Presentaba indicios de un posible estrangulamiento y un orificio en el pecho que podría corresponder a una bala. Este asesinato presenta numerosas incógnitas y, hasta ahora, no hay detenidos. Sin embargo, todo indica que se trató de un crimen premeditado, con un móvil de carácter económico. Estas son las claves del homicidio de este empresario del sector óptico, quien se unió al PP durante la época de Francisco Camps y fue condenado por malversación mientras ejercía como alcalde.
Los primeros indicios sugieren que el crimen fue meticulosamente planificado, y los elementos confirmados no dejan lugar a la duda. En primer lugar, el o los asesinos tenían conocimiento de las rutinas de la víctima. Sabían, en particular, que este miércoles tenía previsto desplazarse a la localidad de Sueca para finalizar detalles de una de sus tiendas. Cabe destacar que ese local ya no estaba registrado a su nombre debido a un concurso de acreedores, información que también era conocida por los perpetradores.
Conociendo la ruta que debía tomar y siendo conscientes de que se oscurecería al regresar a casa, tenían la posibilidad de atacarle de forma más anónima en esa carretera tan concurrida, ya sea disparándole o agrediéndole mortalmente con un punzón. Además, se encargaron de desinflar las ruedas del coche para forzar al conductor a salir del vehículo y detenerse en la cuneta. Así, podrían acercarse a él sin levantar sospechas.
A la espera de que la autopsia determine si el orificio es resultado de un disparo o si proviene de una agresión con arma blanca, surge la pregunta sobre las marcas de estrangulamiento. Esto podría sugerir, aunque no lo confirme, la presencia de dos individuos en la escena del crimen. En tal escenario, se podría plantear que mientras uno inmoviliza a la víctima con una soga, el otro le inflige la herida mortal.
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