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LA VIEJA ENCINA,por Pedro Alcalá

LA VIEJA ENCINA,por Pedro Alcalá
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lunes 26 de octubre de 2020, 10:31h
LA VIEJA ENCINA,por Pedro Alcalá
Y que árboles los de estas tierras que aún faltandole el líquido elemento se crían esbeltos.
Será porque esta sufrida tierra arropa a todo aquel que se arrima a su sentido sufrir.
Hoy mis pasos se perdieron por el infinito de estas tierras blanquecinas quemadas por el sol y las cuatro gotas que le han caído le han sabido a gloria bendita, si bendito es todo aquello que quita necesidad.
El suelo vuelve a estar esponjoso, los sonidos que se escapan tras pisarlo son ingravidos y nulos a mi parecer. Los pies vuelven a dejar la huella sobre lo pisado y al mirar atrás te queda la gratificación de lo andado y pasado.
El viento, ha cambiado, viene más fresco y aporrea las caras y cuerpos para hacerlos despertar de esas calores de los abismos que llegan a su final. Los terrenos empiezan a sudar vida otoñal con las primeras brumas que van dejando al amanecer las rociadas que empapan suelos y sufridos olivos.
Va oliendo a naturaleza desbocada, a vida recuperada y a sentir de enamorada.
La vieja encina sigue siendo la reina del lugar. La majestuosidad convertida en belleza y su nobleza, realza su firmeza. Ya son pocas las que aún nos siguen endulzando la vida con sus bellotas.
Andan cansadas para regalar algo con el desprecio con el que han sido tratadas. Dejaron de ser rentables por sus decaídos frutos de los que se hicieron harinas y panes, para pegar patadas a las hambrunas.
Dieron dura leña para calentar cuerpos ajados de tanto trabajar y, sombras perpetuas para apaciguar solaneras mortales por necesidad.
Hoy sólo son por estas desgastadas tierras, un recuerdo de longevidad de un paso del tiempo llamado pasado, donde llenaron los suelos con sus raíces y taparon los cielos con sus ramajes.
La suerte o el destino ha querido que me topara con esta mole de tronco y ramas y, probará sus frutos dulces como el almíbar.
Y que a la sombra de sus fuertes ramas escuchara la melodia mágica de mi querido viento. Y no se, si viviré mucho después de este encuentro... pero lo cierto, es que a partir de ahora, a su abrazo, ando resuelto y protegido del ansioso miedo y no miento que al lado de su tronco siento.
Un universo en movimiento.
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