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 Unos espeleólogos de Villacarrillo encuentran restos oseos y varias piezas de cerámica en una cueva en la Sierra de Segura

Unos espeleólogos de Villacarrillo encuentran restos oseos y varias piezas de cerámica en una cueva en la Sierra de Segura

Han sido hallados durante unas prospecciones de las que suelen llevar a cabo en el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas.

El hallazgo ha tenido lugar en dos grutas sitas el término municipal de Segura de la Sierra, y muy próximo a otro lugar donde ya aparecieron restos arqueológicos parecidos.

Fue tras la localizaron de varias cavidades que se conocen como Cueva del Lentisco y Sima del Puchero, cuando al proceder a su exploración, comprobaron la existencia de varios restos arqueológicos, entre los que cabe destacar varias piezas de cerámica, alguna de gran tamaño y casi intacta, además de restos óseos de un ser humano.

El hallazgo ha sido puesto en conocimiento de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Describen la Cueva del Lentisco como una gruta con una pequeña entrada que tapa la vegetación. Tras el descenso aparece pequeña galería y por donde se accede a una galería intermedia de medianas dimensiones, donde los espeleólogos comentan que posiblemente hay un muro de contención. Cuentan los espedeólogos que por debajo de este muro se abre en grandes dimensiones una sala, donde la cerámica se puede ver en el suelo sin problemas”. A partir de este lugar, “la cueva se comienza a hacer algo caótica y la exploración debe proseguir por distintos pasos y galerías estrechas”, aunque al parecer el descubrimiento es más amplio y “también se puede comprobar en algunos puntos que existe gran cantidad de cerámica y algunos huesos”, detallando que desconocen si estos restos corresponden a humanos o se trata de animales. Justo al final de esta cavidad y en un lugar bastante estrecho, se encuentran los restos óseos de un ser humano, “por un lado gran parte de las extremidades inferiores y el tronco”, que se encuentran depositados y concrecionados en una colada casi horizontal, junto a las extremidades superiores y el cráneo en el suelo, todas ellas muy cerca unas de las otras, según describen los espeleólogos que los han visto. Esta cavidad tiene 175 metros de desarrollo total y un desnivel de 29 metros respecto a su entrada.

En cuanto a la Sima del Puchero, localizada a pocos metros de la Cueva del Lentisco, se abre a través de una entrada con mayores medidas a la que hay que descender con mucho cuidado, pues tiene una pequeña vertical resbaladiza. Cuenta Toni Pérez, que “desde aquí y gateando llegamos a la apertura de una gran fractura que hay sortear, primero con mucho cuidado de manera descendente a través de varios bloques de piedras, y luego con una vertical de más de 10 metros, donde hay que utilizar técnicas de progresión por cuerda”. Dice que debajo de esta vertical se abre toda una consecución de salas con mucha cerámica, “justo debajo del Pozo de 10 metros, una gran vasija concrecionada a media altura, augura un importante hallazgo en su interior”. Esta cavidad tiene 150 metros de desarrollo total y una cota final de 26 metros respecto a su entrada.

“Seguramente, hace miles de años la entrada estaría en otro lugar. Nosotros hemos detectado que ha existido un desprendimiento del techo, produciendo un caos de bloques en su interior que hay podido cerrar esa antigua entrada”. Por suerte, desde la boca actual, dice que han podido proceder a la exploración e investigación de este lugar. “En esta cavidad existe gran cantidad de cerámica y nos ha llamado mucho la atención de la vasija a media altura, coexistiendo con la colada estalagmítica de la cavidad”. En este lugar, añade, “también hemos detectado que parte de la cerámica estaba revuelta, y en esta cavidad sólo puede descender gente que sepa más o menos bajar y subir por una cuerda”.

Los restos van a ser investigados en laboratorios especializados para tratar de conocer la edad de estos huesos y su origen.

Desde el descubrimiento de los huesos, los espeleólogos no han podido acceder al interior de la cueva, para evitar que se pudieran estropear el escenario del hallazgo, que se encuentra en una cueva de la Sierra de Las Villas, a casi una hora de camino desde Villacarrillo.

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