A principios del siglo XIX, España y el gobierno francés decidieron construir esta gigantesca estación, únicamente superada en tamaño por la estación de Leipzig, Alemania, Europa. No se preocuparon sobre los gastos, porque se suponía que sería el intercambiador más importante del norte de España y su llave de acceso al resto de los países europeos. No obstante, después de 10 años de obras, túneles y más de siete mil metros de vías férreas, no llegaban muchos viajeros a Canfranc y finalmente se cerró.