Tiene lagunas legales, tiene lagunas de Comunicación y tiene lagunas autonómicas porque en este país según a quien apoyes te dejan más o menos libertad. Es triste pero es así. Si eres vasco sales antes que si eres malagueño. No porque lo digan las cifras, que también se falsean, sino porque los apoyos de los vascos han tenido y tienen un valor fundamental para todos los gobiernos.

Los vascos circulan entre provincias pero los gallegos y los extremeños no. La fase 1 no es igual para todos ni me temo que lo sean las siguientes. Y eso acarrea la locura del ciudadano, normas que cambian continuamente y un no saber a qué atenerse por miedo a las multas. Sí a las multas, porque ahora llevar la bandera española parece ser que es susceptible de sanción y claro siempre hemos oído que “el desconocimiento de la norma no exime de su cumplimiento”. Y yo me pregunto ¿quién es capaz de conocer las normas ahora? La policía cumple normas del Gobierno pero unas normas que los Tribunales Superiores de Justicia deberían revisar porque no estoy muy segura que correspondan al Estado de Alarma sino más bien al Estado de Excepción.

Y llevamos dos días de esa esperada fase 1 y lo único que he notado en los medios y en la redes, porque sigo confinada en Madrid, es que los bares se han llenado de jóvenes sin mascarillas y sin distancia de seguridad, abrazándose con ilusión pero sin precaución. Los comercios no han abierto en su totalidad, tan sólo seis de cada diez de los que lo tenían permitido. El miedo y los elevados gastos que supone la reapertura han hecho que muchos empresarios prefieran esperar a la fase siguiente.

Es verdad que muchos abuelos y nietos se han reencontrado con la alegría que eso ha supuesto para nuestros mayores, un soplo de aire fresco en mitad de este enclaustramiento involuntario alargado por la necedad de nuestros gobernantes.

Y cada vez veo más convocatorias en las redes para protestar durante nuestros paseos de las ocho de la tarde, más caceroladas y un ambiente más crispado.

Se han hecho camisetas para pedir la dimisión del Gobierno y se han convocado manifestaciones en coche en todas las capitales para el 23 de Mayo. Es evidente que el hartazgo está llegando y la gente se quiere manifestar, reclamar sus derechos y pedir responsabilidades. Nos han calificado, como el país que peor ha gestionado la crisis del coronavirus, pero eso parece dar igual a nuestros gobernantes, que soberbios, sólo se prodigan en ruedas de prensa absurdas. No he visto a nuestro Presidente, tan democráticamente elegido, ponerse una corbata negra, ni decretar luto nacional, ni visitar la morgue del Palacio de Hielo, ni IFEMA, ni un hospital…es como si con él no fuera la pandemia. Se mantiene en su búnker de La Moncloa donde por videoconferencia amañan sus chanchullos con los presidentes autonómicos que a él le convienen. Se olvidó de las promesas a sus electores y de los pactos que nunca haría pero ahora se está olvidando de los españoles, de los ciudadanos de a pie y de todos los que acatando su estado férreo han logrado que este desastre reduzca paulatinamente el número de víctimas.

Queda aún mucho camino por recorrer y mucho me temo que va a ser hostil, muy hostil. Lleno de incertidumbres y con una España revuelta.