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Elógio y refutación del caballo del Espartero

jueves 28 de septiembre de 2017, 17:05h

Reconozco que mi constancia y mi puntualidad en escribir relatos, me hacen predecible, pero no es menos cierto que la narrativa es imprevisible, lo que me convierte en un manufacturero cuántico-ortográfico con aspiraciones divulgativas en la comarca global de este medio tan simpático.

Mis análisis políticos ,científicos, artísticos o sociales están escritos en la indeleble tinta de lo figurativo e impresos en el blanco roto de una pantalla predispuesta para la lujuria, a modo de lencería fina de Victoria´s Secret en desfile emplumado, pero juicioso en la gestión de la ironía, que por estas latitudes andaluzas la denominan guasa.

Seamos serios, lo que está sucediendo estos días en las Españas de banderas, no será estudiado en las universidades del futuro, sencillamente porque no existirá este, es la razón última por el cual todo lo que se mueve está apelado bajo emociones pretéritas y no se vislumbran probabilidades en la incertidumbre, todos asumimos en silencio que esta generación es la última que verá la tierra civilizada por el ser humano, la probabilidad de irse al carajo el planeta es tan alta, que se han convertido en bono basura cualquier asunto a cinco años vista, así que el tema de la Independencia catalana, se debería circunscribir en un acto de buena voluntad, tal como se le dan a los condenados a muerte, para que hagan de su última cena un festín para el paladar del reo.

A no ser que este le pida como última voluntad aprender inglés, tal como hizo un gitano de Triana al jefe de un pelotón de fusilamiento tras las guerra del 36.

Nadie mejor que un Borbón conoce cómo se solventa los problemas geográficos de Barcelona, es de ahí mi relajación ante la presumible sedición, no es casualidad que esta familia cobre lo que cobra, disfrute de los privilegios que pagamos a escote (por cierto, algo muy catalán),sin que al final no nos sorprenda como es debido, como su padre hizo en el 23F,en dos días todos los ojos miraran las piernas de la ayudante del gran mago, mientras este nos hace el truco que soñó el austro húngaro Harry Houdini ,nacionalizado al despistado pueblo Norteamericano.

Y si te crees que este relato no tiene fundamentos, vuelve a leerlo acompañado de la canción del verano, despacito.

Y ya no escribo más, porque solo me pagan 2.000 euros por mi talento semanal, no puedo caer más bajo, con lo que yo he sido.

Buen fin de semana

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