¿Cómo es posible que el Gobierno de España que se comprometió con Ciudadanos a elaborar un protocolo de actuación para aplicarlo tras el confinamiento no haya sido capaz de llevarlo a la práctica sabiendo que los rebrotes podrían producirse y así combatir al maldito virus que nos asola? Este incumplimiento flagrante está dejando al descubierto la debilidad de un Estado famélico y medroso que no es capaz de dictar una norma que sirva de guía para todo el territorio nacional.
Otra reflexión, en este caso sobre las Comunidades Autónomas, algunas de las cuales se enfrentan a un importante repunte de los contagios por coronavirus con focos distribuidos por todo el país. Comunidades que, ante la ausencia de un manual de actuación emanado desde el voluntarioso pero ineficaz Ministerio de Sanidad tienen que recurrir a poner en práctica sus propias ideas acerca de como combatir la pandemia, a veces bordeando la legalidad con el consiguiente enfado de los ciudadanos, o si no véase lo sucedido recientemente en Cataluña y Aragón.
Y una tercera pata, la falta de conciencia y solidaridad de los españoles que con algunas actitudes reprobables están contribuyendo considerablemente a aumentar la inseguridad y por ende, propiciar la actuación de las autoridades que se ven obligadas a tomar decisiones que provocan el enfado, conduciéndonos irremediablemente, ojalá me equivoque, a dictar órdenes y recomendaciones que si nadie lo remedia podremos comprobar en breve espacio de tiempo. Me refiero claramente a endurecer la aplicación de cierres de locales incumplidores de la normativa y quien sabe, si a recomendar el autoconfinamiento.
Si (
No(
