P.- ¿Los escándalos políticos o administrativos ya solo interesan al papel?

R.-Interesan los escándalos pero los políticos cada vez eluden más la pillada escapándose por los pelos. La mayoría, dado lo lento de la justicia, se libran de la cárcel porque ha prescrito el delito. Siento que han pagado justos por pecadores y que magníficos políticos, honrados y decentes, han sufrido el escarnio público fruto del pim pam pum de unas formaciones contra otras, pero el gran jefe casi siempre se ha salido de rositas.

P.- ¿Por qué esa necesidad social actual de querer saber de inmediato cualquier asunto, incluso sin el interés de leer o escuchar una información correctamente elaborada?

R.-La inmediatez a veces destruye la verdadera noticia e incluso la destruye porque la audiencia se contenta con saber cuatro tontás y punto, luego pierde el interés real de lo que realmente ha podido acontecer, y nadie se molesta ya en leer mas allá del titular. Se da la paradoja que hay ciudadanos que conocen más de lo que ocurre que el periodista que se encuentra en el lugar y me remito a lo acontecido con las Torres Gemelas que cualquiera ha podido ver en directo mientras veía el Telediario. El teletipo de EFE fue de lo más escueto, pero era imposible que pudiera contar más de lo que tus propios ojos estaban viendo en ese momento, e incluso estando a escasas manzanas del lugar pudieron explicar lo que todos pudimos escudriñar viendo durante varias horas lo que se estaba contando, en lo que a mi juicio considero el momento más emocionante de la televisión mundial. Nada hasta entonces fue tan espectacular, ni siquiera la Guerra del Golfo.

P.-¿El papel ya se ha quedado en la cuneta frente al paso imparable del imperio audiovisual?

R.-Y tan en la cuneta, y me temo que veremos cómo desaparece el diario en papel porque el Planeta no puede soportar tanto gasto de papel ni los periódicos pueden afrontar el importante gasto que supone el papel. Ya no se ven personas por la calle con el periódico debajo del brazo. Posiblemente mi suegro, con 90 años, sea de las pocas personas que todavía va paseando al quiosco a por su periódico. Los jóvenes no es que ya no compren periódicos, es que ni siquiera les interesan los periódicos en formato digital, prefieren leer cualquier chorrada que les llega y ahí está la raíz de uno de los problemas más importantes que tendrá nuestra sociedad de aquí a pocos años: La total desinformación. El caldo de cultivo para que crezcan los partidos populistas y no voy a nombrar alguno, porque por desgracia cada vez hay más y de distinto pelaje.

P.- ¿Hacia dónde se dirigen los mass-media? (¿todavía nos queda por ver y descubrir?)

R.-No lo saben ni ellos, supongo que al abismo o simplemente a sobrevivir esta pandemia que por desgracia se llevará por delante a los mas pequeños y sin medios para salir adelante, sin la ayuda de papá Estado. Ojalá me equivoque.