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Franco, El “jefe” de una trama CORRUPTA, cuyo objetivo principal era el poder y el dinero por Tulio Riomesta

Franco, El “jefe” de una trama CORRUPTA, cuyo objetivo principal era el poder y el dinero por Tulio Riomesta
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lunes 28 de octubre de 2019, 12:01h
Franco entró en guerra sin un duro, pero se hizo millonario, en agosto del 40 tenía 34 millones de pesetas en diversas cuentas corrientes, unos 388 millones de euros. No está mal para empezar. Parece que le cundió con las 2.500 pesetas mensuales de su salario de general. ¿De dónde salió ese dinero? Por ejemplo, con la operación del café, que donó al pueblo español el dictador brasileño Getúlio Vargas. Franco pasó el “regalo” a la Comisaría de Abastecimientos y Transportes y “cobró por adelantado su importe”, 7,5 millones de pesetas, hoy serían unos 85,6 millones de euros

Franco arrambló con buena parte de las donaciones para socorrer a los caídos de su bando. Como las 100.000 pesetas que se transfirieron de la cuenta de donativos a la suya personal en octubre del 36, traspasos mensuales de 10.000 pesetas desde Telefónica a su cuenta personal. Los soldados morían en el frente mientras él se cubría el riñón. Además institucionalizó el pillaje a través de los castigos a los derrotados, la ley de responsabilidades políticas, “justificaba la expropiación masiva de los vencidos”. Cuando acabó la guerra empezó a invertir, con la finca Valdefuentes usó a hombres de paja para no ser delatado. Ingeniería jurídica opaca, secretista y ventajista. Dio el pego sin que se notara, tenía un plan y robó utilizando una idea de Hitler: el Führerprinzip o mandato dictatorial como “fuente de Derecho”. Usaba “leyes reservadas” y ocultas al BOE, que explotó desde los años de la guerra civil hasta 1957. Así filtró a su interés parte de las donaciones “a la causa nazional”.

En plena dictadura había empresas “agradecidas por autorizaciones concedidas”, que traspasaban “acciones gratuitamente”. El dictador percibía “dividendos”, mordidas, porcentajes por negocios revueltos entre consejos de ministros y de administración. “La corrupción estaba en el ADN de la dictadura”. El dictador y su mujer, recibían regalos de varios tipos, medallas de oro, fincas, automóviles de lujo, la punta de un iceberg colosal. La corrupción era pauta de control y la afición cinegética del general golpista oficina ambulante: “importantes sumas de dinero cambiaron de manos mientras los aspirantes a los favores de Franco promocionaban cacerías, a fin de conseguir acceso a la fuente de patronazgo”. Franco cosió a la clase dirigente en la confusión premeditada entre lo público y lo privado. Ese carácter sistémico brotaba en cualquier aspecto de la vida, el estraperlo como gran ejemplo cotidiano: el comercio prohibido con artículos intervenidos por el Estado o sujetos a racionamiento, el tráfico de penicilina en el ámbito sanitario, el “trabajo esclavo” como inagotable fuente de recursos e incluso la “necesidad de recomendaciones para salvar la vida”.

El dictador lideraba la patria convertido en un gestor avanzado de puertas giratorias. Corrupción y desarrollo se dieron la mano para amasar patrimonios y consolidar el capitalismo español. Familias del régimen pobladas de empresarios de fortuna, falangistas de clase media, funcionarios oportunistas, latifundistas de gatillo fácil, altos cargos a la búsqueda de multinacionales, unidos a la caza del dinero y entrenados en la autarquía de la posguerra para enriquecerse con el desarrollismo bajo la tenaz sombra del franquismo.

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