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Dos reinas para Felipe

martes 11 de julio de 2017, 23:43h
A pesar del empeño de la reina, el Rey se niega a tirar la toalla y es que la apetecida abdicación de don Juan Carlos debe esperar de momento.
Mientras, las distintas piezas que componen el ajedrez de la Zarzuela, peones incluidos, toman posiciones con la mira puesta en el avance de las hordas republicanas cada día más numerosas. Pero hay quien asegura que esta tensa espera no es más que una pequeña tregua en el fragor de una batalla cuyo ataque definitivo no tardará mucho en producirse. Es seguramente por ello por lo que Don Juan Carlos se muestra irascible cada vez que le hablan de la conveniencia de abrir una nueva etapa dejando paso a su hijo Felipe e incluso se indigna cuando se le pregunta por su salud y se pone en entredicho las dificultades que tiene para llevar a cabo las funciones propias de su cargo. Sirva como ejemplo la contestación airada que le hizo a un compañero cuando éste haciendo su trabajo le pregunto que como se encontraba “Lo que os gustaría es matarme y ponerme un pino en la tripa todos los días en la prensa”.
Dar jaque mate al agotado Rey se ha convertido en una obsesión para gran parte de los monárquicos que lidera Doña Sofía harta de los numerosos escándalos con escarceos amorosos incluidos que la prensa ha destapado. Sin embargo no resultará fácil echar de la manada a este viejo león sin que se defienda a dentelladas. Eso es algo que la mujer que mejor lo conoce sabe, pero tampoco ella es la gatita dulce que parece.
Tanto es el malestar del Rey que incluso el príncipe Felipe se ha visto obligado a recular, y a preguntas de los periodistas aclarar: "Está descartada una abdicación de mi padre", declaración esta que no comparte doña Sofía preocupada por asegurar la continuidad de la corona y deseosa de ver a su vástago coronado y mucho menos doña Leticia, antaño republicana y ahora defensora a ultranza de la monarquía, no en vano está en juego verse convertida en reina y reina madre, una aspiración con la que la divorciada no hubiera jamás soñado.
Los malos tiempos que atraviesa la institución borbónica y el auge del republicanismo hacen temer lo peor a Juan Carlistas como Felipe González quien ve al rey como el mayor valedor de esta España hastiada por la corrupción, familia real incluida o a monárquicos como Ansón quien asegura que "La abdicación es uno de los grandes males que podría tener España" . El que fuera director de ABC y amigo personal de Don Juan de Borbón en sus continuas meteduras de pata le hace un flaco favor al Monarca al catalogarlo como un gran mediador al referirse a él de esta manera: "En caso de necesidad de un mediador, el Rey sería uno de los tres jefes de Estado a los que se llamaría". Un papel que ha quedado en entredicho tras las declaraciones a una revista de Corinna zu Sayn-Wittgenstein miembro “oficial u oficiosa” de la delegación oficial española que viajó a distintos países y encargada de reunirse con mediadores iraníes, cataríes y saudíes según parece, para tratar de conseguir contratos o abrir mercados. Entre esos contratos estaría el firmado con el gobierno saudí para el AVE que se pretende construir de La Meca a Medina del que la comisionista, lobbysta o intermediaria Corinna , más conocida entre los miembros del CNI como Ingrid y amiga personal del Rey cobraría un 3% lo que supondría ganar de un tacá 180 millones de euros. Es de sobra conocido que Don Juan Carlos lleva muchos años mediando en intercambios comerciales que se suponen entran en el ámbito de su misión como Jefe de Estado, labor esta que ha quedado en entredicho después de que salieran a la luz informaciones no desmentidas por la Casa Real en las que se habla de la fortuna acumulada por la corona, situando esta entorno a los 1700 millones de euros, dinero este que por exagerado ha puesto ojo avizor a la prensa , a partidos políticos nacionalistas y de izquierdas que creen que el rey ha podido sacar de todas estas negociaciones pingues beneficios que de ser ciertos echarían por tierra el supuesto patriotismo del Monarca, al convertirlo en un mero comisionista.
Fuera ya de España la rubia y atractiva “Asesora personal del rey” según el conde de Fontao o “cogestora de proyectos”, según algunos empresarios españoles ve el circo que se ha montado desde la grada, mientras los empresarios beneficiados justifican el trabajo de Corinna e incluso lo agradecen, eso sí mediante talonario. Las gestiones llevadas a cabo por la que denominan “asesora personal de SM” , debían ser compensadas, ¿ es entonces asesora o comisionista?. Nadie lo aclara. De lo que no cabe duda es que la que fuese princesa ha puesto contra las cuerdas al Rey como ya hicieran otras mujeres de sobra conocidas. Estas ni que decir tienen eran más discretas, por aquel entonces el Rey tan bien lo era, pero a la vejez, viruelas.
Es evidente que a estas alturas no nos vale que la Casa Real de una callada por respuesta, como tampoco vale que PP y PSOE, intenten con su silencio esconder una realidad que la ciudadanía está en su derecho de conocer ya que de ser ciertas las informaciones que involucran al Rey con el cobro de comisiones, también las autoridades serían cómplices de una continua prevaricación.
No hay que olvidar, tampoco Don Juan Carlos debe hacerlo que la Constitución otorga la soberanía nacional al pueblo español y que aunque protegido por las leyes, el Rey no debe ni puede saltarse las mismas, tampoco menospreciarlas o poner en entredicho la labor de un juez cuando su hija es imputada. Esto es algo que la Reina sabe, es por ello que es ella la que abandera la abdicación de su esposo con el claro interés de pasar página y cambiar la mala imagen de la institución, apaciguando los ánimos de los antimonárquicos muy numerosos por cierto. Sabedora de las consecuencias no está dispuesta a verse de nuevo en el trance que sufriera cuando los griegos rechazaron en el referéndum de diciembre de 1974 la restauración de la monarquía que el 11 de junio de 1975 trajo a los helenos una nueva Constitución y con ella la instauración de la República.
Se equivocan aquellos que ven en esta forma de proceder por parte de Doña Sofía la venganza personal a una permanente infidelidad cuyo gesto más significativo fue el retraso de su visita a la clínica tras el accidente que el Rey sufrió en la cacería de Botswana. Como mujer de estado sus miras van más allá, es por ello que se ha propuesto hacer lo imposible para ver a su hijo coronado Rey aunque para conseguirlo tenga que llevarse por delante a su esposo Rey.
Mientras tanto el príncipe Felipe espera a verlas venir y deja para no quemarse el papel de Adalid a su madre, la única de los miembros de sangre real a la que los ciudadanos dan un aprobado. Felipe es consciente que es su madre y nadie más quien puede conseguir la continuidad de una institución arcaica y denostada por los muchos escándalos de los que ha sido partícipe, pero la reina no está sola, a pesar de sus diferencias Sofía cuente con la colaboración de Leticia convertida a la sombra en consejera y guía, a la que su status de plebeya le la un valor añadido que al Rey molesta y el príncipe explota con notable habilidad.
Dos reinas , una que es y otra que será, Sofía y Leticia, unidas las dos son el último recurso para la continuidad borbónica en nuestro país.
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